Todas las imágenes: Julian Charrière, We Are All Astronauts (Todos somos astronautas), 2013. Vistas de instalación en el Centre Culturel Suisse de París en 2014. Copyright del artista; VG Bild-Kunst, Bonn, Alemania.
por Pablo Romo Cedano
imágenes de Julian Charrière
NO CABE DUDA, A PESAR DE LAS MALAS DECISIONES Y LAS MALAS NOTICIAS, LA PAZ NO SÓLO PUEDE SER POSIBLE, ES EL MOTOR DE DESARROLLO DE LA HUMANIDAD. SON MÚLTIPLES LOS ESCENARIOS SOCIOPOLÍTICOS QUE DEMUESTRAN QUE MÁS ALLÁ DE LAS INTENCIONES DE UNA ÉLITE, LA COLECTIVIDAD HUMANA BUSCA AFINCARSE EN LA REALIZACIÓN DE LOS SUEÑOS INDIVIDUALES EN UN MARCO DE CONVIVENCIA PACÍFICA.
Parece que la paz es un sueño en estos tiempos. ¿Es pertinente decir que la paz es posible? ¿Lo único real es la guerra y sus señores establecen las condiciones que debemos obedecer?
Hemos visto cómo los conflictos escalan a niveles de confrontación. Cuando pareciera que deberíamos enfocarnos en cuidar el planeta, cambiar nuestros hábitos de consumo y de vida, los señores de la guerra imponen sus condiciones y se colocan como los únicos que pueden establecer una agenda para el futuro. Sin embargo, estoy convencido, la paz es posible.
Desde Tucídides los escritores e historiadores han considerado que la historia de la humanidad es la narración de las guerras sucesivas. Se han empeñado en hacer creer que los seres humanos transitan de una a otra conflagración y evolucionan en este curso. Sin embargo, muchas personas han negado categóricamente este proceso absurdo y han dicho que la paz es posible, y que, en el fondo, es el motor del desarrollo humano. No es necesario ir muy lejos para encontrar genios que soñaron con la paz e inspiraron a perseguir esos sueños hasta hacerlos realidad. Tomás Moro soñó con una Tierra sin guerras, en la que los habitantes dirimieran sus conflictos dialogando, e impulsó a creer y crear utopías posibles. Bartolomé de Las Casas soñó con territorios habitados por los nativos americanos sin la presencia de soldados de otras latitudes y logró extensiones inmensas de tierras llamadas “Verapaz”, en las que la paz fue posible al menos por algunos años. Muchos pueblos de América vivieron el sueño de las “tierras sin males”, en las que la paz reinaba y la enfermedad como la codicia no atacaba a los habitantes. En el siglo XX Gandhi, un personaje extraordinario que soñaba con un mundo sin violencia, desarrolló un ashram para que la paz fuera la forma de vida y las relaciones humanas se desarrollaran en comunidad, sin violencia y transformando positivamente los conflictos y las diferencias.
Para no ir muy lejos, los pueblos mayas de Chiapas, los tzeltales llaman su vida en armonía y en paz como “lekil kuxlejal”, que podríamos traducir como “el buen vivir”. En muchos lugares de América, hay experiencias de vida comunitaria, a través de la que comparten, conviven y reducen las violencias que a veces son tentación para resolver las diferencias. De hecho, a lo largo de los últimos años cientos de miles de personas buscan reconocer con justicia la dignidad de las personas, deconstruyendo las prácticas machistas del patriarcado ancestral, atendiendo las acciones que visibilizan la discriminación y reduciendo las expresiones coloniales que subordinan a personas y pueblos.
Hoy los nuevos movimientos sociales incorporan cada vez más claramente demandas por la sostenibilidad, la participación en equidad de la diversidad de género, la urgencia de acabar con las inequidades y desigualdades económicas. Éstos son componentes claros de paz, que no sólo es la ausencia de guerra o como dice Galtung, de la violencia directa. La “paz positiva” contiene componentes de respeto de los derechos humanos, igualdad, no discriminación, espíritu de cooperación entre vecinos (sean de individuos o de pueblos y naciones), acabar con las graves diferencias económicas.
Cuando las sociedades dejan en manos de sus autoridades las grandes decisiones y no participan opinando, votando, actuando, protestando, el riesgo de perder la paz es más cercano.
Los pilares de la paz positiva son el buen funcionamiento de los gobiernos, la equidad en la distribución de la riqueza y los bienes, el flujo libre en la información, buenas relaciones con los vecinos, alto nivel de capital humano, aceptación de los derechos de los demás, bajos niveles de corrupción y un ambiente sano para hacer negocios.
Podemos ser constructores de paz y articulados podemos hacer muchas más cosas. La articulación solidaria y desinteresada permite la creación de la paz. Ante el horror de la pesadilla de la guerra, la paz es un sueño que se puede concretar.
La ‘paz positiva’ contiene componentes de respeto de los derechos humanos, igualdad, no discriminación, espíritu de cooperación entre vecinos […], acabar con las graves diferencias económicas.
Cuando las sociedades dejan en manos de sus autoridades las grandes decisiones y no participan opinando, votando, actuando, protestando, el riesgo de perder la paz es más cercano. La paz requiere de acciones deliberadas, pensadas estratégica y tácticamente. Si los señores de la guerra y sus militares tienen que estudiar por años y ejercitarse, las personas que queremos la paz debemos de empeñarnos más.
Sólo entrenándonos para la paz, la conseguiremos. La labor es amplia, requiere de muchos niveles: el personal, el comunitario y familiar, el social, el nacional y el global. La paz, como decía Gandhi, es un camino, se hace caminando.
PARA AHONDAR EN EL TEMA:
Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso.
Tomás Moro. Utopía.
Bartolomé de las Casas. Brevísima relación de la destrucción de las Indias.
Johan Galtung. Trascender y transformar. Una introducción a la resolución de conflictos.
Antonio Paoli. Educación, autonomía y lekil kuxlejal.
IEP. Índice global de paz. www.visionofhumanity.org
World Happiness Report. www.worldhappiness.report/ed/2021
Pablo Romo tiene un Doctorado en derechos humanos por la Universidad Nacional de Educación a Distancia - Madrid, España, además de estudios en filosofía y teología. Ha participado activamente como defensor de los derechos humanos, es profesor en temas de paz y escribe sobre la vida.