Frederic Edwin Church, The Parthenon (El Partenón), 1871. Legado de Maria DeWitt Jesup, de la colección Morris K. Jesup, 1914. Vía The Metropolitan Museum of Art.
por Israel Castro Paz
NUESTRO CUERPO, SENTIDOS, INTERPRETACIONES, ACCIONES Y CONCIENCIA MEDIAN NUESTRA EXPERIENCIA COMO SERES HUMANOS; DE ESTA FORMA, DICHA EXPERIENCIA ESTÁ EN CONSTANTE REELABORACIÓN SI SABEMOS UTILIZAR NUESTRA CREATIVIDAD E IMAGINACIÓN.
¿Ser o no ser? se preguntaba Hamlet en un intento por abarcar la experiencia de “Ser Humano” y las paradojas que conlleva. La experiencia humana está irremediablemente ligada a la conciencia, desarrollar la conciencia de quiénes somos es un proceso dinámico, siempre en construcción y cambiante; esta característica, esta plasticidad, posibilita la adaptación y la evolución de nuestra especie.
Los factores que determinan nuestra personalidad cruzan de ida y vuelta el adentro y el afuera, lo público y lo privado, lo innegablemente biológico y lo intangible de lo cultural, además de tener como crisol nuestro cuerpo con su capacidad única de percibir la realidad y nuestra mente con sus infinitas posibilidades de interpretarla.
Para llegar a la conciencia, la experiencia, como decía Aristóteles, deberá pasar por nuestros sentidos. El cuerpo será el canal que recibirá el bombardeo de estímulos desde el momento en que las primeras estructuras del sistema nervioso permitan captar información que deberá organizarse para ser interpretada y comenzar a experimentar la realidad a la que estamos sujetos.
Nuestras acciones estarán guiadas por estas primeras experiencias, moldearán nuestros primeros esquemas para interpretar el mundo e interactuar con él, al detonar el inicio de un ciclo permanente de construcción e interpretación de la realidad que al mismo tiempo transformamos y construimos a partir de nuestra propia interpretación.
Esta capacidad de interpretar nos permite ir más allá de las primeras experiencias sensoriales y romper los límites de lo meramente biológico para imaginar, crear, soñar y preguntarnos qué hay más allá de lo que percibimos. Las posibilidades se vuelven infinitas, pero no están exentas de riesgos: las fronteras entre el sueño y el delirio, entre la creatividad y la locura suelen ser delgadas.
Dar sentido y propósito a nuestra experiencia, entender las emociones que nos genera, fortalecer nuestra voluntad con disciplina y reconocernos no sólo como individuos, sino como parte de una comunidad, pueden llevar nuestra experiencia como seres humanos más allá de cualquier frontera, y ser capaces de alcanzar nuevas alturas que nos permitan trascender y alcanzar un equilibrio sostenible con nuestro entorno.
Israel Castro Paz es psicólogo por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana, cuenta con 16 años de trayectoria en el ámbito educativo en docencia y dirección. Trabajo clínico con personas en situación de violencia familiar y consumo de sustancias. Se desempeña como director de Universidad Humanitas campus Cancún.