¿EL ARTE DE LA GUERRA O EL ARTE PARA EVITAR LA GUERRA?

por Jaime Vigna Gómez
imágenes de Volker Hermes

En este texto el autor analiza cómo, en el ámbito de la política, el arte y la cultura pueden ser herramientas diplomáticas efectivas para alcanzar objetivos de los Estados y mandar mensajes políticos.

Desde hace miles de años, los seres humanos hemos buscado la forma de acercarnos y establecer un vínculo con aquellos a quienes identificamos como “los otros”. En estas interacciones, el arte ha desempeñado un papel histórico como instrumento para promover y consolidar estos acercamientos. Muchas de las obras de arte que encontramos en los museos del mundo fueron fruto de este tipo de intercambios y cumplieron la función dual de agasajar o lisonjear al receptor, además de mostrar la riqueza, la calidad artística y las capacidades técnicas del emisor.

Por lo tanto, la utilización del arte como una herramienta de la diplomacia para alcanzar objetivos específicos se remonta a los orígenes de los intercambios entre grupos y sociedades. Términos de mucho más reciente creación como “diplomacia cultural” o “diplomacia pública” buscan identificar y analizar las estrategias y acciones que emprenden los Estados modernos para modificar la percepción de la opinión pública o de sectores de esta última más allá de sus fronteras territoriales.

En el ámbito de la diplomacia cultural contemporánea, el arte sigue siendo la herramienta más utilizada para la búsqueda y el cumplimiento de objetivos. Esto no es fortuito, ya que el arte tiene la capacidad de materializar la visión del mundo de un entorno cultural determinado (hasta convertirse en un producto que representa la identidad particular del mismo) y al apelar a la emoción, permite establecer vínculos sólidos y duraderos con el receptor.

Por esta razón, los Estados de todo el mundo siguen utilizando el arte como instrumento para influir en la opinión pública y modificar sus percepciones en función de sus intereses. Mientras que algunos lo hacen mediante muy sólidas instituciones con alcances realmente globales (especialmente los europeos, pero en las últimas décadas también los asiáticos), la gran mayoría de los países operan este tipo de proyectos o iniciativas desde las agregadurías culturales de sus embajadas. Como podría esperarse, los resultados varían considerablemente en función del grado de recursos (tanto humanos, como financieros) que destinen sus gobiernos, así como del grado de claridad y continuidad de sus objetivos. 

Un caso de diplomacia cultural exitoso es el japonés, país que logró revertir la imagen negativa tras la Segunda Guerra Mundial con una muy ambiciosa estrategia (articulada desde el propio Estado) de promoción internacional de productos culturales como los cómics, los videojuegos o las caricaturas. Gracias a este desarrollo, en menos de una generación la imagen internacional de Japón logró transformarse radicalmente.

[…] el arte tiene la capacidad de materializar la visión del mundo de un entorno cultural determinado […] y al apelar a la emoción, permite establecer vínculos sólidos y duraderos con el receptor. 

En México también tenemos un caso reciente de éxito vinculado con una adecuada implementación de una estrategia de diplomacia cultural. A principios de los años noventa, el gobierno mexicano comenzó las negociaciones para la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá. En ese momento, se identificó que buena parte de la población estadounidense tenía una opinión negativa sobre México que era necesario modificar para garantizar la firma y posterior ratificación del tratado. Para contrarrestar esta situación, se implementaron diversas estrategias, tanto de diplomacia pública como cultural, como la articulación de una magna exposición para mostrar la grandeza cultural de México (llamada México. Esplendores de 30 siglos y que se presentó en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York). La amplia y ambiciosa campaña articulada por el Estado mexicano fue fundamental para la firma, ratificación y entrada en vigor del TLCAN en enero de 1994.

A pesar de que en las últimas décadas el gobierno mexicano ha reducido considerablemente tanto su interés por el exterior como los recursos destinados a su política cultural, las embajadas, consulados y la red de institutos culturales de México siguen trabajando activamente para establecer vínculos utilizando la diplomacia cultural para alcanzar diversos objetivos (el más apremiante es la mejora de la imagen del país frente a la crisis de seguridad que enfrentamos). Este trabajo se realiza tanto por medio de iniciativas de carácter artístico y cultural que tienen lugar en los propios recintos diplomáticos o mediante proyectos que se desarrollan en colaboración con instituciones, festivales y centros culturales del país o la región en donde operan. 

Es importante destacar que la riqueza histórica y cultural de México y la calidad de la producción artística que se realiza en nuestro país es un activo indispensable para la labor de las instancias diplomáticas. De igual manera, la presencia de productos “gancho” conocidos mundialmente, como Frida Kahlo, el Día de Muertos o la gastronomía, son muy útiles para favorecer un primer acercamiento y, a partir de él, introducir otro tipo de expresiones que permitan ir ampliando y complejizando la visión que se tiene sobre nuestro país. 

En conclusión, la promoción y difusión de expresiones artísticas sigue siendo la herramienta de diplomacia cultural más utilizada por los Estados. Aunque existen resultados tangibles de iniciativas de diplomacia cultural vinculadas con el arte y la cultura muy exitosas, éstas requieren de recursos y, especialmente, de visión de Estado y claridad en los objetivos a seguir.  

[…] los Estados de todo el mundo siguen utilizando el arte como instrumento para influir en la opinión pública y modificar sus percepciones en función de sus intereses.

Volker Hermes, Hidden anonymous (Pourbus IV) [Anónimo oculto (Pourbus IV)], 2021. Cortesía del artista.

Jaime Vigna Gómez es licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM, maestro en Historia Moderna de México por Casa Lamm y cuenta con un máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid. Miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 2013, ha estado adscrito a la Embajada de México en España y el Consulado de México en Indianápolis. Actualmente es subdirector del Instituto Cultural de México en España.

Volker Hermes es un artista alemán que, mediante una investigación visual incisiva y un toque de humor, explora géneros artísticos como el retrato, la pintura de batallas históricas y los paisajes marinos. Los fotocollages presentados aquí parecen indagar en la relación entre poder, política y representación artística, utilizando figuras retóricas como la hipérbole para deconstruir y explicitar esta conexión. De este modo, Hermes plantea interrogantes sobre el poder blando del arte y su influencia en la vida individual y colectiva. www.hermes.art | Instagram @volker.hermes