Patricia Sloane. Fotograma de la entrevista con motivo de la entrega del Premio Montblanc a Aimée Labarrère de Servitje, 2019.
por Carlos Omar Noriega Jiménez
ESTA CONVERSACIÓN CON LA CURADORA, PROMOTORA Y GESTORA CULTURAL PATRICIA SLOANE NOS PERMITE CONOCER UNA DE LAS EXPERIENCIAS MÁS RICAS E INTERESANTES DEL ARTE CONTEMPORÁNEO EN MÉXICO.
¿Cómo inició su carrera profesional en el mundo del arte?
Yo diría que mi carrera profesional ha sido justamente la sucesión y acumulación de múltiples experiencias —en plural— profundamente transformativas que se fueron convirtiendo en una vida dedicada específicamente al arte contemporáneo.
Siempre me gusta contar que el momento de epifanía fue al salir de un elevador del MoMA y descubrir una obra de Cy Twombly que me dejó marcada para siempre. Eso es cierto, pero desde luego que mi relación con la cultura y el arte, viene tanto de una excelente educación escolar como de una propensión intuitiva, seguramente heredada. Recordemos que a fines de la década de los setenta, aún era posible y válido el aprendizaje empírico frente a una educación formal, sobre todo en el ámbito de la gestión cultural.
Llegué a las artes visuales después de una larga temporada de formación en la producción cinematográfica que en los setenta era una comunidad igualmente pequeña que la del arte. Ahí tuve la enorme suerte de trabajar con Carlos Velo, un gran maestro, un jefe muy exigente y un innovador perpetuo.
¿Qué experiencias recuerda de la galería Sloane-Racotta y cuál fue la importancia de dicho espacio en el marco del arte contemporáneo en México?
La idea detrás de Sloane-Racotta (noviembre 1980-enero 1993) está basada en mi convicción de que el sistema de galerías en México se había paralizado frente a lo que yo veía en las frecuentes visitas a mi madre en Nueva York. Tras una campaña apasionada, cumplimos la meta de abrir una galería en México que propusiera una agenda más experimental y quizás también más relajada en cuanto a la interacción con otras disciplinas. Estaba dirigida a un público joven, principalmente profesionistas, cosa que explica nuestra fragilidad económica permanente, pero en revancha manteníamos el prestigio con un programa muy audaz para la época. Yo pretendía que esto podía articularse con una nueva generación de coleccionistas, además de ser un parteaguas importante para introducir un aprendizaje a nuevos soportes y lenguajes.
De hecho, el lanzamiento de la galería se hizo con la exposición Noche Fantástica de Alberto Gironella, con un montaje museográfico in situ, diseñado por Patricia Ortiz Monasterio y Jaime Riestra. Tras el éxito de este primer experimento, seguimos con otras exposiciones y poco después, Patricia y Jaime decidieron abrir la Galería OMR. Tras la apertura de la OMR, siguió la Galería de Arte Contemporáneo de Benjamín Díaz. Y así continuó la historia.
Usted ha sido directora del Museo de Arte Carrillo Gil, coordinadora de la presencia de México en las bienales de Estambul y Johannesburgo, cofundadora del Patronato de Arte Contemporáneo (PAC), integrante del Comité organizador del Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SITAC), asesora de la Dirección General de Artes Visuales de la UNAM (DIGAV), ¿Cómo define usted el concepto de la experiencia, tema central de la presente edición de Capitel?
La experiencia no es sólo la acumulación de tiempo dedicado a una profesión o disciplina. En el caso de la cultura tiene que ver con la expansión de los horizontes y con la capacidad para asumir riesgos, pero sin dejar de cuidar la brújula de la calidad. También tiene que ver con capitalizar lo aprendido y mantener la curiosidad. Todos esos cargos o actividades a los que se refiere esta pregunta, son vigentes. Son proyectos que crecen y cambian constantemente. En mi caso, todo es un fragmento de mi vida que ahí está. Cada instante, cada memoria, cada recuerdo sigue una función viva en cuanto a su utilidad hacia el futuro. Es una cuestión de perseverancia y dedicación. Una puerta bien abierta nunca se cierra.
Un ejemplo de eso es la edición de dos libros que hice por encargo. El primero fue publicado por UBS en 2011 bajo el título Lingua franca, un continente llamado América Latina. Es el resultado de mis viajes, contactos y observaciones a lo largo de la década anterior. El segundo, Licenciado Verdad publicado por J.P. Morgan en 2018, recoge los testimonios de una época en la que el arte contemporáneo tuvo un momento de gran efervescencia con la llegada de un contingente muy nutrido de artistas extranjeros a la Ciudad de México, además de la creación de nuevos espacios de exhibición. El resultado de ese fenómeno de interacción entre los artistas locales y extranjeros fue el preámbulo a lo que es hoy la plataforma de museos y del mercado del arte contemporáneo en México.
Claro que nada de esto se logra sin una potente red de apoyo mutuo. Es obvio que cada paso se camina al lado de maestros, interlocutores y colaboradores que van acompañando este andar siempre intenso de estar picando piedra.
Platíquenos un poco sobre el PAC. ¿Qué es, cómo inicia, cuál es su función principal y qué proyectos tiene?
