Richard Serra, La materia del tiempo (The Matter of Time), 1994–2005. Cortesía del Guggenheim Bilbao Museoa. guggenheim-bilbao.eus/obras/la-materia-del-tiempo
por Mariana Pérez
EN NUESTROS DÍAS, LA ESCULTURA BUSCA DESMARCARSE DE SU TRADICIONAL VISIÓN ESTÁTICA PARA OFRECERSE COMO UNA EXPERIENCIA PERCEPTIVA Y EN MOVIMIENTO. LA OBRA DEL ESCULTOR NORTEAMERICANO RICHARD SERRA, INDISCRETA, MONUMENTAL Y POTENTE NOS RECUERDA QUE EL CARÁCTER SE REMITE A LA CONFIANZA Y A LA CONTUNDENCIA DE LA VOZ PROPIA.
En el ámbito de la escultura contemporánea, el nombre de Richard Serra no necesita presentación. Doctor Honoris Causa por las universidades de Yale, Londres y Navarra, en 2010 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las artes y ha protagonizado grandes muestras retrospectivas en recintos como el MoMA en Nueva York o el Museo Reina Sofía en Madrid. Norman Foster lo calificó como “el más grande de los escultores vivos”, y más de uno coinciden con esta opinión. Sin embargo, a pesar de todo esto, una de sus colosales obras de arte público terminó convertida en chatarra ocho años después de haber sido instalada. La pieza, Tilted Arc (Arco inclinado, 1981), consistía en un muro de acero curvado suavemente de 3.84 metros de altura por 38 metros de longitud y fue creada para colocarla de manera permanente en Foley Square, un espacio abierto en la plaza federal en Nueva York. Desde el momento en que fue montada, comenzaron las quejas de los trabajadores de los edificios que rodeaban la plaza, pues la escultura les obstruía el paso. La inconformidad creció hasta juntar 1 300 firmas que pedían la remoción de la pieza, lo cual fue aprobado en 1985 por una audiencia pública. La respuesta de Serra fue una demanda por 30 millones de dólares, porque argüía que el desmantelamiento de la escultura violaba su contrato con el gobierno y sus derechos constitucionales de libertad de expresión. El fallo no le fue favorable y en 1989 la misma agencia federal que había comisionado e instalado la pieza, se encargó de desmantelarla.
[…] presencia vehemente que reclama nuestra atención.
Todas las imágenes: Richard Serra, La materia del tiempo (The Matter of Time), 1994–2005. Cortesía del Guggenheim Bilbao Museoa. guggenheim-bilbao.eus/obras/la-materia-del-tiempo
Aunque la polémica de Tilted Arc no representa la respuesta que ha recibido el quehacer artístico de Serra, el caso pone de relieve uno de sus rasgos más característicos: su presencia vehemente que reclama nuestra atención. Serra no es un hombre acostumbrado a susurrar; lejos de proponer alteraciones sutiles al entorno cotidiano en las que el receptor debe buscar intencionadamente el acercamiento con la obra, sus descomunales bloques de metal impactan al transeúnte de manera frontal y directa. Quizá esto es lo que puede entenderse como carácter en el arte: no tanto el conjunto de rasgos distintivos que permiten identificar el estilo de uno u otro creador, sino la potencia y contundencia de su voz artística.
¿Y a qué apuntan estos monumentales paisajes de acero a los que Serra nos enfrenta? La respuesta puede esbozarse a partir de las palabras con las que el escultor defendió su decisión de dividir la plaza federal en dos con Tilted Arc. El artista aclaraba que su intención era “comprometer al público con un diálogo que realce, tanto conceptual como perceptivamente, su relación con la plaza”. Desde ese entonces, el interés de Serra traspasa los límites del objeto escultórico para abarcar la reconfiguración del espacio en el que dicho objeto es emplazado. El foco de atención está en la experiencia perceptual del receptor, cuyo encuentro con la escultura modifica las relaciones espaciales y materiales de su entorno. En piezas como Promenade (Paseo), la instalación de cinco rectángulos de acero de 17 metros de altura que realizó en el Grand Palais de París para el festival Monumenta 2008, queda claro desde el título de la obra que más que contemplación, Serra propone una experiencia que implica un desplazamiento. Ha dejado fuera los pedestales tradicionales de la escultura que encuadran nuestra mirada desde una perspectiva estática y central, para proponer un cuerpo en movimiento a través del tiempo.
Una de las obras más aclamadas de Serra, considerada incluso por el propio autor como una de sus creaciones más sobresalientes, es The Matter of Time (La materia del tiempo), conjunto de siete esculturas creado en 2005 por encargo para el Guggenheim de Bilbao. El conjunto se une a la gigantesca escultura Snake (Serpiente), creada entre 1994 y 1997 para su emplazamiento permanente en el mismo museo, con motivo de su inauguración. Juntas conforman una instalación monumental en la que sinuosas hojas de acero oxidado de cientos de toneladas se entrelazan mediante formas elípticas y espirales. A medida que el visitante camina entre ellas, las esculturas parecen transformarse inesperadamente y generan una vertiginosa sensación de espacio en movimiento. La escultura es ahora un objeto transitable que el receptor transforma con cada paso.
Así, tras más de cincuenta años de trayectoria, el carácter de la obra de Richard Serra se sigue definiendo a partir de aquello que los oficinistas neoyorquinos encontraron tan chocante: la indiscreta modificación del espacio, la monumentalidad que sale a nuestro encuentro sin preámbulos y sacude nuestro entumecimiento cotidiano.
[…] el interés de Serra traspasa los límites del objeto escultórico para abarcar la reconfiguración del espacio en el que dicho objeto es emplazado.
Mariana Pérez es Historiadora del arte y trabaja en proyectos de educación artística y cultural.