Julie Cockburn, Viewpoint (Punto de vista), 2012. Cortesía de la artista.
por Abraham Godínez Aldrete
DE ACUERDO CON KANT, LOS CONCEPTOS SON CONDICIÓN DE POSIBILIDAD DE CUALQUIER EXPERIENCIA. POR ESTO ES IMPORTANTE EXPANDIR NUESTRO MUNDO Y CONCIENCIA CON UNA GAMA AMPLIA DE NOCIONES QUE NOS PERMITAN VIVIR UNA VIDA MATIZADA, COMPLEJA Y EN RENOVACIÓN CONTINUA.
“[…] por mera intuición nada se piensa”.
Immanuel Kant
Nadie puede dudar que la vida es incierta y contradictoria. Un señor llega a una conclusión, y al día siguiente se da cuenta de que estaba equivocado. Apenas uno cree que ha comprendido algo y las cosas se muestran diferentes: ya no se sabe, por ejemplo, si la belleza causa el deseo o el deseo crea la belleza. La realidad se transforma. Conforme pasan los años, técnicamente uno tendría que tener dominado el mundo. Pero después de décadas de amarrarse las agujetas del mismo modo, parece mentira que de repente los nuevos zapatos no puedan sujetarse. El mundo cambia sin conciencia, se modifica como si nunca lo hubiera hecho antes. Una pintura se modifica cuando observamos algo que no habíamos visto: una luz, una sombra, un gesto, y los sueños, esas alucinaciones encriptadas, cambian cada vez que las narramos. Sin embargo, en lo más confuso hay algo que siempre pugna por ser comprendido de diferente manera: la infancia, el amor perdido, las nubes, los poemas de Neruda. Todo ser humano tiene en sí un afán de comprensión. Pero el problema es que nunca estamos muy seguros de lo que hemos vivido: un acontecimiento pudo haberse comprendido de un modo, pero de repente una plática, una conversación cualquiera, un detalle, una pregunta, un comentario minúsculo hacen que la historia cambie.
En Crítica de la razón pura, Kant dice que la experiencia se regla por los conceptos. Esto significa que sólo conocemos en las cosas lo que hemos puesto en ellas. Si queremos entender al viejo Kant podemos hacer una distinción entre sensibilidad y conceptos. La sensibilidad es aquello que percibimos con los cinco sentidos. Por medio de éstos, el cuerpo está abierto a múltiples percepciones. Sin embargo, todo lo que vemos, escuchamos, olemos, degustamos y tocamos lo integramos en una unidad que nos permite obtener conclusiones. Estas deducciones son consecuencia del entendimiento. Cuando comprendemos aquello que vivimos, utilizamos categorías que permiten obtener conocimiento de aquello que sentimos. Cuando usamos conceptos para comprender aquello que hemos sentido, estamos en el ámbito de la experiencia. Ambos, sensibilidad y conceptos, son condiciones para que exista una experiencia. Si no hay sensibilidad, no hay fenómeno que se pueda comprender. Y a la vez, “los conceptos posibilitan la experiencia”.¹ Esto significa que una misma vivencia puede ser comprendida por distintos conceptos, y la experiencia puede ser diferente. Un amor —por ejemplo— que en el pasado pudo haber sido maravilloso, después de comprenderse mediante nuevos conceptos puede revelarse como un acontecimiento monstruoso. ¡Y dios nos libre de una historia como la de Wanda y Severino! ¿Cómo saber, entonces, que hemos comprendido correctamente si siempre estamos contentos con nuestros pensamientos y estamos seguros de nosotros mismos?
