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LA NATURALEZA

por Álvaro Caso y Marcia Hiriart
imágenes de Laurent Grasso

REFLEXIONES FILOSÓFICAS Y CIENTÍFICAS SOBRE LAS DIVERSAS INTERPRETACIONES QUE DAMOS A LA NATURALEZA Y SUS CONTRAPARTES —‘LO ARTIFICIAL’, ‘LO SOBRENATURAL’ Y ‘LO ANTINATURAL’ O ‘CONTRA NATURA’— SON DE GRAN RIQUEZA PARA DESARMAR LOS JUICIOS MORALES DETRÁS DEL TÉRMINO Y COMPRENDER LA MAGNITUD DE SU ESPLENDOR.

Asumimos que la naturaleza es la esencia de la vida, de todos los seres vivientes. Una red intrincada de hábitats y ecosistemas que dan lugar a la biodiversidad. Cuando se dice de algo que es natural, es difícil saber exactamente qué se predica de ese algo. Por ejemplo, en la oración “Es natural que estemos nerviosos”, “natural” es casi sinónimo de “normal”, pero en la oración “Los ángeles no son naturales; son seres sobrenaturales” lo natural se refiere al mundo físico. A veces, lo natural también conlleva una carga moral, como cuando se califica una acción de “acto contra natura”, y otras veces nos conmina a aceptar sin protestas algunos sucesos, como cuando se habla de “fenómenos naturales”. Posiblemente el contraste más frecuente, aquel en el que casi siempre pensamos cuando se dice que algo “es natural”, sea con lo artificial. Se entiende por natural aquello que no ha sido modificado por acciones humanas. Éste último es el sentido en que se dice que tenemos que cuidar la naturaleza.

Esta acepción se ha vuelto preeminente debido a que hemos tomado conciencia de que las actividades humanas no son inocuas. Ya prácticamente ningún científico pone en duda que el cambio climático es antropogénico. La conciencia de que nuestros consumos de energía y recursos bióticos tienen un impacto, no sólo en los ecosistemas locales sino a nivel planetario, ha puesto en el centro de nuestro imaginario colectivo el contraste entre lo humano y lo natural. Sin embargo, esta idea de las personas como algo ajeno a la naturaleza tiene un pedigrí añejo. Por lo menos desde la Biblia “el hombre” se concibe como ajeno a la naturaleza. Se crea un ser humano, hecho a semejanza de Dios, como único entre los seres vivos por poseer un espíritu no natural. Es importante señalar que esta concepción de la naturaleza como fuente inagotable de recursos, que podemos usar para nuestro beneficio sin preocupaciones, es uno de los principales fundamentos de quienes se oponen a las medidas necesarias para frenar el cambio climático y la destrucción sistemática de la naturaleza.

A esta visión del “Hombre” como centro y amo de la naturaleza se opone la visión de la ciencia. Desde que Charles Darwin publicara El origen de las especies sabemos que el ser humano es Homo sapiens, es decir, una especie más entre los millones de formas que han habitado la Tierra con un antepasado común. Para la ciencia, la naturaleza es el sujeto de estudio, la fuente de nuestra curiosidad. Queremos entender sus complejas relaciones y desde las neurociencias, comprender cómo percibimos el mundo y cómo están reguladas las redes neuronales que permiten la adaptación de las especies al medio y sus cambios de conducta. Hemos avanzado lo suficiente para saber que la conciencia y sus productos, nuestros inventos y construcciones, es decir lo artificial, provienen del funcionamiento de un órgano, el cerebro, totalmente natural. Ya no hay esa brecha infranqueable entre lo natural, sujeto a leyes físicas inquebrantables, y el espíritu humano libre e independiente. Somos, indefectiblemente parte de la naturaleza. Las neurociencias son la naturaleza que se estudia y se comprende a sí misma.

Sin embargo, aunque sabemos que todo lo humano es natural, es útil mantener el contraste con lo artificial, porque debemos conservar la conciencia de que es la actividad humana la que está cambiando el mundo que nos rodea. En este sentido, es importante que nos hagamos cargo de que la naturaleza es mucho más frágil que nuestra concepción de ésta. Lo que ahora nos venden como la naturaleza impoluta, suele estar fuertemente intervenido por la actividad humana. En el mismo sentido, nuestra conciencia de la importancia del mundo natural nos puede llevar a sentarnos en el camellón de una avenida y sentirnos en contacto con la naturaleza. Es mejor que pasar 16 horas frente a una computadora, pero es importante recordar que lo que queremos conservar como naturaleza, es otra cosa. 

Por otro lado, nuestra relación multifacética con lo “natural” como algo físico, biológico o moralmente deseable, nos hace propensos a asignarle a lo natural propiedades que no tiene. Ésta es la base de algunas medicinas alternativas sin fundamento; se prefiere lo natural a lo elaborado por los humanos, lo natural sobre lo artificial. Se sabe, sin embargo, que en la enorme mayoría de los casos son mucho más efectivos, y sobre todo mucho menos peligrosos, los medicamentos farmacéuticos. No todo lo natural es bueno, ni siquiera es generalmente mejor que lo artificial; casi siempre es más impredecible. 

Por todo esto, la naturaleza nos resulta fascinante. Al contemplarla en toda su enormidad, nos invade siempre esa conciencia de lo sublime e inabarcable que nos llena de admiración, nos quita el aliento y nos provoca un estado de reverencia. Contemplar un paisaje salvaje, la bioluminiscencia en el reventar de las olas en una noche clara, la majestuosidad de la Vía Láctea son parte del significado de la vida. Edmund Burke, en 1757, publicó A Philosophical Enquiry into the Sublime and Beautiful en donde describió este sentimiento (awe, en inglés). También Carl Sagan hizo referencia a eso que algunos llaman espiritual y que causa la naturaleza. Y éste, como todo sentimiento interesante, también es un campo de estudio de las neurociencias.   

Somos, indefectiblemente parte de la naturaleza. Las neurociencias son
la naturaleza que se estudia y se comprende a sí misma.

Todas las imágenes: Laurent Grasso, de la serie Future Herbarium (Herbario futuro). Cortesía del artista y Sean Kelly New York. Fotografías © Claire Dorne.

Al contemplarla en toda su enormidad, nos invade siempre esa conciencia de lo sublime e inabarcable que nos llena de admiración, nos quita el aliento y nos provoca un estado de reverencia.

Laurent Grasso es un artista contemporáneo francés que integra la ciencia, la filosofía y el pensamiento futurista para ofrecer nuevas interpretaciones sobre lo natural y cómo podemos ampliar nuestra comprensión de este concepto. ​Sus videos, esculturas, pinturas y dibujos pretenden recrear fenómenos para presentar imágenes que descolocan nuestra realidad y nos invitan a nuevas reflexiones sobre ella.​ Su obra está representada por la galería ​Sean Kelly New York. www.skny.com | www.laurentgrasso.com

Álvaro Caso Chávez es filósofo, escritor, artista y artesano.

Marcia Hiriart Urdanivia es una científica e investigadora mexicana. Desde 1988 trabaja en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, del que fue directora por ocho años. Sus investigaciones versan sobre la obesidad y la diabetes mellitus.

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