por Álvaro Caso y Marcia Hiriart
imágenes de Daniel Martin Diaz
El concepto de coherencia abarca la noción lógica de consistencia, pero es más amplio. Ser coherente supone un importante grado de conformidad con las convenciones y presupuestos de la comunidad en que se vive. Así, tanto en la filosofía como en las neurociencias, este concepto estará ligado a las relaciones sistémicas de ideas y comportamientos y a las redes neuronales correspondientes.

Daniel Martin Diaz, Self-Aware System (Sistema autoconsciente), 2018. Cortesía del artista.
En [las neurociencias] la coherencia es un fenómeno complejo que analiza cómo interactúan las diferentes partes del cerebro para producir pensamientos, comportamientos y percepciones consistentes entre sí.

Daniel Martin Diaz, Growth of Consciousness (Crecimiento de la conciencia), 2021. Cortesía del artista.
Una primera aproximación muy frecuente a lo que quiere decir ser incoherente es decir que algo es incoherente cuando es ilógico. Pero hay modos de ser ilógico que normalmente no llamaríamos incoherentes. Los errores de razonamiento, los argumentos ad hominem, ad populus, en fin, las falacias no formales, no son incoherencias. En realidad, en lógica, el término técnico más cercano al de coherencia es el de consistencia. La lógica clásica está cimentada en el principio de no contradicción, de modo que un sistema es consistente si no contiene contradicciones. Esto se alinea en gran medida con nuestras intuiciones acerca de lo que es ser racional. En efecto, parece intuitivamente obvio que la primera condición para ser racional es no sostener contradicciones. Normalmente entendemos que podemos estar equivocados y seguir siendo racionales, pero si nos contradecimos, hemos perdido la razón. Como en filosofía todo se cuestiona, no debe sorprender que recientemente se han explorado lógicas formales paraconsistentes que permiten algunas contradicciones sin que el sistema se colapse y otros filósofos, tal vez inspirados por la popularidad de las filosofías orientales, han puesto en duda la universalidad del principio de no contradicción como condición de racionalidad, postura conocida como dialeteismo.
Sin embargo, más allá de posturas exóticas, una condición necesaria para ser coherente es ser consistente, aunque no es suficiente. Cuando hablamos de coherencia, nos referimos a algo más que la mera ausencia de contradicciones. Si alguien dice seriamente (fuera de un festival de poesía surrealista) “Hay caballos que se coagulan en fa menor entre las hipotenusas de la política partidista” ha emitido una oración gramaticalmente correcta pero incoherente, y, sobre todo, sin contradicción alguna. En efecto, se puede ser consistente e incoherente.
La coherencia en la filosofía del último siglo está estrechamente ligada a W.V.O. Quine. Una de las ideas centrales del filósofo estadounidense es que las oraciones que aceptamos como verdaderas forman una gran red interconectada por implicaciones deductivas formales pero también por implicaturas, convenciones y presupuestos. La mayor parte de los hablantes de una comunidad comparten esta red, situación que permite saber que los caballos no se coagulan en fa, aunque no haya contradicción. En este sentido ser coherente es respetar todas estas relaciones formales e informales entre lo que creemos que es el caso. En contraste, ser incoherente es decir y actuar de modo ajeno a las creencias compartidas que una comunidad toma por verdaderas. Esta definición permite calificar a alguien de incoherente simplemente por ir contra los preceptos establecidos por una comunidad, de ahí que la frontera entre la cordura y la locura siempre sea borrosa.
Las neurociencias caminan de la mano de las consideraciones filosóficas. En ellas, la coherencia es un fenómeno complejo que analiza cómo interactúan las diferentes partes del cerebro para producir pensamientos, comportamientos y percepciones consistentes entre sí.
Más allá de la consistencia, el cerebro interpreta diversos estímulos mediante receptores de distintos tipos y genera percepciones que se apoyan unas a otras. Las neuronas se conectan por medio de las sinapsis y la modulación de la liberación de neurotransmisores excitatorios o inhibitorios que subyacen a la sincronización neuronal, en la que varias zonas del cerebro sincronizan su actividad y dan como resultado diferentes procesos, como la atención, la memoria y la toma de decisiones, de modo que ninguna es independiente de las otras.
La falta de coherencia neuronal puede manifestarse en patologías como la esquizofrenia, el autismo y las demencias, entre otras. La investigación de los mecanismos específicos que generan el pensamiento coherente está en constante desarrollo. Resulta interesante entender la unidad de la conciencia y sus procesos, así como diseñar tratamientos para enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
La estrecha relación con la naturaleza en la Antigüedad clásica no es un tema menor para entender la inspiración. El campo como espacio de conocimiento y la escritura como actividad intelectual estaban unidos por asociaciones culturales más complejas que denotan una forma de entender el arte muy distinta a la perspectiva moderna. Por ejemplo, la escritura bustrofedónica es una de las primeras formas de escritura documentadas en la historia de Occidente. Esta técnica implica redactar la primera línea de izquierda a derecha y la siguiente en sentido inverso. Este patrón no es más que una imitación de los surcos creados por los bueyes que aran la tierra. De ahí que su etimología se componga de bous (buey) y strophe (giro), literalmente “el buey que va y viene”. La conexión entre arar y escribir es una invención fascinante de la cultura griega pues nos invita a pensar que arar fue probablemente la primera forma de hacer poesía, y en medio del cultivo de la tierra, llegaron las primeras formas de la inspiración.
Quizás la lección más profunda de este episodio sea que los secretos más íntimos de la inspiración residen en las sencillas bondades de la vida rústica: en el susurro sereno de los arroyos, en el movimiento de las hojas al viento y en el esfuerzo honesto del trabajo del campo. Si cada surco es una línea del poema que nos dictan las Musas, tal vez lo que nuestro mundo necesita con más urgencia sean más pastores que, al igual que Hesíodo, recorran las praderas con sus rebaños, bajo cielos despejados de azul intenso, atendiendo a las verdades eternas que la naturaleza nos canta en verso.

Daniel Martin Diaz, Biomimicry (Biomímesis), 2024. Cortesía del artista.

Daniel Martin Diaz, Kingdom Of The Mind (Reino de la mente), 2023. Cortesía del artista.
Álvaro Caso Chávez es filósofo, escritor, artista y artesano.
Marcia Hiriart Urdanivia es una científica e investigadora mexicana. Desde 1988 trabaja en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, del que fue directora por ocho años. Sus investigaciones versan sobre la obesidad y la diabetes mellitus.