Hay quienes creen que han encontrado la conclusión, que siempre han pensado las mismas cosas y hablan con toda seguridad de aquello que saben. Pero nosotros, querido lector, ¿cómo nos aseguraremos que no nos estamos engañando? ¿Cómo saber que aquello que hemos vivido ha sido adecuadamente pensado? Octavio Paz ha sostenido que en todo el diccionario no hay una sola palabra sobre la que podamos reclinar la cabeza.² No podemos fiarnos de un solo concepto para pensar todas las cosas. Hacerlo así significaría tener siempre la misma experiencia. ¿Cómo entender líricamente a París, por ejemplo, si no se ha leído a Baudelaire? Podemos tomarnos una foto en la torre Eiffel, comer crepas y caminar por la isla de San Luis, pero de repente todo eso puede cambiar al leer Las flores del mal. ¿O cómo tener una experiencia diferente del amor, si no hemos comprendido el concepto de alteridad y no hemos advertido que nadie existe en este mundo para cumplir nuestras expectativas? En efecto, entonces, nuestras experiencias no dependen solamente de nuestras vivencias. Podríamos tener muchos amores, pero siempre será la misma historia si no tenemos nuevos conceptos para comprender aquello que sucede cuando dos seres se besan y se despiden o se encuentran.
El refrán está equivocado: el diablo no sabe más por viejo. Creer que vivir muchos años otorga mucha experiencia es una triste redundancia cuando —independientemente de lo sucedido— esa persona siempre ha pensado lo mismo y ha obtenido las mismas conclusiones. Considero que cualquier persona debería elaborar sus vivencias con conceptos distintos, entendiendo que cada comprensión es una posibilidad. Cuantos más conceptos entendemos, más compleja será nuestra comprensión: nuestras vivencias contarán con más matices y perspectivas, nuestras experiencias aceptarán la incertidumbre y la contradicción que existe en la realidad. ¿Y no será ésa la respuesta? Tal vez valga la pena acompañar los años de vida con años de libros y diálogo. Entonces, tal vez con la lectura y la conversación, podamos comprender las cosas con diferentes conceptos, hacer historias nuevas y, si nuestra hipótesis es cierta, habremos hecho más experiencia. Es decir: además de que habrán aumentado nuestros años, nuestra experiencia de vida se habrá hecho más compleja. Entonces, celebraremos que las conclusiones a las que habíamos llegado no son necesariamente concluyentes y estaremos abiertos a comprender las vivencias desde diferentes perspectivas. Así, a lo mejor, poco a poco seremos más libres y pacíficos. Podremos caminar a las cafeterías para seguir leyendo, y será tan bello sentarnos en una mesa para pedir un café y conversar de nuevo. El mío, americano y sin leche. ¿Y el suyo?
Bibliografía
Kant, I. Crítica de la razón pura. Trad. José del Perojo y José Rovira Armengol. Edición cuidada por Ansgar Klein. Buenos Aires: Losada, 2003.
Paz, O. El mono gramático en Obras completas, edición del autor. Tomo XI: Obra poética I. México: FCE, 2001.
Julie Cockburn, Qualm (Escrúpulo), 2019. Cortesía de la artista.
Julie Cockburn, Quizitive (Examinativa), 2016. Cortesía de la artista.
[…] una misma vivencia puede ser comprendida por distintos conceptos, y la experiencia puede ser diferente.
Julie Cockburn, Armour (Armadura), 2019. Cortesía de la artista.
No podemos fiarnos de un solo concepto para pensar todas las cosas. Hacerlo así significaría tener siempre la misma experiencia.
Julie Cockburn, Cortesía de la artista.
Abraham Godínez Aldrete es psicoanalista, profesor investigador de tiempo completo del Departamento de Humanidades y Artes del Centro Universitario de Tonalá, Universidad de Guadalajara e investigador del Sistema Nacional de Investigadores. Ha escrito los libros La noción de ser en psicoanálisis (UACJ, 2017), Filosofía política y subjetividad, aportaciones a una genealogía del deseo (U de G, 2018) y Amor romántico y muerte voluntaria, vida y obra de Manuel Acuña (U de G, 2020).
1. Immanuel Kant, Crítica de la razón pura (Buenos Aires: Losada, 2003), p. 296.
2. Octavio Paz, El mono gramático en Obras completas (México: FCE, 2001), p. 481.