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ENERGÍA SOCIAL EN LA ERA DIGITAL

Maari Christante Photography, Family Adventures (Aventuras de familia). Cortesía de Saatchi Art.

por Guillermo Vega Zaragoza

LA CONCENTRACIÓN DEL POTENCIAL DE ACCIÓN Y REACCIÓN DE UNA SOCIEDAD DA VIGOR A LA HISTORIA Y DETERMINA LOS NIVELES DE CRECIMIENTO SOCIAL, CULTURAL Y ECONÓMICO DE UN PAÍS. EN ESTE SENTIDO ES NECESARIO REFLEXIONAR CÓMO, EN NUESTRO CONTEXTO, LAS VÍAS DIGITALES SE HAN CONVERTIDO EN LA PLATAFORMA PARA FOCALIZAR LA ACCIÓN.

Desde la invención de la computadora hasta la expansión de internet, la llamada Era digital ha modificado casi todos los ámbitos de los individuos y las sociedades: la forma en que nos comunicamos, nos educamos, trabajamos, hacemos negocios, nos divertimos, nos informamos y establecemos relaciones con nuestros gobernantes y conciudadanos.

La larga y dolorosa pandemia mundial provocó que aquellas sociedades que no habían entrado plenamente a la Era digital tuvieran que hacerlo de manera abrupta. Todo se trastocó. Hemos tenido que modificar nuestra forma de trabajar, de trasladarnos, de relacionarnos socialmente, de consumir, y nos hemos visto obligados a utilizar, sí o sí, la tecnología digital.

Con la proliferación de las vacunas ha ido disminuyendo el número de contagios y fallecimientos, por lo que en muchos países ya empiezan a prever el regreso a una cierta normalidad.

¿En verdad el mundo volverá a ser como antes de la pandemia? Al parecer no, debido sobre todo al reencauzamiento inevitable de la energía social provocado por la gran desaceleración de las actividades individuales y sociales y la inevitable inmersión global en la Era digital.

Pero ¿a qué nos referimos con eso de “energía social”?

Maari Christante Photography, Flip the Switch (Acciona el interruptor). Cortesía de Saatchi Art.

 

Aunque el concepto de “energía” se relaciona comúnmente con la física, en realidad surgió como parte importante de la filosofía de Aristóteles, quien utilizó la palabra energeia (que significa “en acto”) para referirse, no a la propiedad que tienen los cuerpos que se encuentran en movimiento —la energía cinética—, sino a algo que está actuando, en el sentido de que tiende a un fin desde sí mismo, es decir, una “realidad actuante”. Así, la energía no es algo que se produce, sino algo que se cumple, que se realiza para que el alma humana desempeñe su función.

Con el ánimo de recuperar este sentido aristotélico del concepto de energía en la sociedad, en su ensayo “La circulación de la energía social”, publicado en 1988, Stephen Greenblatt definió a la energía social como “la capacidad de ciertas huellas verbales, auditivas y visuales para producir, configurar y organizar experiencias colectivas de orden físico y mental”. Estas huellas (como lo son las obras literarias) se transmiten por medio de intrincadas redes de intercambios y transacciones, donde se enfrentan a otras huellas rivales o contradictorias.

Lo que intrigó a Greenblatt era tratar de desentrañar por qué ciertas obras literarias perduran más que otras e impulsan cambios en la forma de pensar, crear y concebir el arte, y cómo es el mecanismo que posibilita la transmisión de esa energía social provocada por las obras a lo largo de los siglos.

Extrapolar el concepto de “energía social” a otros ámbitos de la vida sociocultural —como la economía y la política— puede ayudarnos a entender y analizar la forma en que se producen los cambios en las sociedades.

De acuerdo con el pedagogo español Jesús Montero Tirado, el nivel de energía social puede explicarnos el éxito o el fracaso en el desarrollo y crecimiento de un pueblo, de acuerdo con la forma en que dicha energía circule entre “las múltiples relaciones de ida y venida y de manera multidireccional entre la cultura, la sociedad, la estructura social, el poder, las clases sociales, las relaciones sociales, la familia, el individuo, y los pueblos en los ámbitos locales y globales”.

La tecnología digital ha modificado sustancialmente la forma en que circula la energía social, modificando estas múltiples relaciones multidireccionales. Por ello es improbable que la vida social vuelva a ser la misma que antes de la pandemia. Por decirlo así: lo digital ha establecido un nuevo “cableado” por el que circulará la energía social de aquí en adelante.

De ahí que la comprensión de hacia dónde es necesario encaminar esta energía social es determinante para la adaptación exitosa de personas e instituciones a la nueva realidad que nos plantea un mundo pospandémico. 

[…] el nivel de energía social puede explicarnos el éxito o el fracaso en el desarrollo y crecimiento de un pueblo […].

Maari Christante es una fotógrafa estadounidense. Su obra consiste en imágenes surrealistas, caprichosas y cautivadoras que exploran el plano metafísico de la luz y la energía humana. Sus fotografías paulatinamente van descubriendo los colores del mundo y la potencia del trabajo en comunidad. La galería de arte en línea Saatchi Art promueve su trabajo. www.saatchiart.com/maarichristante | www.maarichristante.com

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Guillermo Vega Zaragoza es escritor, profesor, periodista, traductor y editor. Es director de Tundeteclas Educación y Servicios Editoriales. Colabora en el suplemento cultural La Jornada Semanal del diario La Jornada, entre otras publicaciones.

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