por Vicente Vértiz
Viktor Frankl, psiquiatra y filósofo austríaco, descubrió que incluso las experiencias más terribles pueden enseñarnos lecciones valiosas. Su trabajo demuestra que la clave para superar los desafíos y encontrar la felicidad radica en la capacidad de darle sentido a nuestra existencia. Por medio de la logoterapia, Frankl mostró cómo el propósito y el significado son esenciales para el bienestar y la resiliencia.
¿Qué nos hace reponernos de situaciones adversas?, ¿qué le da sentido a nuestras vidas y nos hace felices? Estas preguntas, que en algún momento todos nos hemos planteado, son difíciles de contestar. Muchos han buscado responderlas por medio de la fe; otros, mediante sus seres queridos, su trabajo, algún pasatiempo o el legado que dejarán. Viktor Frankl —destacado neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco— planteó que las respuestas a estas preguntas trascendentales están en nosotros mismos.
Viktor Emil Frankl (1905-1997) nació en Viena, entonces capital del imperio austrohúngaro. Desde temprana edad mostró interés por la filosofía, la medicina y en particular la psiquiatría, disciplina en la que destacó de forma meteórica; desde el bachillerato mantuvo correspondencia con Sigmund Freud, quien publicó uno de sus manuscritos. Más tarde, ya como estudiante de medicina en la Universidad de Viena, se involucró en el psicoanálisis colaborando nuevamente con Freud y con el destacado psiquiatra Alfred Adler. Posteriormente, desarrolló su propio enfoque terapéutico centrado en la búsqueda de sentido de vida, o “logos”, como pilar del bienestar mental. Asimismo, en su etapa como estudiante, mostró interés por las condiciones de depresión y suicidio, problemáticas crecientes en su país en ese momento, por lo que se involucró en el establecimiento de centros para dar atención psiquiátrica a estudiantes de forma gratuita. Tras doctorarse en medicina en 1930 Frankl se unió al hospital psiquiatrico Aim Steinhoff de Viena donde dirigió un programa de prevención del suicidio en mujeres entre 1933 y 1937 logrando reducir drásticamente los casos.
Su vida dio un giro hacia el horror cuando su natal Austria fue anexada por la Alemania nazi en 1938, ya que debido a su fe judía se le prohibió ejercer su profesión de forma particular. Frankl decidió entonces aceptar un puesto como jefe de psiquiatría en el hospital Rothschild de Viena, el único en la ciudad que continuaba aceptando judíos. En ese centro conoció a Tilly Grosser quien trabajaba como enfermera y con quien contrajo matrimonio en 1941. Sin embargo, pocos meses después de la boda, Frankl y su familia fueron deportados a varios campos de concentración nazis, incluyendo Auschwitz y Dachau, en los que perdió a su padre, madre, hermano y esposa.
Donde otros no fueron capaces de rehacer plenamente sus vidas tras la experiencia traumática del Holocausto, Frankl logró salir adelante convirtiendo dicha experiencia en la herramienta con la cual culminar sus teorías. Tras su liberación en 1945, plasmó sus vivencias y reflexiones en el libro El hombre en busca de sentido (1946), que se ha convertido en una obra influyente a nivel mundial. Frankl desarrolló la logoterapia, que se enfoca en la búsqueda de sentido como la principal motivación humana. Este enfoque ha influido en diversas áreas del conocimiento y la educación.
La logoterapia ha ayudado a muchas personas a encontrar significado en sus vidas, especialmente tras vivir situaciones de sufrimiento o crisis existenciales. En especial, Frankl enfatizaba la importancia de educar más allá de la mera transmisión de conocimientos, al promover la formación integral del individuo y su capacidad para encontrar sentido y propósito en sus acciones. Consideraba que la educación debía iluminar al educando, mientras lo ayudaba a descubrir lo mejor de sí mismo y fortalecía su capacidad de resiliencia.
Consideraba que la educación debía iluminar al educando, mientras lo ayudaba a descubrir lo mejor de sí mismo y fortalecía su capacidad de resiliencia.

Fotografía de Franz Vesely.
A pesar de no estar exento de polémica por la forma que narró y sobrellevó su experiencia en el Holocausto, Victor Frankl redefinió la función de la psiquiatría al integrar conceptos filosóficos y éticos en su enfoque terapéutico y destacar la responsabilidad personal y la libertad de elección como pilares para una vida significativa. Al poner en práctica sus propias ideas, Frankl logró reencontrar el sentido de su vida: volvió a casarse y formar una familia, escribió 32 libros sobre análisis existencial y logoterapia, además de recibir 29 doctorados honorarios de diversas universidades alrededor del mundo. Su legado perdura en múltiples disciplinas, inspirando a profesionales y estudiantes en la búsqueda de una vida con propósito y significado.
Vicente Vértiz Robleda es maestro en Historia y Comunicación Cultural por la Universidad de Barcelona, cuenta con una segunda maestría en Educación por el Centro Universitario Incarnate Word y es licenciado en Historia por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Ha trabajado como docente en la Universidad Anáhuac, Universidad Iberoamericana, Centro Universitario Incarnate Word y la Universidad Hebraica. Paralelamente a la docencia su otro interés académico es la divulgación de la historia de formas creativas, no convencionales y atractivas.








