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PEDRO Y EL LOBO EN EL TEATRO HUMANITAS, UNA APASIONANTE PERIPECIA INFANTIL

por Capitel
fotografías de Ángel Manrique

EN AGOSTO DE ESTE AÑO, EL BALLET DE LA CIUDAD DE MÉXICO PRESENTÓ PEDRO Y EL LOBO EN TEATRO HUMANITAS PARA DELEITAR CON DANZA Y MÚSICA A CHICOS Y GRANDES.

El 18 de agosto, en el interior del Teatro Humanitas de Presa Madín, una partitura gigante aparece en el escenario. A la izquierda del proscenio, un viejo bondadoso ataviado de traje, espejuelos y pelo blanco, comienza a narrar la historia de Pedro y el lobo mientras asigna un instrumento musical a cada uno de los personajes.

El pato sonará con el oboe, el pajarillo con la flauta, el gato con el clarinete y el abuelo con el fagot. Pedro lo hará con las cuerdas. Por su parte, los cazadores sonarán con timbales y bombo, y el lobo con los instrumentos de metal. Cada uno de ellos será caracterizado con danza clásica, contemporánea, árabe y de carácter.

Así inicia Pedro y el lobo, compuesto en 1936 por Serguéi Prokófiev, representado en el Teatro Humanitas por el Ballet de la Ciudad de México.

En el público hay familias con niños que participan en los juegos de aquel misterioso narrador de pelo blanco y, lentamente, la historia comienza a desbordarse del escenario para impregnar a los espectadores. La obra cumple esa intención: acercar a los niños la experiencia de la música clásica, el teatro y el ballet.

En el escenario aparece una pequeña cabaña con un portón abierto. Afuera, el abuelo de Pedro, por medio de movimientos dancísticos elásticos y estilizados, regaña a su nieto por haberse salido de casa sin cerrar la puerta. Por ese descuido el gato se sale, el pato se va a nadar a un estanque y el pajarillo se encarama en una rama, quedando a merced de un peligroso lobo del bosque. La peripecia sucede en el momento en que realmente aparece el lobo y Pedro deberá mostrar su valor para poner a salvo a sus amigos silvestres.

Los ejecutantes del Ballet de la Ciudad de México, ágiles y profesionales, materializan a los personajes del cuento infantil con una coreografía concebida por Isabel Ávalos. Así, se reproduce la trama, la alegoría del cuento, a tal punto que, al término de la función, los niños felizmente suben al escenario para interactuar con sus personajes favoritos.

De este modo, cada niño que visitó la obra se llevó la experiencia del contacto con el ballet y la música de Pedro y el lobo, al mismo tiempo que enriqueció su día con destellos de una historia colorida.

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