Fotografía cortesía de Miguel Fernández Félix.
por Carlos O. Noriega
Entrevista realizada el 16 de febrero de 2021
EN ESTA CONVERSACIÓN, MIGUEL FERNÁNDEZ FÉLIX, DIRECTOR DEL MUSEO DEL PALACIO DE BELLAS ARTES, NOS HABLA DE SU PASIÓN POR LA HISTORIA, LOS MUSEOS Y LA IMPORTANCIA DE PENSAR LA REALIDAD EN TÉRMINOS RIZOMÁTICOS Y COLECTIVOS.
¿Cómo inició su trayectoria en el mundo del arte?, ¿cuál es su formación académica?
Los museos me han fascinado desde pequeño. No puedo decir cuando inicié, pero entendía la historia de México y me emocionaba más verla representada en los dioramas en la Galería del Caracol: un bellísimo espacio que recorría con mi grupo de primaria y que desbordaba mi imaginación. Nunca imaginé que iba a formarme en un museo. Quizás de ahí se me quedó marcada la experiencia de goce a la que todo museo debe aspirar. Estudié filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Historia del arte en la École du Louvre y una especialización en la École Supérieure de Réalisation Audiovisuelle de París.
Usted es miembro del grupo de directores de museos Bizot, del Consejo Internacional de Museos (ICOM), está afiliado a la Asociación de Directores de Museos de Arte (AAMD) y tiene una formación ejecutiva para líderes culturales y de museos del Instituto de Liderazgo en Museos – The Getty Leadership Institute, ¿qué valores debe tener un líder en el ámbito cultural y qué responsabilidades tiene?
No sabría dar ninguna receta de los valores que debe tener un líder cultural. Parecería que una persona, con alguna fórmula específica, puede influir y mejorar su entorno social. Lo único que podría decir en mi experiencia de hacer equipos es que me di cuenta de que para el desarrollo de cualquier proyecto se necesita que todas las partes involucradas se conecten, para un mejor entendimiento y profundidad de alcance, a partir de una premisa muy simple: mucho aportarán en el proceso. Siempre habrá un resultado final, pero lo más importante es cómo se llegó a éste.
Un ejemplo: la realización de un catálogo de cualquier exposición influye en el proceso curatorial, museográfico, de mediación y difusión de una muestra, a partir de que su proceso creativo está abierto desde el inicio, para todas las áreas. En ese sentido, el reto es estructurar esos procesos para generar mejores enlaces. Y lo más importante, apartarse de una estructura vertical para permitir un trabajo más rizomático, en donde el norte y el sur, lo de arriba y abajo es cada vez menos importante que los enlaces que se puedan establecer. El valor principal está ligado a esa responsabilidad de cada uno, de hacer saber que todo el trabajo que se desarrolle es, a fin de cuentas, una creación colectiva.
Usted fue director del MUNAL, del Museo Nacional del Virreinato y el Museo Dolores Olmedo, ¿cuáles fueron sus proyectos más significativos?
Más que logros quisiera hablar de las satisfacciones. Los logros se mueven en una esfera más objetiva y no creo ser yo el más adecuado para contestar. Además, sus mediciones se reflejan en las estrategias culturales más amplias en las que sería inadecuado atribuirme ciertos resultados. Lo que me satisfizo mucho fue que, en el Museo Nacional del Virreinato, que dirigí en dos ocasiones, iniciamos una plataforma digital de enlace y comunicación entre las áreas y el público. Puedo decir que este diálogo en construcción horizontal se ha profundizado hasta ahora.
Pienso que el público (o los públicos) es nuestra razón de ser; no deviene o termina en una estadística sino en nuestro enlace permanente, del cual, si queremos, debemos siempre contar con él mediante un diálogo continuo: no importa sólo contar al público que nos visita sino el que regresa. Esta podría ser, más que una satisfacción, el reto que me sigue guiando en el paso por los museos en los que me ha tocado laborar.
¿Qué funciones y responsabilidades conlleva ser el director del Museo del Palacio de Bellas Artes y qué características tiene este museo que lo distingue de otros museos de México?
Conlleva promover un sólido programa expositivo, coordinar equipos multidisciplinarios, propiciar el trabajo transversal entre instituciones, favorecer la colaboración con museos internacionales, propiciar la generación de sistemas de gestión cultural digitales, fomentar la cultura de recaudación de fondos y expandir audiencias por medio de sus distintos programas públicos, editoriales y de difusión.
Una de las características que lo distingue es que fue el primer museo de arte del país y en la década de los sesenta, con la creación de la red museística del INBA, parte de su acervo nutrió las colecciones de nuevos recintos. Asimismo, es un referente clave del movimiento muralista mexicano, además de fungir como el principal espacio de exhibición y homenaje a los artistas más sobresalientes del país y de posicionarse como el espacio preponderante para divulgar las más importantes expresiones artísticas con exposiciones temporales de carácter internacional.
¿Cómo define el diálogo estético que se establece entre la arquitectura del Palacio de Bellas Artes, sus exposiciones y los murales en el interior del recinto?
Desde su inauguración en 1934, se tomó la decisión de que el edificio debía ocuparse para fomentar y difundir el arte. El espíritu revolucionario estaba vigente y este nuevo recinto parecía ideal para impulsar la agenda cultural del momento, en la que prevalecía una intención de regenerar y fortalecer la identidad de México a través de la cultura. Durante el máximo apogeo del movimiento muralista, Rivera, Orozco y Siqueiros eran ya reconocidos internacionalmente, así que fueron los primeros convocados para pintar los muros de este recinto. Todos los muralistas eran conscientes de las limitaciones que les imponía la arquitectura, lo que implicaba un reto que cada muralista resolvió a su manera para que la lectura visual de sus obras fuera la deseada.
