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LA HISTORIA: LA EMPATÍA A PARTIR DE LA DIFERENCIA

por Perla Chinchilla Pawling
imágenes de Francisco Valverde

EN LA ACTUALIDAD CUALQUIER PERSONA, TANTO URBANA —CONECTADA CON LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN TALES COMO EL INTERNET, EL CINE, LA TELEVISIÓN Y, CIERTAMENTE, LA LECTURA—, COMO DE UN MEDIO RURAL —VINCULADA CON ALGUNA TRADICIÓN ORAL—, PUEDE SUPONER QUE EXISTE UNA EMPATÍA CASI NATURAL CON LOS HABITANTES DEL PASADO. SIN EMBARGO, LA HISTORIA NOS ENSEÑA QUE ELLO ES ASÍ, Y AL MISMO TIEMPO, NO LO ES. TRATEMOS DE VER POR QUÉ.

LA HISTORIA COMO MAESTRA DE VIDA
Durante muchos siglos, ya claramente desde la cultura grecorromana de la que deriva nuestra visión de la Historia, se ha supuesto que ella es “la maestra de la vida”. Concretamente, a partir de Marco Tulio Cicerón, quien acuñó la definición de que: “la historia, en verdad, testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de lo vetusto, ¿por cuál otra voz, sino por la del orador, es encomendada a la inmortalidad?” en su famoso De Oratore, ello se convirtió en un lugar común, incluso hasta nuestros días.

Así, se ha supuesto que la Historia tiene que dar ejemplo, a través de la narración de la vida de los hombres —sobre todo, ya que las mujeres aparecían mucho menos— del pasado. El recorrido narrativo de las acciones de un sujeto mostraba si éstas eran “virtuosas”, y, por tanto, ejemplares, o “viciosas”, y, por ende, no debían imitarse. Las primeras merecían la admiración y las segundas el repudio, y, en ambos casos, debían rememorarse en la posteridad para servir de guía de las acciones de quienes los sucederían en el futuro. Además, habría que aprender de los errores cometidos en el pasado por aquellos que, por vicio o por falta de buen juicio, se habían equivocado en sus decisiones, afectando el buen rumbo de la Historia. En pocas palabras, había que tener empatía con los que actuaban dentro de los cánones morales —los héroes— y antipatía por los que los infringían.

LA MODERNIDAD Y LA EMPATÍA CON LOS QUE NOS ANTECEDIERON
Ya desde el siglo XVIII este esquema empático con los héroes del pasado empieza a cuestionarse, pues, en tanto que para la cultura del Antiguo Régimen la sociedad funcionaba como la naturaleza, y ambas eran esencialmente inmutables, para la modernidad, todo lo socialmente producido pertenece a un tiempo y un lugar dados. Con ello, la continuidad se resquebraja y lo que pudo ser ejemplar en una época ya no lo es más. Sin embargo, aunque de algún modo sabemos esto, curiosamente nos comportamos como nuestros antepasados premodernos —y empatizamos con personas que vivieron hace siglos— como si habitaran en nuestro presente. Le pedimos a la reina Isabel I de Inglaterra del siglo XVI que se comporte como la reina Isabel II de nuestros días, y generamos empatías y antipatías que nos conducen paradójicamente a anular la Historia, anular la diferencia.

[…] gracias a la historia podemos comprender nuestras diferencias respecto del pasado, y que toda acción humana ha de colocarse en el contexto sociocultural en el que se llevó a cabo.

Francisco Valverde, ​​Felipe IV, 2020. Cortesía del artista y NM Contemporáneo.

¿POR QUÉ ANULAMOS LA HISTORIA A PARTIR DE NUESTRAS EMPATÍAS?
Empatizar en forma anacrónica equivale a anular la Historia, volviendo sujetos de cartón con trajes de época, a los que vivieron antes que nosotros. Porque hoy sabemos que justamente gracias a la historia podemos comprender nuestras diferencias respecto del pasado, y que toda acción humana ha de colocarse en el contexto sociocultural en el que se llevó a cabo. No hay hombre ni mujer que pueda actuar fuera de su época, aunque haya casos excepcionales que llegan a los bordes de su presente. Ser reina y mujer hace 500 años no es lo mismo que ser reina y mujer en el siglo XXI.

Se trataría de conseguir una empatía reflexiva, basada en la comprensión de la diferencia. Hay que intentar poner en vilo nuestros propios valores actuales, para poder comprender, y de ahí, empatizar con aquellos que participaban de otras formas de valorar. Por ejemplo, el duro ejercicio de sentir empatía con Aristóteles, quien veía la esclavitud como aceptable. Para él existía la esclavitud por naturaleza: “[…] hay hombres incapaces de tomar decisiones certeras sobre la orientación de su vida; a estos les llama esclavos por naturaleza, [que] tiene un impedimento interno, la incapacidad para ver claramente y decidir sobre los fines de su vida”. Es posible comprender que podemos empatizar con el filósofo más conocido de todos los tiempos, aunque pudiera ser esclavista, pero hoy no podemos aceptar la esclavitud en el contexto sociocultural contemporáneo. Su cultura consideraba lo natural, lo normal, una sociedad jerárquica que iba en grados de racionalidad, desde el que era apto para dirigir la sociedad, hasta el que debía obedecer por carecer de suficiente racionalidad. Nuestra cultura no puede aceptar esa desigualdad, y, por ello, cuando se presenta, sentimos antipatía frente a los que la ejercen.

Lo que habría que preguntarnos, pensando históricamente, es cómo ha cambiado la visión del mundo a lo largo de los siglos para que podamos hoy pensar como inaceptable la esclavitud. En qué nos diferenciamos y en qué no. Entender y empatizar con el pasado, es hacernos cargo de nuestro presente, al generar una empatía reflexiva con los que habitan hoy en nuestro mundo a partir de los complejos cambios que se han dado y se siguen dando.

Francisco Valverde, ​​Queen Elizabeth I (Reina Isabel I), 2020. Cortesía del artista y NM Contemporáneo.

Se trataría de conseguir una empatía reflexiva, basada en la comprensión de la diferencia.

Francisco Valverde, ​​Madame Récamier, 2021. Cortesía del artista y NM Contemporáneo.

Francisco Valverde (Morelos, 1972) es un artista mexicano que utiliza la línea —elemento esencial del dibujo y la pintura— como herramienta de investigación de la historia y la estética. Las líneas imperfectas, de colores y cargadas de energía que se acumulan sobre imágenes icónicas de la historia occidental plantean por un lado la imposibilidad de establecer un diálogo directo con el pasado y al mismo tiempo sugieren un acercamiento sensible, subjetivo e incluso afectivo a la historia, inspirando un nuevo acercamiento hacia los 'otros' y lo que nos es diferente. La galería NM Contemporáneo representa su trabajo en México. www.nmcontemporaneo.com | www.franciscovalverde.com

Perla Chinchilla Pawling tiene el estatus de “Investigador Distinguido” del Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Es fundadora de la línea de investigación “Construcción retórica de la realidad: Compañía de Jesús” y se ha ocupado del fenómeno de la predicación jesuita en el siglo XVII y su relación con las culturas de la oralidad y el impreso. Coordina el proyecto “Las formas discursivas en el tránsito a la Modernidad” a partir del que se publicó el Lexicón de las formas discursivas cultivadas por la Compañía de Jesús (2018) y Las formas y las no-formas discursivas (2021). En cuanto a su trabajo respecto de la enseñanza de la Historia es autora de La Historia que se enseña y la enseñanza de la Historia (2020).

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