“Sin educación no hay porvenir. Sin ella se profundiza la pérdida de valores, particularmente entre los jóvenes. Por ello preocupa que no tengan las suficientes opciones educativas”.
Arriba: Kostas Neofitidis, Underwater (Bajo el agua). kostasneofitidis.com. Cortesía del artista.
por el Doctor José Narro Robles
En la actualidad la sociedad enfrenta cambios profundos. Podrá decirse que siempre los ha habido, que la evolución es consustancial al ser humano. Es verdad, pero ahora los cambios parecen rebasar los límites a los que en el pasado estuvimos acostumbrados. La imaginación de los escritores futuristas se ha visto rebasada.
Muchos de estos cambios obedecen a los avances científicos y tecnológicos. Los grandes progresos en estas materias han modificado nuestra relación con la naturaleza. Por el uso masivo de las nuevas tecnologías de la información, culturas del más diverso signo son hoy más cercanas que nunca. En virtud de los progresos científicos hemos logrado desentrañar mejor nuestra propia biología, nuestra propia estructura genética.
Ante esto caben algunas preguntas: ¿Qué tanto los avances científicos y tecnológicos ayudan a reconfigurar a las sociedades? ¿Qué tanto inducen nuevas formas de socialización? ¿Qué tanto la clonación, la medicina genética, la inteligencia artificial o el cultivo de células madre habrán de modificar nuestra propia naturaleza física y mental? Y una pregunta que considero crucial: ¿Qué tanto los avances científicos y tecnológicos, pero también, las dificultades y crisis de los sistemas económicos afectan o cambian nuestro sistema de valores?
Los valores cívicos y laicos como la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia y la responsabilidad, el diálogo, la solidaridad, la generosidad y el compromiso han sido y deben seguir siendo la base de la ciudadanía. Esos valores constituyen el basamento sobre el que se sustenta la convivencia pacífica en sociedades caracterizadas por la libertad y la pluralidad, por la diversidad ideológica, política y de creencias religiosas.
Una sociedad democrática sólo es posible cuando los ciudadanos comparten los valores de una ética cívica que permite avanzar hacia un mundo cada vez más humano. Sin embargo, al parecer estos valores, en tanto principios o pautas estructurales universales que rigen la vida individual y colectiva y que dan cohesión a las sociedades humanas, se han debilitado y han perdido importancia.
Mientras se favorecen la individualidad, la riqueza material y la competencia extrema, se menosprecian lo colectivo, la solidaridad, el servicio y lo considerado como no productivo. Con frecuencia se desdibujan algunos objetivos esenciales y se pierde el norte de la existencia, los fines de la vida. Se prefiere tener que ser, se opta por estar y no por trascender, se escoge el camino del lucro en lugar del que conduce a la solidaridad, se prefiere la mejoría personal por encima del progreso colectivo.
La educación y la fortaleza de la familia son el antídoto para esos males. Sin educación no hay porvenir. Sin ella se profundiza la pérdida de valores, particularmente entre los jóvenes. Por ello preocupa que no tengan las suficientes opciones educativas.
Debemos poner más atención a los jóvenes. A los problemas de rezago escolar y falta de acceso a la educación media superior y superior, se agregan el desempleo, la informalidad, la precarización laboral y la falta de seguridad social. Muchos de ellos padecen pobreza, desnutrición y enfrentan la violencia prevaleciente en la sociedad. No es raro entonces verlos expresar su inconformidad y su indignación.
Los problemas específicos de los jóvenes repercuten, inevitablemente, en su falta de expectativas, en su autoestima, en asuntos de salud como la depresión o las adicciones, en cuestiones afectivas, de soledad, acentuación del individualismo o problemas de comunicación con otras generaciones. Un tema más reciente parece ser la llamada “desafiliación” educativa entre ellos, que implica su renuncia al modelo escolar tradicional, su desprendimiento de la cultura académica, su falta de confianza en el bienestar que deriva de la educación, lo que afecta principalmente a los adolescentes, que prefieren estar inmersos en las redes sociales. Amplios sectores juveniles en nuestro país parecen vivir esa situación.
Hay que reconocer que no hemos creado las condiciones necesarias para ofrecer a los jóvenes buenas perspectivas para su presente ni para su futuro. La falta de opciones educativas o laborales profundiza su incertidumbre, su vulnerabilidad y deteriora su estructura de valores. Por ello, la atención a la juventud es prioritaria. Está en juego la oportunidad de aprovechar el bono demográfico, además de que, de no ofrecerles oportunidades de realización personal, estarán en riesgo de llevar a efecto actividades que no contribuyen a su desarrollo y al de sus comunidades y de estar en riesgo de caer en problemas de drogadicción o delincuencia.
Los jóvenes no son individuos aislados, la construcción y expresión de sus valores tienen un contexto social. Por ello quiero rescatar los datos de la encuesta sobre valores éticos realizada en diez países, incluido el nuestro, por el Foro Económico Mundial y la Universidad de Georgetown hace seis años.¹
En dicha encuesta se mostró que más de dos tercios de los entrevistados creían en la existencia de una crisis ética y de valores y 54% pensaba que los valores universales existen. En el caso de México, 71.9% sostuvo que hay valores universales. Parecería que los mexicanos creemos más que otros en la existencia de dichos valores.
