José Gil, Stephen Hawking, 2014. Cortesía del artista.
por Carlos Azar
SI BIEN EL GENIO MUSICAL DE LA COMPOSITORA Y PIANISTA ALEMANA FANNY MENDELSSOHN NO TUVO EL RECONOCIMIENTO MERECIDO EN SU TIEMPO, HOY PODEMOS APRECIAR SU INTELIGENCIA, VOLUNTAD Y RESILIENCIA A PARTIR DE SUS ARMONÍAS MUSICALES.
Nacida el 14 de noviembre de 1805, cinco años antes que su hermano Félix, Fanny Mendelssohn‑Hensel estudió piano, igual que su hermano, educada por su madre, para luego ingresar a la cátedra del maestro Ludwig Berger. Ambos Mendelssohn, hijos de una familia de banqueros pudientes, recibieron una educación musical privilegiada envidiada por grandes músicos como Wagner y Schumann. Entraron a la sociedad musical en Berlín a muy temprana edad y recibieron educación en teoría y composición musical por parte de Carl Friedric Zelter, el hombre responsable de moldear la escena en Berlín entre 1810 y 1820. Zelter introdujo a los Mendelssohn con Goethe.
Mientras Fanny vio a su hermano convertirse en director de orquesta –llenar conciertos, conocer a la Reina Victoria y fundar el Conservatorio de Leipzig–, ella se tuvo que limitar a dar conciertos para su familia y conocidos. Ante esta situación, los hermanos Mendelssohn debieron optar por una solución que en ese momento benefició a ambos, pero que perjudicó la visión que la historia tuvo acerca de la carrera de Fanny: Félix firmaría con su nombre varias de las obras compuestas por Fanny con el fin de sacarlas a la luz, como sucedió con una de las canciones del opus 8 (que Félix tocaría frente a la Reina Victoria) o con la famosa Sonata de Pascua, que muchos años se creyó que la había compuesto Félix, pero que en 2010 se demostró que la obra era de la autoría de Fanny.
En sus primeros años, Fanny fue quien recibió la mayor cantidad de ovaciones públicas. Sorprendía su capacidad técnica de interpretación y era capaz de destacar tanto en los preludios de El clave bien temperado de Bach, como en la música de los primeros autores románticos, como John Field o Charles Alkan. Sin embargo, la escena pública no estaba lista para recibir a una compositora y pianista.
[…] los siglos no han permitido que Fanny sea olvidada y, por el contrario, actualmente es motivo de varias líneas de investigación para […] recuperar el lugar que ocupa en la historia de la música”.
La carrera de Fanny como pianista terminó pronto. Ni su condición social ni su género le permitían aspirar a tener una. A diferencia de Clara Wieck, también conocida como Clara Schumann, que necesitaba tocar en público para sobrevivir, de Fanny se esperaba que se casara, creara una familia, y que su talento sirviera para amenizar las reuniones que, en su casa, se llevarían a cabo. Así se lo hizo saber su padre en una carta famosa que le escribió cuando Fanny cumplió los 15 años:
“Lo que me escribiste en una de tus cartas sobre tus actividades musicales en relación con Félix está tan bien pensado, como lo está escrito. Quizás para él la música se convierta en su profesión, mientras que para ti siempre permanecerá como un ornamento; nunca podrá ni deberá convertirse en la base de tu existencia y vida diaria”.
Nueve años después, Félix viajaría a Londres para ser presentado en la Sociedad Musical inglesa, mientras que Fanny, ese mismo año, se casaría con el pintor Wilhelm Hensel y su nombre cambiaría a Fanny Mendelssohn-Hensel. Félix tenía 19 años y ella, 24, nunca se habían separado y a partir de entonces, la vida de los Mendelssohn no sería la misma. Aun así, se volverían a unir, ya que ambos morirían en 1847.
Sin embargo, los siglos no han permitido que Fanny sea olvidada y, por el contrario, actualmente es motivo de varias líneas de investigación para rescatar gran parte de su obra y recuperar el lugar que ocupa en la historia de la música.
La fuerza interior que se destaca en el Nocturno en sol menor la insertan en esa tradición que abrió Field y llevó a la cúspide Chopin, así como la tristeza amplia que abre la Fantasía para cello y piano y estalla al final de la obra nos convocan a no perder de vista la clase de compositora que es. Varias de sus obras son puertas abiertas que nos llevan de la mano hasta El año, ese ciclo imponente de 12 preludios, como 12 meses, y un postludio, para piano solo, que descubre la forma en que Fanny Mendelssohn conocía el instrumento y con qué vigor era capaz de descubrir la voz del mismo.
Carlos Azar es Corrector de estilo de la revista Capitel de Universidad Humanitas.