por Carlos Omar Noriega Jiménez
fotografías de Pedro Luján
Entrevista realizada el 14 de junio de 2021
EN ESTA CONVERSACIÓN, MAGALÍ ARRIOLA COMPARTE SU EXPERIENCIA COMO DIRECTORA DEL MUSEO TAMAYO EN TIEMPOS DE PANDEMIA, ASÍ COMO SU CONCEPCIÓN DE ENERGÍA BASADA EN LA IDEA DE COLABORACIÓN Y PARTICIPACIÓN COMO ELEMENTOS INDISPENSABLES PARA QUE EL ARTE SIGA EN MOVIMIENTO.
Magalí Arriola es una líder del sector cultural y artístico de México y a nivel internacional. Es una curadora y gestora cultural independiente que se ha desempeñado en diversos cargos de gran relevancia en instituciones de nuestro país, además de haber realizado diversos proyectos curatoriales de gran impacto. Desde 2019 es la Directora del Museo Tamayo de la Ciudad de México. Nos recibe en su oficina. Es una mujer joven, de trato cordial, que proyecta entusiasmo y que posee una amplia cultura y una gran inteligencia.
A la pregunta de cómo inició su carrera en el mundo del arte y qué estudió, responde: Estudié historia del arte en La Sorbona en París y después me vine a trabajar para acá. Conocí a Olivier Debroise del grupo Curare y, a partir de allí, empecé a involucrarme en temas curatoriales. Simultáneamente comencé a trabajar en el Centro Cultural Arte Contemporáneo, en la revista que publicaban en la época llamada Saber Ver y luego acá, en el Tamayo, en el Departamento de educación, haciendo investigación para la colección. Ésos fueron los inicios.
Usted cuenta con una larga experiencia en proyectos curatoriales, tanto nacionales como internacionales presentados en instituciones de mucho prestigio. ¿Cuál fue la primera exposición que curó y qué aprendizaje puede compartir con nosotros respecto a ella?
La primera exposición que curé fue una de Peter Greenaway y, de hecho, la hice acá (en el Tamayo). Fue un proyecto que empecé justamente de la mano con Curare y con el Consejo Británico. Seguimos un camino larguísimo hasta poder concretarlo.
Creo que los aprendizajes fueron muchos. Había trabajado antes en museos pero en cuestiones de investigación, no tanto de producción de exposiciones y, como la primera vez que uno hace cualquier cosa, se aprende muchísimo, con muchos errores también, pero allí radica el aprendizaje.
¿Cuál es el mayor reto profesional que ha tenido?
Yo creo que éste [se ríe]; dirigir un museo en tiempos de pandemia, por la dificultad que representa mantener viva una institución que ha estado cerrada tanto tiempo y alentar a todo un equipo dentro de ella, así como a toda la comunidad que nos apoya desde fuera. Mantener a todas estas personas tan diversas, involucradas y atentas a nuestro proyecto, ha sido uno de los retos más grandes.
¿Cómo logró superarlo?
Con mucha paciencia y con el apoyo de mi equipo, de la Fundación Olga y Rufino Tamayo y de todos nuestros patronos, y sin duda, de nuestras audiencias. Realmente sentimos un apoyo muy fuerte por parte de la comunidad artística de la ciudad.
Usted se ha desempeñado en diversos cargos museísticos, por ejemplo, curadora de la Fundación Jumex Arte Contemporáneo (2011 y 2014), curadora en jefe del Museo Tamayo (2009 y 2011), del Museo Carrillo Gil (1997 a 2001) y curadora para América Latina de la Kadist Foundation (2017 y 2019). Desde la perspectiva de su experiencia profesional, ¿cuáles han sido las transformaciones más significativas de los museos en México?
Yo creo que la profesionalización de todos nosotros, que se dio de la mano de la internacionalización de la escena local. Cuando empecé en el Carrillo Gil en 1997, el perfil de ese museo era muy específico, porque se enfocaba más en el trabajo de los artistas jóvenes de la escena nacional. En la medida en que se incrementó el interés por el arte contemporáneo, tanto nacional como internacional, la escena mexicana se insertó en un diálogo dentro y fuera del país muy intenso, que permitió que maduráramos como escena.
¿Qué es energía para usted y cómo se relaciona el arte con este concepto?
Me parece que la energía es lo que mueve las cosas, ¿no?, y la energía en el arte la hacen los artistas, las instituciones, los galeristas, los coleccionistas. Es un engranaje en el que todos dependemos de todos los demás. Es decir, si tú quitas las galerías, les impides a los artistas la oportunidad de vivir de lo que venden; si quitas a los coleccionistas, lo mismo. Si se eliminan los museos, pierdes la ocasión de poder difundir el trabajo de los artistas y, eventualmente, esto tendrá repercusiones en el coleccionismo y en el mercado. Entonces, me parece que realmente todo funciona como un engranaje y esa energía que lo hace girar viene de cada uno de los que estamos participando.
