¿Qué motiva al contador público a estar atento de las obligaciones fiscales requeridas digitalmente a sus clientes y/o empleadores? En un mundo globalizado nuestra nación forma parte de múltiples convenios internacionales para combatir la doble tributación y evitar la evasión fiscal. México ha desarrollado sistemas inteligentes para supervisar el pago de los impuestos, un ejemplo de ello es la emisión de comprobantes fiscales digitales, que sustituyen al comprobante físico (de papel) e incluso, a nivel internacional, se ha logrado convertir en referente sobre esta materia.

Precisamente, la supervisión digital viene a la par del desarrollo tecnológico de las empresas y personas físicas contribuyentes, de tal forma que se ejerce desde el momento en que se constituye una empresa y se da de alta un contribuyente ante el SAT, toda vez que es una obligación registrar nuestras huellas digitales, el rostro e incluso el iris de nuestros ojos (datos biométricos) en el sistema. Asimismo, es una obligación dar de alta un correo electrónico, junto con uno o dos correos adicionales en caso de que el primero llegase a fallar.

Dicho puente de comunicación se encuentra regulado y jurídicamente estructurado en diversos ordenamientos jurídicos, como el Código Fiscal de la Federación, con los que se obliga al contribuyente a estar atento a los requerimientos del SAT en materia de cumplimiento de obligaciones, como la presentación de declaraciones (igualmente digitales), o bien, la entrega de información y documentación digital requerida.

También es necesario hacer referencia al dictamen fiscal, que es obligatorio para ciertas empresas, y ha transitado desde un cuaderno con anexos a un programa diseñado por el SAT para apoyar al contribuyente en la presentación de los dictámenes fiscales, conocido con el nombre de SIPRED (Sistema de Presentación del Dictamen de estados financieros para efectos fiscales).

En este momento es oportuno recordar que desde el 1 de julio de 2014 existe la obligación de compartir la contabilidad del contribuyente en formato electrónico, es decir, de “subir la contabilidad a la nube digital” del SAT, por lo que hoy en día la supervisión es posible ejercerla desde una oficina virtual y en caso de aclaraciones o precisiones, se podrá llevar a cabo una visita virtual al contribuyente, misma que será pactada por el correo electrónico, lo que sin duda, entre otros beneficios, implica una reducción de costos.

Así, tenemos un motivo adicional para estar atentos al correo electrónico y al cumplimiento de las obligaciones fiscales de los clientes y/o empleadores por medio de la red digital; ya no sólo es por una razón de negocios, sino por una obligación jurídica. Entonces, el vínculo entre la autoridad y el contribuyente se estrecha, convirtiéndose en un motivo de cumplimiento consensuado en el que la autoridad puede ejercer una supervisión más eficiente y el sujeto pasivo ser más activo en los controles y el envío de la información, a efectos de prevenir sanciones económicas o restrictivas. En la actualidad, basta con detener el programa para sancionar el incumplimiento fiscal, esto es, cancelar los sellos digitales sin los cuales prácticamente una empresa detiene su operación, ya que ésta no podría facturar ni pagar.

En ese tenor de ideas, la importancia del contador público en este esquema de supervisión digital es crucial, dado que se convierte en un puente ineludible, es decir, es quien supervisa y controla las acciones y actividades del contribuyente, y el responsable de cumplir o proporcionar la información de forma adecuada a la lógica del sistema que lo requiere. No pasan inadvertidos los casos en los que se alimentó o cumplimentó un requerimiento del SAT y, a pesar de ser correcto lo que se contestó, se desestima en virtud de que el sistema no lo aceptó conforme a sus estándares. Entonces, mediante el buzón tributario se hace la precisión, que es supervisada por un ser humano y en la mayoría de las ocasiones, es aceptada la aclaración.

Por todo lo anterior, el contador público tiende cada vez más a trabajar en un terreno abstracto, donde su información cada día se relaciona más con los razonamientos establecidos digitalmente como exactos. En consecuencia, la propuesta es que la profesión del contador público debe ser ajustada a dichas tendencias mundiales, en las que la necesidad digital y humana de su trabajo tiene una lógica de cumplimiento que lo motiva a estar atento de los diversos requerimientos técnicos. El reto es no perder de vista la lógica humana, su razonamiento, esto es, su inteligencia.