Un dato importante es que 62% de los encuestados consideró que la fuente original de los valores personales son la educación y la familia, en tanto que 21% ubicó dicha fuente en la religión y la fe. En el caso de México estos porcentajes fueron 86% y 4.8%, respectivamente. Es de destacar el papel relevante que los mexicanos atribuyeron tanto a la educación como a la familia en la formación de los valores.
Kostas Neofitidis, At the Pier (En el muelle). kostasneofitidis.com. Cortesía del artista.
Kostas Neofitidis, At the Pier (detail) [En el muelle (detalle)]. kostasneofitidis.com. Cortesía del artista.
«Una sociedad democrática sólo es posible cuando los ciudadanos comparten los valores de una ética cívica que permite avanzar hacia un mundo cada vez más humano».
Los resultados de esta encuesta internacional se corroboran en las aplicadas a nivel nacional. En la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012,² realizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y el IMJUVE se destaca que, para los jóvenes, la familia y la educación son lo más importante.
El 94% de los jóvenes mexicanos quisiera estudiar una carrera profesional,³ lamentablemente apenas tres o cuatro de cada diez en edad de cursar estudios superiores puede hacerlo. Más de siete de cada diez jóvenes quisieran tener un trabajo seguro,4 pero la realidad es que sólo obtienen, en el mejor de los casos, empleos precarios y sin prestaciones, por lo que los familiares sostienen económicamente casi a 94% de los encuestados.5 La tasa de desocupación de los jóvenes (8.6%),6 es casi el doble de la tasa de desocupación general. Los empleos que consiguen son temporales y con salarios bajos.
A pesar de esto, como antes afirmé, para los jóvenes mexicanos, la familia y las relaciones satisfactorias con los padres ocupan las posiciones más altas como generadoras de los valores de los que son portadores. La Encuesta Nacional sobre Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad,7 realizada por el Instituto de Investigaciones Sociales, también de la UNAM en 2014, confirma lo anterior, al señalar que los mexicanos mayores de 17 años otorgan el promedio más alto de satisfacción a la vida familiar.
Cuando analizamos las muy diversas encuestas para entender los valores de los jóvenes, nos queda la impresión de que se mueven en la ambivalencia. Ven mucha televisión, pero no les gustan sus mensajes. Aprecian la honestidad, pero son permisivos a prácticas transgresoras o incluso delictivas, como la piratería o el comercio informal, quizá porque son la única manera de acceder a los bienes de consumo que la sociedad formal les niega. Rechazan la violencia, pero algunos la ejercen. Los jóvenes parecen integrarse a la sociedad en los circuitos ambivalentes de formalidad-informalidad y legalidad-ilegalidad.
Debemos poner más atención a nuestros jóvenes y aprovechar su adherencia a los valores tradicionales de la sociedad mexicana, como la familia, la educación o su confianza en que el futuro puede ser mejor; todo ello para conservar la cohesión y la solidaridad que tradicionalmente nos ha caracterizado.
La atención a los jóvenes es una prioridad. Todos: familias, estado y sociedad entera, somos responsables de los jóvenes. Dado el vínculo de la seguridad con el desarrollo humano y de manera más amplia con la seguridad humana, es imperativo entender las condiciones de riesgo que muchos jóvenes padecen cuando no tienen la oportunidad de un empleo ni de educación. Atender hoy a los jóvenes es asegurar el futuro del país.
1. Faith and the Global Agenda: Values for the Post-Crisis Economy. World Economic Forum. Geneva, Suiza 2010.
2. Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas (UNAM) - Instituto Mexicano de la Juventud, (Julia Isabel Flores Dávila, Coordinadora). Puede consultarse en las páginas de internet de ambas instituciones.
3. http://historico.juridicas.unam.mx/invest/areas/opinion/envaj/pdf/1-educacion.pdf. El 83.6 % de los jóvenes en la encuesta considera que sí vale la pena estudiar una carrera profesional y el 10.3 % que vale la pena, en parte (93.9 % en total).
4. http://historico.juridicas.unam.mx/invest/areas/opinion/envaj/pdf/2-trabajo.pdf
5. http://historico.juridicas.unam.mx/invest/areas/opinion/envaj/pdf/21-entrevistados.pdf
6. OCDE. Perspectivas para el empleo 2016 e igualdad de género en la alianza del Pacífico. Reporte presentado por Gabriela Ramos. Ver: http://www.oecd.org/centrodemexico/medios/PPT-GR-OECD%20EMO2016-%20G%C3%A9nero%20Alianza%20del%20Pacifico5Jul2016_FINAL.pdf
7. Encuesta Nacional sobre Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad (ENSAVISO), México, Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Seminario de Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad (René Millán, Coord. Marzo, 2015).
El Doctor José Narro Robles fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de 2007 a 2015 y actualmente es Secretario de Salud a nivel federal.