por Mario Suárez
UNA PLANTILLA QUE FUNCIONA COMO UN ÚNICO EMPLEADO DE VARIAS CABEZAS AUMENTA LA MOTIVACIÓN DE TODOS Y MEJORA LOS RESULTADOS
La última vez que Juan Aranguren (Madrid, 1977) vio a su jefa de París fue en el interior de una bodega en la sierra de Madrid. Sucedió en el mes de septiembre pasado, durante unas jornadas de trabajo grupales, en un ambiente distendido y en plena naturaleza. Juan, empleado de una multinacional de productos bancarios, salió motivado de aquel encuentro. “Fue una jornada laboral como cualquier otra, cada uno con su ordenador, pero compartiendo un espacio común, charlas animadas y una rica comida con los compañeros”, afirma. No se trataba de un experimento empresarial de la empresa, sino de un protocolo que prolifera en grandes compañías, como vía de motivación y búsqueda de nuevos incentivos para sus trabajadores.
“Al trabajar en equipo se mejora la comunicación y la colaboración dentro de las organizaciones; se fomenta el aprendizaje compartido, se produce una mayor involucración en los procesos por parte de los empleados, se genera un mayor número de ideas”, asegura Olga Blanco, consultora de recursos humanos y especialista en coaching de equipos con su compañía Coaching & Company. “Aumenta el empoderamiento, el sentimiento de orgullo de pertenencia y el nivel de compromiso de los empleados”.
Ese orgullo de pertenencia a la compañía y una buena organización, rompiendo barreras antiguas en los niveles de responsabilidad, logra que sobre una misma mesa se sienten representantes de distintos estratos de un departamento. “La gran efectividad de un equipo se basa en su diversidad: cuanta más variedad de roles exista entre los miembros de un mismo equipo, mayor será su fortaleza y su potencial para alcanzar sus objetivos”, añade Blanco.
El problema de no trabajar en equipo no siempre nace de los empleados de posiciones medias o bajas en una empresa, como se suele pensar, sino de las capas altas, que no incitan al trabajo en comunidad. Jaime Andrés Bayona, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, y Oswaldo Heredia Cruz, profesor de la Universidad Externado, ambos de Colombia, publicaron en junio de 2012 el estudio El concepto de equipo en la investigación sobre efectividad en equipos de trabajo, del que se obtenía esta conclusión, entre otras: “Los gerentes no conocen necesariamente los factores que afectan a la efectividad de los equipos de trabajo (…); un adecuado establecimiento de las competencias de los equipos es esencial para el adecuado funcionamiento de los procesos de gestión humana”. Características como la composición del equipo, el diseño de la tarea, la heterogeneidad de los miembros o el contexto de la organización afectan a la eficiencia de los equipos, según el informe.
Mejores resultados
La actuación de los equipos impacta de manera directa en los resultados de una compañía. En todas las empresas jóvenes predomina la idea general de que, mediante el trabajo en comunidad, se aumentan la productividad, y probablemente, los beneficios. “A medida que el mundo evoluciona, se hace necesario que las organizaciones tengan un desempeño mucho más alto que hace 10 o 15 años para producir los mismos resultados, por lo que la innovación, la flexibilidad y el trabajo en equipo serán imprescindibles. Solo aquellas organizaciones que cuenten con equipos sólidos, bien preparados, que trabajen en sincronía, donde todos remen en una misma dirección y estén orientados hacia la consecución de unos objetivos en común, serán capaces de obtener buenos resultados y sobrevivir en el futuro”, confirma la consultora Olga Blanco.
En esta línea se maneja Microsoft, una compañía conocida por aplicar el método job shadowing entre sus empleados. La fórmula de trabajo parece sencilla: cada nuevo empleado pasa un periodo de tiempo con otro más experto trabajando mano a mano, como si fuesen hermanos gemelos. Esa etapa como observador hace que el aprendizaje del novel sea más rápido y eficaz, y su integración entre sus compañeros, óptima.
“Nuestra filosofía de formación se apoya en que un buen porcentaje de lo que aprendemos lo hacemos a través de otros: asimilar conceptos o métodos de alguien más experto que tú en una materia es una excelente forma de gestionar el conocimiento interno de la compañía. A menudo, también se convierte en una experiencia internacional si coincide que la persona experta desempeña su puesto en otro país, lo que enriquece aún más este tipo de aprendizaje”, confirma Patricia Hernández, directora de adquisición de talento de Microsoft Ibérica.
Esa fórmula de integración y gestión de los equipos ha cambiado realmente la manera de trabajar dentro de esta multinacional, tal y como afirma Hernández: “Hasta ahora solíamos decir que nuestros empleados aprendían un 70% en el puesto, un 20% de otros y un 10% como producto del aprendizaje clásico. Pero hemos evolucionado y la parte de aprendizaje de otros ha aumentado a través de programas de desarrollo como el shadowing. La utilización de la red social corporativa llamada Yammer, que permite el aprendizaje colaborativo, también ha hecho posible este incremento”. Y el uso de estas herramientas se traduce, a su vez, en que al 98% de los empleados “les apasiona” el trabajo que hacen dentro de la compañía, según las encuestas internas de Microsoft, lo que aumenta el sentimiento de pertenencia a la organización.
La creación de redes sociales privadas dentro de la propia empresa, como la propia Yammer, también ayuda a la integración y la valoración del trabajo dentro de la compañía, según los expertos. Hay diversos estudios en este sentido, y en opinión de la consultora estratégica McKinsey&Company, el uso de redes sociales corporativas incrementa un 25% la productividad. Porque la relación con los compañeros de trabajo ya no se limita a hablar durante el almuerzo o el café: ahora en algunas compañías incluso está permitido chatear.
© MARIO SUÁREZ / EDICIONES EL PAÍS, SL. 2014. Todos los derechos reservados.