Todas las imágenes de Julia Geiser. Cortesía de la artista..
por Eduardo Paniagua
LA VOLUNTAD INDIVIDUAL Y COLECTIVA DE CONVIVIR DE MANERA ARMÓNICA SIRVEN DE BASE PARA TODAS NUESTRAS RELACIONES E INTERACCIONES SOCIALES. ESTE ACUERDO NO HABLADO SE MANIFIESTA EN LAS NORMAS QUE SEGUIMOS TODOS LOS DÍAS Y QUE NOS PERMITEN, DE ACUERDO CON LA LEY, LLEVAR UNA VIDA DIGNA Y ORDENADA.
La voluntad se manifiesta con la intención de producir consecuencias de derecho que deben ser reguladas por la norma, a fin de crear, extinguir y modificar los derechos y obligaciones de un acto jurídico, que aparece día a día.
Desde que despertamos e interactuamos con otros individuos se inicia la manifestación de nuestra voluntad: si queremos tomar un taxi para transportarnos al trabajo, desde el momento que levantamos la mano y hacemos la parada, estamos manifestando la voluntad de hacer un contrato de prestación de servicio de transporte, en el que, aunque no esté implícito un contrato formal, sí, uno consensual. En dicho contrato se manifiesta la voluntad de las partes (ser transportado por una parte y prestar el servicio por la otra), el pago correspondiente, y podemos ver que se cumplen los elementos de existencia de este convenio, mediante: (1) La manifestación de la voluntad de las partes, (2) el objeto, (3) que el acto se encuentre dentro de la norma y (4) el protocolo necesario para llevarse a cabo.
Los individuos que vivimos en una sociedad implícitamente estamos de acuerdo, es decir, tenemos la voluntad de que nuestras relaciones estén reguladas por una norma, para así lograr que una sociedad conviva en paz y armonía, ya que si esta voluntad no fuera manifiesta nuestra convivencia sería un caos. Por lo anterior, cumplimos con la norma, aun sin haber firmado un convenio, por ejemplo, cuando tomamos nuestro auto para transportarnos desde el inicio sabemos que debemos circular por la derecha, y que en cada semáforo cuando se ponga una luz roja, deberemos detenernos y avanzar cuando se ponga en verde. No existe un convenio o una manifestación expresa de mi voluntad de respetar las normas, sino que están establecidas en la Ley, a fin de que las vías de comunicación sean accesibles para todos los que circulamos y así no caer en el caos de no respetarlas.
Así se regula nuestra vida diaria y no necesita estar firmada o notariada ante un fedatario público, ya que nuestra voluntad de vivir en el marco del derecho acepta plenamente las normas de convivencia, y todo aquel que viole este acuerdo, violentará esta voluntad y las normas establecidas. Es importante mencionar que, tanto en los contratos como en los convenios, se respeta la voluntad de las partes, o de una de ellas, de cumplir o hacer cumplir los acuerdos, ya que si no existiera tendríamos que buscar otra forma de poder convivir en armonía. Porque no existe momento del día que no manifestamos nuestra voluntad, a pesar de que tanto la Constitución como las normas morales nos indican que tenemos el libre albedrío, esto no significa que por ello se tengan que romper las reglas y los acuerdos establecidos.


Los individuos que vivimos en una sociedad implícitamente […] tenemos la voluntad de que nuestras relaciones estén reguladas por una norma […].
Regresemos al ejemplo del contrato: para que exista, el primer elemento de existencia es la manifestación de la voluntad de las partes, después el objeto, y que este acuerdo se encuentre dentro de la norma. Sin embargo, para que este contrato pueda tener vida jurídica, es necesario cumplir también con los elementos de validez, es decir, si este acuerdo de voluntades está respaldado por la norma. Esto último es importante, ya que por ejemplo, si el convenio se refiere a la compraventa de huevos de tortuga podría cumplir cabalmente con los elementos de existencia (manifiesta la voluntad, el objeto -compraventa de huevos de tortuga-, y la compraventa misma), pero al analizar los elementos de validez, tendremos entonces que saber, si este convenio es lícito. Sabemos que la misma Ley prohibe la venta de huevos de tortuga al por mayor, por lo que cuando se revise la existencia del contrato podremos saber entonces que aun cuando hemos manifestado nuestra voluntad y se cumpla con los elementos de existencia, podría no ser válido, y por tanto dejar de existir antes de empezar su vida jurídica.
Un ejemplo más a la moda sería el servicio de Uber. Se sabe que desde el momento que se descarga la aplicación, se manifiesta la voluntad de recibir un servicio de transporte y pagar el costo correspondiente, pero este contrato, a pesar de existir, en algunos estados es ilícito, ya que no se ha autorizado, así que a pesar de la manifestación de la voluntad y que el servicio se encuentre dentro de la Norma, Uber aún no cuenta con una concesión de transporte de pasajeros, y por tanto debemos saber que es ilegal.
En conclusión, la voluntad es uno de los elementos más importantes de la norma, y por tanto su cumplimiento podría significar la diferencia entre que exista un contrato o se viole una ley. Por esto, debemos tener mucho cuidado cuando manifestamos nuestra voluntad, porque seguramente ésta se encuentra regulada por la Ley, ya sea positiva o negativamente, e incluso pueda ser un delito, no saber que podemos estar manifestando la voluntad de un acto o hecho ilegal.
Eduardo Paniagua es Maestro en contabilidad y especialidad en impuestos, perito tributario, fiscal, contable, administrativo y económico.