por Carlos Azar Manzur
PIDIENDO PRESTADA LA ESTRUCTURA A ROBERTO BOLAÑO, EN EL SIGUIENTE TEXTO SE EXPONEN IDEAS DE LA RELACIÓN DEL TIEMPO CON LA LITERATURA, COMO SI FUERAN BOLETOS DE UN CARNET DE BAILE. CADA BOLETO ANUNCIA LA POSIBILIDAD DE UN DESARROLLO POSTERIOR, PERO JUNTOS FORMAN UNA SERIE DE EXPERIENCIAS QUE EL TIEMPO HA SUFRIDO EN SU RECORRIDO POR LA LITERATURA, COMO EJERCICIO DE LA CONCIENCIA HUMANA.
A Roberto Bolaño, y en consecuencia a Nicanor Parra,
quienes nos enseñaron a entender el tiempo.
1. El poeta sabe que, salvo las que derivan de ella misma, “tiempo” es la única palabra en español que no tiene rima consonante. Lo sabía Renato Leduc; Borges asumía como Gaston Bachelard, que en la poesía el tiempo no corre, brota; también Vicente Huidobro, que dijo que los cuatro puntos cardinales son tres: el norte y el sur. 2. Ante la pregunta de cuáles son sus mayores poetas, los chilenos responden “los cuatro grandes poetas de Chile son…”, aunque mencionen a seis. 3. ¿No es posible que la respuesta empiece “los seis grandes poetas de Chile”? No, no es posible. 4. En efecto (porque la idea siempre viene precedida por “en efecto”), dijo Nicanor Parra: los cuatro grandes poetas de Chile son tres: Rubén Darío y Alonso de Ercilla. 5. En Organ2/ASLSP (As SLow aS Possible), John Cage pidió que fuera tocada lo más lento posible. 6. Hace poco alguien se atrevió a hacerle caso literal, literario. En la iglesia alemana de St. Burchardi se toca la pieza con tal velocidad que tardará 639 años completarla. 7. Ahora mismo suena el acorde re#-la#-mi. 8. Cage quiso destruir el tiempo, pero sabía que no era posible. 9. En un puente entre Argentina y Polonia, hay un hombre sentado en un sillón de terciopelo verde leyendo una novela. 10. El novelista sabe que la novela vive en el presente, sólo puede suceder ahí, mientras leemos las indecisiones de Julien Sorel o esperamos un tren con Ana Karenina. Lo sabían Joyce cuando convirtió diez años en un día y Virginia Woolf, cuyo Orlando cambió de sexo durante 400 años. 11. Sin embargo, se inventaron las elipsis. 12. Las elipsis siguen viviendo en el presente. 13. Lo sabe el novelista, pero ¿lo sabe el lector? 14. ¿Y el narrador lo sabe? 15. Sólo Georges Perec conocía cómo detener el tiempo y ahora sigue haciéndolo, en un eterno presente.
16. Lo sabía Philippe cuando dijo que las cuatro grandes novelas de México son tres: Bajo el volcán y Los detectives salvajes. 17. En Noche de epifanía, Malvolio acusa a los borrachos de que sus canciones no respetan a las personas, al lugar, ni al tiempo. Sir Toby se enoja: “Mientes, Malvolio, en nuestras canciones sí respetamos el tiempo". 18. El dramaturgo sabe que siempre escribirá una obra inconclusa. 19. Acabo de decir que Hamlet es una obra inconclusa, ¡que Dios me perdone! 20. Shakespeare lo sabía, como Lope de Vega cuando saboteó en Madrid a Juan Ruiz de Alarcón, el primer brasero intelectual. Lo sabía el cadáver y el polvo de Góngora que debió haber coincidido en el tiempo con el polvo y la nada de Sor Juana. 21. Los tres grandes supersticiosos de la historia son dos: los de teatro. 22. Macbeth, Macbeth, Macbeth. 23. En el teatro todo pasa en el aquí y en el ahora y no en el allá y en el entonces como en la pintura. 24. Lo sabía Cardoza y Aragón que dijo que los tres grandes pintores de México son dos: Orozco. 25. En un jardín de senderos que se bifurcan, encontramos, más intemporal que anacrónico, un retrato de Beatriz. 26. Chéjov apuntó un posible cuento: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”. 27. ¿Ya existía ese casino cuando Chéjov propuso su argumento? Ya, ya existía. 28. ¿Si hubiera perdido el millón no sería un cuento? No, no lo sería. 29. Lo sabían Carver y Hemingway, quien dijo que su mejor cuento era: “Vendo zapatos de bebé, sin usar”. 30. Sin embargo, al senador Onésimo Sánchez le faltaban seis meses once días para morirse cuando encontró a la mujer de su vida. 31. “Una manera de morir como las otras”. 32. Por eso Borges, ¿o fue Homero?, ¿Dante… Shakespeare… Spinoza…?, No, tal vez fue Borges que sabía que cuando se acerca el fin, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo palabras.
33. ¡Qué insensatez! 34. ¿Existen los dragones? No; ¿alguna vez existieron? Todo indica que no; pero si existe la palabra “dragón”, tiene que haber habido. Exacto, la permanencia de las chispas de luz. 35. “¿Todo eso lo inventaste tú? No, creo que no.” 36. En Italia el tiempo se fragmenta, lo demostró Calvino, que pedía comodidad para leer sus historias inconclusas. 37. En Alemania, se revisa y grita “¡yo no!”, de la mano de Julia Franck y a pesar de Günter Grass. 38. En Inglaterra, se cuenta en medios capítulos, pero en Japón hay chicas que saltan en el tiempo. 39. Sin embargo, en Francia el tiempo se recupera, mientras que en Rusia vuelve a empezar. 40. Lo dijo Victor Pelevin: “aceptamos la aparición de la Pepsi con la misma realidad con la que nuestros padres aceptaron a Brézhnev”. 41. Roberto Bolaño cuenta que veía caminar a Hitler por el pasillo de su casa. Cuando desapareció, pensó que sería Stalin quien tomaría el lugar, pero no. Fue Pablo Neruda. El último día se detuvo ante la puerta y quiso decirle algo (Hitler nunca se había dignado a hablarle), no pudo, sonrió y se retiró. 42. Los cinco grandes dictadores del siglo XX son cuatro: Paz, Neruda y García Márquez.
43. “Quisiera escribir la historia del mundo”, dijo la escritora en el hospital. “¿Cómo dice, querida?”, preguntó la enfermera. “Quiero escribir la historia del mundo”. “Una empresa considerable, ¿no cree?” 44. “¿No prefiere una taza de té?” 45. Pero, la escribió. 46. Un personaje inmortal que ha perdido el habla recorre el mundo. 47. La historia del tiempo. 48. Aunque tal vez dejó de hablar porque no tiene nada que decir o porque es “Argos, el perro de Ulises”. 49. Todo es posible. 50. Sin embargo, sentado en su trono, el inmortal muere de aburrimiento.
Sólo Georges Perec conocía cómo detener el tiempo y ahora sigue haciéndolo, en un eterno presente.
Ambas imágenes: Ximena Labra, Biblioteca Fantasma, 2011. Cortesía de la artista / Y Gallery, NY.
Carlos Azar Manzur. Como escritor, maestro y editor, siempre ha sido un gran defensa central. Fanático de la memoria, ama el cine, la música y la cocina de Puebla, el último reducto español en manos de los árabes. Es corrector de estilo de la Revista Capitel de Universidad Humanitas.