¡Claro! El PAC es el resultado real de una iniciativa de Osvaldo Sánchez para agenciar un patronato para el Museo Carrillo Gil. En un primer acercamiento con Magda Carranza de Akle para invitarla a asumir la presidencia de ese proyecto, llegamos a la conclusión de que el vínculo inamovible con una entidad del Estado nos limitaría mucho, al tener que adherirnos a una normatividad ajena a nuestros intereses como sociedad civil.
Además, la idea era no sólo acercarnos a gente de dinero, sino crear una Mesa Directiva incluyente con especialistas del gremio capaces de comunicar de manera más profesional las razones para apoyar las iniciativas que queríamos crear y promover. Tras una renovación implementada por nuestra actual presidenta, Aimée Labarrère de Servitje, hoy el PAC cumple 20 años de trabajo y creo que su presencia ya está muy consolidada en la comunidad.
[…] cada paso se camina al lado de maestros, interlocutores y colaboradores que van acompañando este andar siempre intenso de estar picando piedra.
Juan José Gurrola frente a su obra Constantinopla! Exposición Blanco y Negro, Galería.
SITAC. SITAC XIII. Nadie es inocente. Fase 1, 15 y 16 de abril de 2016. En la foto, una de las mesas de Producción del valor del arte, el que habla es Pascal Gielen y está con Marina Vishmidt (izquierda) y Brenda Caro como moderadora (centro).
[La experiencia] tiene que ver con la expansión de los horizontes y con la capacidad para asumir riesgos, pero sin dejar de cuidar la brújula de la calidad.
Vicente Rojo frente a las esculturas instaladas en la explanada del MUAC/CCU/UNAM para la exposición
Escrito / Pintado, 2015.
Una de las iniciativas más interesantes a favor de la producción artística en México en el contexto de la pandemia ha sido el Fondo de Apoyo PAC/Covid-19. ¿Cómo inició, qué experiencias ha dejado y cuáles son los proyectos venideros en la línea de esta iniciativa?
Es cierto. Una vez más, la libertad con la que opera el PAC nos permitió reaccionar de manera ágil a una situación que sabíamos que iba a repercutir de forma inmediata y muy negativa en la vida cotidiana de los artistas, los curadores y los espacios independientes. Tomamos la temeraria decisión de cancelar nuestra convocatoria anual, ya en curso, y dimos un viraje repentino para redistribuir esos mismos fondos con otra lógica, más adecuada al momento histórico que estábamos presenciando.
¿Cómo fue su experiencia como Tesorera del Comité Internacional de Museos de Arte Moderno (CIMAM)?
Fui muy feliz. Y sentí que por primera vez estaba México en un lugar de pares a la altura de nuestra gran producción artística y de la calidad de nuestros museos. Contrario a lo que se podría pensar, el CIMAM es una operación minúscula cuyo mérito es mantener un perfil de gran calidad y de congregar a cada vez más profesionales de museos en torno a un discurso cada vez más complejo.
Más allá de su asociación con el ICOM que es un aparato enorme, el CIMAM tiene la virtud de interesarse a fondo en los temas del bien común y del desarrollo de contenidos. Esto se hace mediante la organización de un congreso anual patrocinado cada vez por un museo en un país/continente distinto. El Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) tuvo el gran acierto de invitar al Museo Tamayo para copatrocinar la primer Conferencia Anual del CIMAM en América Latina. Esto nos dio una visibilidad que se mantiene viva en la comunidad internacional.
¿Qué responsabilidades tiene un asesor de la DIGAV de la UNAM y de qué manera se involucra en los proyectos?
En el momento que la entonces Directora General de Artes Visuales de la UNAM y del MUAC, Graciela de la Torre (Consulta la Entrevista a la Maestra Graciela de la Torre, la fuerza de la inteligencia, la congruencia y la honestidad, publicada en la edición 16 de Capitel), me dio ese cargo en la organización y construcción de un nuevo museo para el arte contemporáneo en México, mi rol era acompañarla a fin de asegurar el buen camino hasta la apertura del museo, concretamente respecto de la comunidad del arte contemporáneo ya muy desarrollada en el cambio de siglo. El rol de asesor es muy útil, pero hay que entender que es una actividad muy cambiante, porque depende de la evolución tanto de la agenda diaria, como de la visión a mediano y largo plazo del museo.
¿Qué opinión puede brindarnos respecto de la situación actual del sector cultural en nuestro país y qué propuestas podría compartir con nosotros a favor de dicho sector?
He seguido muchos de los foros que están en línea. Sin que parezca una apología de mi propia familia, yo diría que la Cátedra Inés Amor que organiza la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM le ha dado al clavo con un análisis a fondo de los grandes temas de rezago respecto no sólo de los museos, sino del lugar que ocupa la cultura en la vida cotidiana del país.
¿Cuál es el mayor reto que ha logrado vencer en el ámbito profesional? ¿Algo más que quiera compartir con nosotros?
Pienso que es vivir de mis ingresos. Durante los quince años de la galería nunca lo logré. Las cosas se suavizaron después, pero fuera del mercado del arte, el trabajo es muy castigado económicamente. El reto real de cualquier profesional en el sector cultural mexicano es mantener la línea y combatir las adversidades.
Carlos Omar Noriega Jiménez es Director Editorial de la revista Capitel de Universidad Humanitas.