por Verónica Guerrero Mothelet
imágenes de Virginia Mori
DESDE HACE TIEMPO SABEMOS QUE LOS SUEÑOS INCORPORAN FRAGMENTOS DE EXPERIENCIAS PASADAS; RECIENTEMENTE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA DESCUBRIÓ QUE EXISTE LA PROBABILIDAD DE QUE ÉSTOS TAMBIÉN SE ANTICIPEN A SITUACIONES FUTURAS INMINENTES.
Un equipo de neurocientíficos de la cognición dirigido por Erin Wamsley, de la Universidad Furman de Carolina del Sur, reclutó a 48 estudiantes para que pasaran la noche en su laboratorio. El propósito fue evaluar su sueño nocturno con una técnica llamada “polisomnografía”, que registra parámetros fisiológicos y movimientos oculares y corporales.
Los sueños y su significado siempre han representado un misterio para los humanos. Aunque la ciencia sabe, desde hace tiempo, que los sueños incluyen fragmentos de experiencias pasadas, los nuevos datos del grupo de Wamsley sugieren que también anticipan probables escenarios futuros y que esto refleja una función, tal vez evolutiva, del procesamiento de la memoria.
En esa noche, los participantes fueron despertados hasta 13 veces para que informaran sobre sus experiencias durante las fases del inicio del sueño, el sueño con Movimiento Ocular Rápido (MOR) y el sueño sin MOR. A la mañana siguiente, los voluntarios identificaron y describieron las experiencias reales que pudieron dar origen a cada sueño informado la noche anterior.
En total, el equipo analizó un total de 481 informes; sus resultados indicaron que 53.5% de los sueños podían rastrearse hasta un recuerdo y que casi la mitad de estos sueños basados en recuerdos estaba conectada con múltiples experiencias pasadas. Pero, además, los científicos también encontraron que una cuarta parte de los sueños tenía relación con probables situaciones futuras y 34.4% de ellos se conectaban, al mismo tiempo, con uno o dos recuerdos específicos de experiencias pasadas.
La proporción de sueños orientados al futuro aumentaba conforme avanzaba la noche; en opinión de los investigadores, esto podría ser causado por la proximidad de las situaciones futuras. Una hipótesis es que la activación y recombinación de fragmentos de recuerdos que parecen ser relevantes para los próximos escenarios podría tener una función adaptativa, si bien esos sueños rara vez ilustran de manera realista los sucesos inminentes.
Con todo, el estudio ofrece una nueva descripción de cómo los sueños extraen información simultáneamente de muchas vivencias diurnas, utilizando fragmentos de experiencias pasadas para construir posibles escenarios que anticipen sucesos futuros.
Virginia Mori, Lenzuola (Sábana), 2016. Cortesía de la artista.
Virginia Mori, Camping panorama (Panorámica de campamento), 2018. Cortesía de la artista.
Aunque la ciencia sabe, desde hace tiempo, que los sueños incluyen fragmentos de experiencias pasadas, los nuevos datos […] sugieren que también anticipan probables escenarios futuros […].
¿EN QUÉ PIENSAS MIENTRAS DUERMES?
CIENTÍFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE GINEBRA ESTUDIARON CÓMO, DURANTE EL SUEÑO, EL CEREBRO EVALÚA MILES DE FRAGMENTOS DE INFORMACIÓN PROCESADA EN EL DÍA PARA CONSERVAR LOS MÁS ÚTILES Y, EN ESE PROCESO, CONSTRUIR NUESTRA MEMORIA DE LARGO PLAZO.
Sin herramientas que traduzcan la actividad cerebral, el contenido de nuestros pensamientos mientras soñamos es inaccesible. Aun así, sabemos que el sueño tiene un papel central en la consolidación de la memoria, al reactivar los recuerdos construidos durante el día, y que nos ayuda a regular las emociones.
Para descubrir qué regiones cerebrales se activan durante el sueño y descifrar cómo nos permiten consolidar la memoria, científicos de la Universidad de Ginebra desarrollaron un “decodificador” que interpreta la actividad cerebral durante el sueño profundo, aplicando un enfoque de inteligencia artificial.
Así, el equipo demostró que cuando no recibe estímulos externos, el cerebro elige entre miles de fragmentos de información procesados en el día; los evalúa y conserva los más útiles. En el proceso, establece un diálogo entre sus diferentes regiones y, conforme rememora los sucesos del día, refuerza las conexiones neuronales, permitiendo consolidar la memoria de largo plazo.
Además, el equipo encontró un dato curioso: cuando el cerebro asocia una información específica con una recompensa, favorece su memorización.
Para su experimento, los científicos colocaron a voluntarios en un aparato de resonancia magnética funcional, mientras jugaban dos videojuegos que les activaban regiones cerebrales muy diferentes, fácilmente distinguibles en las imágenes. Los videojuegos estaban “arreglados”, de manera que los voluntarios, sin saberlo, sólo podían ganar en uno de ellos, para que el cerebro asociara el juego ganado con una emoción positiva.
Más tarde, los participantes durmieron en el aparato de resonancia durante una o dos horas, lo que suele durar un ciclo de sueño.
Tras aplicar el “decodificador neuronal” a los resultados de las imágenes, para detectar si en el sueño reaparecía espontáneamente la actividad cerebral observada en el juego, el equipo advirtió gran similitud entre ambos patrones de activación cerebral. Pero mejor aún: el cerebro revivía el juego ganado y no el perdido.
Dos días después, los voluntarios realizaron una prueba de memoria relacionada con los juegos. De nuevo, cuanto más se habían activado espontáneamente las regiones cerebrales asociadas con el juego, mejores fueron los resultados; por ende, se consolidó mejor el recuerdo asociado con la recompensa.
Virginia Mori, Uncomfortable (Incómodo), 2018. Cortesía de la artista.
Verónica Guerrero es filósofa, periodista y divulgadora de la ciencia; ha sido corresponsal de la revista Nature Biotechnology y colaboradora frecuente en ¿Cómo ves? de la UNAM.