[...] la realidad es una construcción social, en la que el lenguaje es el principal medio […].
La presente edición de Capitel está dedicada a la realidad, ¿cómo entiende usted este concepto y qué relación existe entre el arte y la realidad?
Considero que la realidad es una construcción social, en la que el lenguaje es el principal medio, tanto para la construcción social de la realidad como para la mediación de ésta última. Al final, el arte es una representación de la realidad que tiene como medio el lenguaje.
Si bien nuestra relación con el arte nunca ha sido del todo pasiva, en el vertiginoso presente todos los sentidos importan para dar plenitud a una experiencia. Así, trabajadores de diversas áreas en una institución museística trabajan como investigadores en torno al tema de exposición y crean vías que llevarán al público a involucrarse con las muestras y a dejar con ello su imprenta de manera rizomática (es decir, anclando su realidad en la multiplicidad creativa de todas las voces). El museo surge como un espacio de apertura que pone en comunicación a distintas partes de la sociedad, desde el académico especializado hasta el espectador no especializado cuya intención puede ser de entretenimiento cultural.
Los museos pueden ser un lugar de interacción entre distintas zonas de la sociedad y la cultura con el fin de conformar espacios de apertura donde, tanto académicos e instituciones como públicos generales, actualicen los paradigmas para afrontar problemas reales de corto y largo plazo. Problemas que por separado podrían ser difíciles de asir, se convierten en materia prima de reflexiones nuevas si el museo se presenta como puente entre discursos y permite la crisis o la reinvención de ellos en miras a una nueva realidad.
¿Qué opina de la realidad que vive México en materia de arte y cultura y qué propuestas tiene para complementar o mejorar dicha realidad?
Creo que el impacto de la pandemia, a nivel cultural, social y económico, es una puerta que nos ha permitido entrar a reflexionar en torno a nuestra realidad. Las instituciones, y nosotros mismos, tendremos que adaptarnos a vivir en una normalidad de constantes riesgos. Pensar el futuro de los museos implica inevitablemente afrontar el riesgo de la incertidumbre.
En relación con la realidad de México en materia de arte y cultura, me quisiera referir específicamente a los museos. Algunas de mis propuestas serían que mantuvieran un carácter concéntrico y se convirtieran en un centro de conexión e interconexión entre el adentro y el afuera del propio museo, que extendieran potentes enlaces de comunicación, de ida y vuelta, formando redes inquebrantables que conectaran colecciones, colaboradores, audiencias, aliados, organizaciones y públicos potenciales. Deberán abanderar los grandes temas contemporáneos y las situaciones que se susciten; deberán enlazar sus colecciones con una experiencia dialógica como eje de la acción museística y sensibilizarse ante los debates y problemáticas actuales. Hay que abrirse al intercambio de ideas académicas, aún al margen de la universidad, para tejer nuevas aproximaciones con comunidades más amplias de investigación que emitan otras voces y visiones disciplinarias diferentes y complementarias a las temáticas recurrentes del museo.
Con enfoque en la pandemia, ¿cómo ha sido la experiencia en el museo y qué iniciativas y actividades están realizando?
Ante la pandemia, el museo se vio obligado a cerrar sus puertas, pero tengo la certeza de que con esto amplió sus horizontes. Ninguna institución estaba preparada para afrontar una circunstancia crítica como la actual, sin embargo, fue necesario adoptar estrategias que dieran paso a la resiliencia. Uno de los principales aportes se ha dado con la Red de Museos del INBAL, al crear lineamientos que garantizan la seguridad de las colecciones, del público, los trabajadores y el edificio durante la pandemia.
Por otro lado, aceleramos el desarrollo de estrategias digitales, como el Sistema de Información y Evaluación (SIE) que mencioné anteriormente. Es una herramienta que ha permitido que el museo pase de ser una sociedad de la información a una sociedad del conocimiento, donde los datos y la información tienen como fin impactar en el desarrollo del museo, mediante la conexión, la relación y el enlace con los públicos. También, en colaboración con la Fundación Jenkins, ofreceremos una biblioteca digital con acceso totalmente gratuito, complementada con soportes audiovisuales que permitirán navegar por las publicaciones de forma más lúdica. Así, el museo ofrecerá el 100% de los catálogos producidos de 2013 a la fecha de manera gratuita.
¿Algo más que quiera compartir con nosotros?
Me gustaría concluir con que el museo se encuentra en una tensión permanente de mantener el carácter físico de la experiencia y a su vez profundizar y explorar ese nuevo territorio digital tan vasto. El museo continuará señalando la acepción fascinante del objeto y su resguardo como acto que atesora la historia humana mientras reflexiona sobre las posibilidades de lo virtual y la multiplicidad de sus lenguajes y alcances.
Aunque, como todos, también percibo un futuro incierto, mi confianza está puesta en la acción museística, en sus aportes irremplazables —espejo del ser humano—, en la construcción de su memoria colectiva, en la hechura de identidades y la narración de historias. Aprovechemos la posibilidad multidimensional de los museos, su polifonía y su capacidad de transformación y adaptación.
¡Muchas gracias!
Carlos O. Noriega es Director Editorial de la revista Capitel de Universidad Humanitas.