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EL TELETRABAJO Y EL FIN DEL CENTRO DE EMPLEO

Chiara Ghigliazza, S.O.S. Cortesía de la artista.

por José Suárez

LA REVOLUCIÓN DIGITAL HA MODIFICADO NUESTRA FORMA DE TRABAJAR HASTA EL PUNTO EN QUE ALGUNOS SÓLO NECESITAN UNA COMPUTADORA Y UNA BUENA CONEXIÓN A INTERNET PARA CUMPLIR CON SUS LABORES. ESTA INNOVACIÓN HA TRAÍDO CONSIGO CUESTIONAMIENTOS PROFUNDOS A LOS VALORES Y FORMAS DE ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA.

Cuando uno se detiene a pensar cómo influyó la gran revolución digital en el trabajo es probable que lo primero que vea sea las estanterías y los armarios repletos de archivadores, legajos y documentos guardados bajo llave. Un cúmulo de papelería servía como registro fiel del trabajo cotidiano de cada oficina. Incluso podría pensar en trituradoras de papel siempre a punto, dispuestas a eliminar cualquier evidencia si las cosas se ponían feas y llegaba el momento del “sálvese quien pueda”. Hoy, inmersos de lleno en la tecnología digital, los folios están compuestos de unos y ceros y las trituradoras de papel han dado paso a empresas de seguridad informática que protegen, con más unos y ceros, los archivos informáticos de las empresas.

Sin embargo, esta computarización de los datos no es más que uno de los rasgos más superficiales de la innovación digital. El uso de computadoras y de internet ha puesto en jaque paradigmas de las organizaciones y de la cultura empresarial con una nueva herramienta: el teletrabajo.

El teletrabajo no ha roto más que lo que ha hecho la telefonía móvil: ésta nos permite conversar con cualquier rincón del mundo, hacer videollamadas desde lugares remotos e inaccesibles, recibir correos electrónicos. Ya estamos acostumbrados a que la ubicación y los cables no sean fundamentales para comunicarnos.

Chiara Ghigliazza, Going beyond the limits (Más allá de los límites). Cortesía de la artista.

Cada vez hay más profesionales que sitúan el modelo de teletrabajo como uno de los principales motivadores al cambio profesional; y también son muchos los empresarios que desconfían de esta herramienta.

Chiara Ghigliazza, Constantly growing company (Compañía en constante crecimiento). Cortesía de la artista.

Las ventajas del teletrabajo parecen innumerables, o al menos tanto como lo son los posibles destinos desde los que un empleado puede trabajar con una computadora portátil y conexión a internet. Y no sólo pasa por el placer culposo y ególatra de trabajar desde un apartamento con vistas a tu ciudad favorita, sino que el teletrabajo trae consigo posibles soluciones a grandes problemas de las sociedades del siglo XXI. La congestión del tráfico y su consiguiente contaminación y haber despoblado las áreas rurales, así como el consecuente aumento de los precios de la vivienda en las ciudades son sólo dos de los problemas a los que nos enfrentamos y que el teletrabajo ayuda a aliviar. La conciliación de la vida familiar y la posibilidad de estar más tiempo en casa es otra de las grandes virtudes que no puede dejar de mencionarse a la hora de replantearnos las consecuencias del trabajo remoto.

Entonces, ¿por qué esta herramienta que permite al trabajador cumplir su tarea de forma remota aún levanta suspicacias? No son pocos los empleadores que muestran reticencias a la hora de implementar esta metodología y, aun cuando lo aceptan, se sigue hablando del teletrabajo como un beneficio que se le concede al trabajador y no como un modelo simbiótico del que todos se aprovechan. ¿Acaso este sistema no beneficia también a las corporaciones? A primera vista, el negocio parece perfecto. El ahorro obtenido de no necesitar grandes oficinas en los centros neurálgicos de las ciudades podría ser utilizado en nuevas inversiones que hicieran a la empresa más rentable, o más aún, los dividendos a repartir entre los accionistas serían más suculentos. Por otro lado, el teletrabajo serviría para seducir a los mejores profesionales del mercado, al ser una de las armas más potentes para tentarlos.

El trabajo remoto nos pone como sociedad ante el espejo. Los principales argumentos que esgrimen sus detractores comprenden la falta de vigilancia y control que pueden tener con sus empleados. Foucault, en Vigilar y castigar, anunciaba a la presencia física, la disciplina y el control, como la base de las diferentes instituciones de encierro. Quizás no estamos tan lejos de las alienantes cadenas de montaje. No confiar en el empleado que trabaja fuera del alcance de la vista expone a los jefes a sincerarse y preguntarse si realmente les merece la pena contar con un trabajador en el que no confían si no está frente a ellos.

El uso de computadoras y de internet ha puesto en jaque paradigmas de las organizaciones y de la cultura empresarial […].

Una revolución no es tal sin la ruptura de paradigmas establecidos, y tampoco lo sería si ninguno de sus derroteros conlleva polémica. Romper con lo establecido requerirá de tiempo, paciencia y grandes dosis de confianza. En mi labor como headhunter puedo ver las dos caras de la moneda. Cada vez hay más profesionales que sitúan el modelo de teletrabajo como uno de los principales motivadores al cambio profesional; y también son muchos los empresarios que desconfían de esta herramienta.

Como conclusión, creo que el teletrabajo se impondrá por el desequilibrio en la balanza entre virtudes y desventajas. Seguro creará problemas al inicio y probablemente habrá trabajadores que aprovechen la distancia para bajar su rendimiento, pero, con el tiempo, será una fuente de libertad, reorganización urbana y meritocracia real entre los profesionales. Las primeras empresas que lo implementen serán, como siempre, las que lideren la nueva época. 

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Frente al avance del coronavirus COVID-19 durante los primeros meses de este año y la resolución decretada por varios países de guardar cuarentena obligatoria, el teletrabajo se ha convertido en tendencia generalizada a nivel mundial. Esta situación ha dado lugar a quizás uno de los experimentos más grandes de la historia como alternativa para continuar las actividades productivas sin exponerse al contagio. Habrá que esperar a ver cuáles son los resultados de este ejercicio forzado y cuál será su impacto en la reorganización de los esquemas laborales tradicionales.

Chiara Ghigliazza, Borders (Cover for non-profit magazine Scarp de’ Tenis) [Fronteras (portada para la revista sin fines de lucro Scarp de’ Tenis)]. Cortesía de la artista.

Chiara Ghigliazza es una ilustradora que vive y trabaja en Milán. Su trabajo explora, con frescura e ingenio, las transformaciones sociales y culturales del mundo contemporáneo y nos invita a pensar nuevas formas de experimentar el mundo. chiaraghigliazza.com | Instagram @chiaraghigliazza 

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José Suárez Álvarez es Licenciado en administración y dirección de empresas por la Universidad de Oviedo y graduado del Máster oficial universitario en gestión internacional de la empresa por el ICEX. Actualmente es gerente de la división de búsquedas de ventas y marketing en la consultora especializada Michael Page en Buenos Aires.

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