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LA “CASA DE TÉ DE CRISTAL”: UN ESPACIO DE PAZ Y ARMONÍA

Todas las imágenes: Tokujin Yoshioka, Glass Tea House (Casa de té de cristal) en el Saga Prefectural Art Museum, 2018-2019. Cortesía de TOKUJIN YOSHIOKA + TYD.

por Marco Cuevas

LA “CASA DE TÉ DE CRISTAL” DEL ARQUITECTO, ARTISTA Y DISEÑADOR JAPONÉS TOKUJIN YOSHIOKA REFLEXIONA SOBRE LA OCUPACIÓN ARMÓNICA DE LOS AMBIENTES COTIDIANOS. EN ESTA MEDIDA, PODRÍAMOS AVENTURAR UNA INTERPRETACIÓN QUE VINCULE ELEMENTOS DE LA SABIDURÍA TAOÍSTA CON LA FILOSOFÍA TRADICIONAL JAPONESA EN LA BÚSQUEDA UNIVERSAL DEL SER HUMANO POR HABITAR EL MUNDO DE MANERA CONSCIENTE Y EQUILIBRADA.

La celebrada “Casa de té de cristal” —cuyo primer escenario estuvo en Kioto, en 2011 debutó en la 54ª Bienal de Venecia y actualmente se presenta en el Centro Nacional de Arte de Tokio (National Art Center, Tokyo)— es una instalación del arquitecto y diseñador japonés Tokujin Yoshioka (1967).

Aunque Yoshioka goza ya de un enorme prestigio en el diseño oriental, es un personaje difícil de encasillar. Su obra, influida por la ciencia, la literatura, las artes vanguardistas y la moda, no sólo ha incursionado en la arquitectura, sino también en la pintura, el grabado, la escultura y el diseño.

La obra de Yoshioka suele utilizar elementos inmateriales, como la luz, el sonido y los efectos vibrátiles, con los que ha creado expresiones que rebasan el entumecido concepto de la forma. En esta línea podríamos plantear que el caso de la “Casa de té de cristal”, al conjugar transparencia y ligereza, podría leerse como una metáfora de la dualidad entre lo visible y lo invisible, lo real y lo virtual, incluso el yin y el yang.

Cabe mencionar que, a diferencia de otras salas de arte japonesas, el NACT es un “museo vacío”, es decir, sin colección permanente ni curadores. Por eso, la obra de Yoshioka ha encontrado aquí un espacio ideal. Para montar esta nueva experiencia interactiva, el arquitecto japonés erigió una construcción hecha a base de cristales amplios para que los visitantes pudieran observar cada detalle.

La ceremonia del té, uno de los ritos más emblemáticos de la cultura japonesa, permite al anfitrión dar la bienvenida a los huéspedes y, al mismo tiempo, crear un espacio de paz y armonía. Yoshioka sabe que esta ceremonia es un ritual filosófico en el que se reconoce el valor del tiempo y la belleza intrínseca de la naturaleza. Justo por eso, la “Casa de té de cristal” ha reducido al máximo el número de elementos interpuestos entre el interior y el exterior. Es posible que Yoshioka haya tenido en cuenta las palabras del filósofo nipón Okakura Kakuzō: “El té carece de la arrogancia del vino, del individualismo consciente del café y de la inocencia sonriente del cacao”.

En esta casa, las fronteras entre el interior y el exterior han desaparecido para convertir a los visitantes en parte del paisaje. Los espectadores pueden observar las fluctuaciones de la luz, los cambios meteorológicos, las horas del día y las estaciones del año.

A pesar de que esta “Casa de té de cristal” no cuenta con pergaminos tradicionales ni ikebanas (arreglos florales), al usar vidrio, su arquitectura crea una superficie de agua brillante bajo una lluvia de luz natural, refractada por una escultura de prisma de cristal que se convierte en un arcoíris de “flores hechas de luz”. Esta arquitectura posee una profunda luminosidad que alcanza dimensiones poéticas que deleitan y confunden.

[…] la “Casa de té de cristal”, al conjugar transparencia y ligereza, podría leerse como una metáfora de la dualidad entre lo visible y lo invisible […].

La casa de cristal tiene una superficie inspirada en las ondulaciones del agua sobre un lago. Dependiendo de la estación del año, al mediodía, los observadores pueden disfrutar un arcoíris que proviene de un prisma de vidrio instalado en el techo. Con este efecto, Yoshioka busca hacer un homenaje (y un sustituto) a las flores que decoran las casas de té tradicionales.

Todos estos elementos que proponen una reflexión sobre la ocupación armónica del lugar me recuerdan a la sabiduría del Feng Shui, en la medida en que tienen una influencia positiva y logran generar armonía entre los seres humanos y su entorno.

No cabe duda que esta obra de Yoshioka, además de marcar un punto de inflexión en la búsqueda de la transparencia y la flexibilidad de la modernidad arquitectónica, pretende representar la desmaterialización del arte. Toda esta gama de prismas translúcidos y espacios que interactúan con la luz hacen de esta casa un lugar ideal para la meditación, el retiro, la tranquilidad, la armonía, la fantasía y la imaginación. Es que las obras que realmente merecen la pena nos vuelven fantasiosos. 

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Marco Cuevas es editor y periodista. Colaborador de revistas como Architectural Digest, GQ, Esquire, Audi Magazine y Travesías, es miembro del equipo fundador de la revista Quién y por más de diez años fue editor en jefe de la revista de a bordo de Interjet.

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