[…] todo funciona como un engranaje y esa energía que lo hace girar viene de cada uno de los que estamos participando.
[…] la energía en el arte la hacen los artistas, las instituciones, los galeristas, los coleccionistas.
¿Qué funciones y responsabilidades tiene como Directora del Museo Tamayo Arte Contemporáneo?
Muchas. Principalmente coordinar a mi equipo para que la institución pueda operar y ofrecer un programa que responda a su misión original: difundir el arte contemporáneo internacional.
¿En qué radica “la energía artística” en cuanto al legado de un hombre como Rufino Tamayo?
En muchos lugares. En el caso específico de Tamayo, no sólo la obra que nos legó y de la cual tenemos algunos ejemplos aquí en el museo, y muchos más en otras colecciones del INBAL y en colecciones privadas dentro y fuera de México. En el caso de este museo específicamente, creo que el legado más importante de Tamayo es la propia idea de crear esta institución, no sólo para resguardar su colección, sino para poder compartir y difundir su interés por el arte contemporáneo internacional.
A 40 años de la creación del Museo Tamayo, ¿cuáles son los nuevos retos y qué proyectos impulsa su gestión?
Pues son muchos y ahora, después de lo que acabamos de pasar con la pandemia, se intensificaron. Las gestiones, los traslados, los viajes, todo se ha vuelto más caro y complejo a nivel global. Estamos en un momento en el que sin duda se tienen que priorizar las colaboraciones, pero eso no forzosamente quiere decir que vaya a ser sencillo llevarlas a cabo.
El próximo proyecto con el que abrirá el museo tras su remodelación es una exposición bastante compleja que celebra el 40 aniversario del museo, titulada Más allá de los árboles. La muestra gira alrededor de los años 1979–1981; desde que se colocó la primera piedra del museo (1979) hasta cuando se inauguró (1981). Llevamos a cabo toda una investigación alrededor, no sólo de la figura de Tamayo y de lo que sucedía en ese momento con su obra y su carrera, sino, también, en torno al suceso inaugural del museo y de todo lo que implicó a nivel de política cultural y de gestión. Asimismo, nos adentramos a explorar lo que representó en su momento el núcleo original de la colección, esto en relación con aquellas cosas que estaban sucediendo fuera del museo y fuera de México. El proyecto se inaugurará el 23 de octubre si todo va bien.
Y después de eso, todavía tenemos muchas incógnitas, ojalá logremos hacer una exposición que ya teníamos planeada hace tiempo que vincula la obra de Julio Galán con la de Guillermo Kuitca, que son dos artistas que fueron contemporáneos y expusieron juntos con frecuencia. Esta exposición la estamos planeando para abril de 2022. Y hay otros proyectos por allí pero todavía no me atrevería a confirmarlos porque tenemos varios cabos sueltos.
¿Cómo ha sido la experiencia de la pandemia para su recinto?, ¿qué proyectos ha desarrollado el Museo Tamayo para continuar acercando su oferta artística a la sociedad?
Fue difícil como para todos los museos, porque hubo que parar en seco lo que empezábamos a hacer. Apenas estábamos gestando un programa y hubo que adaptarlo a las nuevas condiciones que nos dictaba la pandemia sin forzar los contenidos. Eso fue complicado. Una de las cosas, muy de la mano con el proyecto del aniversario, fue cambiar nuestra página por completo y alojar en ella parte de la investigación que estábamos haciendo y de los archivos históricos.
Estamos ahora desarrollando Tamayo 40, un canal por internet del que acabamos de sacar un piloto hace unas semanas. El piloto ya está en línea y se busca que este programa continúe hasta diciembre, complementando al proyecto del aniversario. Esto responde a la idea de adaptar los contenidos a las plataformas digitales, y buscar otras formas de difundirlos que no sea forzosamente una exposición.
¿Qué es lo que le da energía a Magalí Arriola todos los días?
[Se ríe]. No sé… Eso sí no lo sé… Pensar que ojalá sí tengamos la posibilidad de hacer todo esto, de llevar adelante todo lo que hemos estado platicando.
¿De qué manera puede acercarse la comunidad estudiantil de Universidad Humanitas al Museo Tamayo?
Creo que la página es una muy buena herramienta para ver lo que estamos haciendo. Tenemos un programa de voluntariado muy exitoso. Este año aplicaron más de 40 voluntarios, con perfiles muy diferentes que de una u otra forma participan en las actividades del museo. Siempre necesitamos apoyarnos en más gente para elaborar contenidos, involucrarse en los programas públicos y talleres para niños, y aportar ideas y energía desde distintas perspectivas. Es una buena manera de participar.
¡Muchas gracias!
Carlos Omar Noriega Jiménez es Director Editorial de la revista Capitel de Universidad Humanitas.