por Laura Buenruiz
El trabajo del arquitecto estadounidense de origen judeo-polaco Daniel Libeskind se inspira en la historia y la memoria para construir un futuro más prometedor.
“Me inspira la luz, el sonido, los espíritus invisibles, un marcado sentido del lugar y el respeto por la historia”.
Daniel Libeskind
El quehacer del arquitecto va más allá de cuatro paredes, no sólo piensa en un entorno que se ha de construir sino imagina las experiencias que pueden surgir en ese entorno. Y son exactamente estas experiencias las que busca crear el arquitecto polaco Daniel Libeskind, con las que, además, cuenta historias.
La aventura de esta historia comienza con sólo mirar alguna de sus obras, edificios cuyos ángulos en todas direcciones son los protagonistas de la forma que se nos pone enfrente. Y es que, por qué atenerse a un solo ángulo –contestaba Libeskind en una entrevista– si se tiene la posibilidad de otros 359. El orden perfecto de una cuadrícula recta que nos enseñan en la escuela de Arquitectura es una repetición de un mismo patrón, sin embargo, tal orden no existe en la propia vida.
El uso de esas 359 posibilidades lo pone de manifiesto en el Museo Judío Danés. Tanto en la entrada principal, como en todo el recorrido de las salas, nos acompaña un juego de ángulos, que convierte al mismo espacio en parte de la exhibición. El museo se trata de una intervención de un antiguo cobertizo para botes, en el que se diseñó una estructura de madera sobre bóvedas de ladrillo existentes. La elección del cobertizo y de dicha estructura tiene su origen en la historia, específicamente la del Holocausto, una de sus grandes inspiraciones. El edificio quiere relatar cómo los judíos del país fueron sacados de contrabando en botes pesqueros hacia Suecia.
La historia se cuenta también mediante los nombres. En 2021 se inauguró el Monumento Nacional de Nombres del Holocausto en Ámsterdam. El memorial es un laberinto de muros hechos con 102 mil ladrillos que conmemoran la vida de 102 mil judíos, sinti y romaníes. Los nombres de las víctimas están inscritos en cada ladrillo, a los que se agregaron mil más que recuerdan a quienes aún se desconocen. Por encima del memorial “flotan” estructuras de acero inoxidable de ángulos intrincados que reflejan el entorno verde y dan forma a la palabra hebrea לזכר (lezecher), “en memoria de”.
Esta historia termina por su comienzo. En 1988 se realizó una competencia para diseñar el entonces denominado Departamento Judío del Museo de Berlín que, para sorpresa del mismo Libeskind, se convertiría en su primera obra construida. Y lo que sólo suponía una ampliación del museo de estilo barroco que ya se encontraba en el sitio, logró convertirse en una potente imagen que representa una historia que busca recordar horrores y también inspirar respeto.
El edificio debía representar no sólo al judaísmo en el tiempo, sino también contar el Holocausto, una parte del relato que no podía hacerse, según Libeskind, de una manera neutral; había que hacer una firme declaración. Una declaración hecha por medio de una arquitectura radical, reflejo de lo que quería contar.
El edificio de apariencia zigzagueante toma su forma en planta de una distorsionada estrella de David, intersectada por un espacio vacío. Como todo el edificio, la entrada es poco convencional. Se debe acceder por el museo barroco y bajar al nivel inferior, donde el recorrido te lleva a tres espacios: la Torre del Holocausto –vacía, oscura y de gran altura, con sólo un haz de luz en el techo, representando la libertad inalcanzable–, el Jardín del Exilio –en memoria de quienes fueron obligados a huir– y la Escalera de la Continuidad –a modo de continuar la historia que nos dirige al resto de la exhibición–.
En este primer capítulo Libeskind comienza a contar su historia. El Museo Judío de Berlín, un edificio en el que “podemos sentir la memoria” y del que parte para seguir mirando “fija y claramente al pasado para construir puentes hacia el futuro”.
Studio Daniel Libeskind, Monumento Nacional de Nombres del Holocausto en Ámsterdam, 2021. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
Studio Daniel Libeskind, Museo Judío Danés. ©Hufton+Crow. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
Studio Daniel Libeskind, Museo Judío Danés. Fotografía de ©Hufton+Crow. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
[…] una potente imagen que representa una historia que busca recordar horrores y también inspirar respeto.
Studio Daniel Libeskind, Monumento Nacional de Nombres del Holocausto en Ámsterdam, 2021. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
Studio Daniel Libeskind, Monumento Nacional de Nombres del Holocausto en Ámsterdam, 2021. Fotografía de Kees Hummel. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
[…] por qué atenerse a un solo ángulo […] si se tiene la posibilidad de otros 359.
Studio Daniel Libeskind, Museo Judío de Berlín. Fotografía de ©Hufton+Crow. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
Studio Daniel Libeskind, Monumento Nacional al Holocausto en Ottawa. Fotografía de ©Doublespace. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
Studio Daniel Libeskind, Museo Judío de Berlín. Fotografía de ©Hufton+Crow. Cortesía de Studio Daniel Libeskind.
Laura Buenruiz es maestra en Arquitectura por la Universidad Jiao Tong de Shanghai. Su trabajo de investigación se centra en la influencia de la historia y las artes visuales sobre la arquitectura.