Barbara Kruger, Untitled (I shop therefore I am), 1987. © Barbara Kruger. Cortesía Mary Boone Gallery, Nueva York.
por Eloísa Hernández Viramontes
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Barbara Kruger es una artista feminista estadounidense que retoma estilos de la publicidad y lo mediático para enfatizar una crítica al papel de la mujer en la contemporaneidad que la encasilla en roles e imágenes preestablecidas por criterios masculinos o generados por el impacto mediático que rige la actualidad.
I shop therefore I am. “Compro luego existo” es una sátira de la frase célebre de René Descartes que se lee en una obra de Barbara Kruger (1945), artista feminista estadounidense cuyo trabajo de las décadas de los ochenta y noventa hace alusión a la identidad de la mujer, a sus estereotipos, a su papel dentro de la sociedad, y a su imagen equívoca en los medios de comunicación.
La idea de existir a través del consumismo, y de la propia mujer consumiendo una imagen que le dictan: maquillaje, cuerpo perfecto, vestidos, zapatos, tinte de cabello, lujo y frivolidad; es una de las perspectivas erróneas que se observan en diferentes medios como la televisión, la publicidad y las revistas. Sí, todavía se conservan las ideas del objeto de deseo, el sexo débil, la personalidad superficial y poca inteligencia.
La producción de Kruger intenta finalizar con este discurso en donde la figura masculina, el dominio y el poder se convierten en sinónimos, lo que conlleva un importante compromiso social. Llama la atención que esta contra-campaña no solo defienda la imagen de la mujer a los ojos del género opuesto, sino también busque erradicar del propio género femenino la idea del deber ser según los parámetros de los mencionados estereotipos, que se vinculan más con la apariencia y menos con la mente y el interior.
Algunas de sus obras que hacen hincapié en la condición que la mujer ha tenido en la sociedad son “Untitled” (I shop, therefore I am), 1987, en donde una mano sostiene un letrero remitiendo irónicamente al consumismo; “Untitled” (Your body is a battleground), 1989, que muestra una cara femenina cuya imagen está dividida en positivo y negativo, mencionando que el cuerpo es un campo de batalla, lo que connota a las cirugías plásticas y a la violencia doméstica. En “Untitled” (It’s a small world but not if you have to clean it), 1990, se observa a una mujer con una lupa aumentando el tamaño de uno de sus ojos, y sobre ella se puede leer que el mundo es pequeño, pero que no lo es si tienes que limpiarlo, evocando al rol de ama de casa; y “Untitled” (Not stupid enough), 1997, en donde a un close-up del rostro de Marilyn Monroe se interpone la frase que alude a la mujer bella pero estúpida.
Las obras de Kruger están creadas a manera de collages y fotomontajes, con la fuerza visual de imágenes en blanco y negro en donde se ven rostros de mujeres, niñas o fragmentos de cuerpo, sobre las cuales superpone textos con llamativos fondos rojos usando tipografía semejante a los medios impresos.
De esta manera, a través de una enérgica carga de ironía reflejada en frases provocadoras, y con los procedimientos de apropiación que emplea desde la publicidad, Kruger evidencia la construcción de estos estereotipos y, a partir de estas propuestas con una estética mediática intenta desarticular las creencias que sitúan al género femenino bajo una perspectiva consumista que la encasillan como materialista y superficial.
La artista desmitifica el papel de la mujer con frases que impactan en la parte visual y crean el contexto de referentes y asociaciones de significados de la obra. Su producción cuestiona las realidades que significan más de lo que denotan. Según Simon Morley¹, los mensajes de Kruger, aunque se familiarizan con las formas mediáticas, no son ambiguos y actúan en contra de una asimilación fácil propiciando una decodificación rigurosa.
De igual modo, la identidad e imagen de la mujer tampoco deben asimilarse a través de estereotipos establecidos por los medios de comunicación y la sociedad, pues son mucho más complejas que la falsa idea de la muñeca plástica o la esposa resignada. Es momento de concientizar profunda y seriamente sobre la mujer, e identificarla con el valor, la inteligencia, la fuerza y la capacidad que tiene para desarrollarse en las distintas áreas en las que participa y deje de ser percibida, por fin, como un género que se compra, o que consume y luego existe.
1. Simon Morley. Writing on the wall, Estados Unidos, Universidad de California, 2003, p. 181.
Barbara Kruger, Untitled (We are not what we seem), 1988. © Barbara Kruger. Cortesía Mary Boone Gallery, Nueva York.
Barbara Kruger, Untitled (Your body is a battleground), 1989. Colección The Broad Art Foundation, Los Angeles. © Barbara Kruger. Cortesía Mary Boone Gallery, Nueva York.
Barbara Kruger, Untitled (It's a small world but not if you have to clean it), 1990. Colección Museum of Contemporary Art, Los Angeles. © Barbara Kruger. Cortesía Mary Boone Gallery, Nueva York.
Eloísa Hernández Viramontes es Maestra en arte moderno y contemporáneo.