EN ESTA CONVERSACIÓN, ERNESTO MIRANDA TRIGUEROS, DELEGADO COMERCIAL Y OFICIAL DE ASUNTOS CULTURALES DE LA EMBAJADA DE CANADÁ NOS COMPARTE SU EXPERIENCIA ACADÉMICA Y PROFESIONAL EN LA QUE HA SABIDO CONJUGAR LA TRADICIÓN CULTURAL CON LOS MEDIOS DIGITALES. TAMBIÉN NOS RECUERDA EL PAPEL PRIMORDIAL QUE TIENEN LAS COMUNIDADES INDÍGENAS EN AMBOS PAÍSES PARA RESTABLECER EL EQUILIBRIO MEDIOAMBIENTAL Y CÓMO LA CULTURA PUEDE SER UN MEDIO PARA LOGRARLO.
Cuéntenos un poco sobre su recorrido académico.
Estudié Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y me gradué con una tesis de literatura comparada entre literaturas indígenas del territorio mexicano y poéticas de vanguardia norteamericana. Después, trabajé en CONACULTA en el desarrollo de aplicaciones para iPad sobre la obra de Octavio Paz y José Gorostiza, las primeras aplicaciones sobre poetas en lengua española.
Me fascinó la idea de representar poesía en medios digitales y así decidí estudiar la Maestría en humanidades digitales que sólo se impartía en Reino Unido; escogí el King’s College de Londres donde aprendí a mediar entre editoriales, museos, el sector de las artes liberales y humanidades, y los programadores tecnológicos.
¿Qué cargos ha ocupado a lo largo de los últimos años y cómo comenzó a trabajar para el gobierno de Canadá?
Cuando regresé de Inglaterra, me invitaron a crear el área de Innovación académica en el INAH. Creamos el primer Congreso de Patrimonio Cultural de Nuevas Tecnologías, así como una red con el CONACYT para acceder a fondos e incentivar proyectos, aplicaciones enfocadas al patrimonio documental como son los códices, entre otros.
Después trabajé en la Secretaría de Relaciones Exteriores como director general adjunto haciendo diplomacia cultural a través de la gastronomía y posteriormente, en la recién creada Secretaría de Cultura, desarrollando la política pública digital. Ahí creamos la Agenda Digital de Cultura y la plataforma Mexicana, en la que se juntaron todas las colecciones de artes visuales, hemerotecas y bibliotecas coordinadas por la Secretaría en un solo repositorio. La importancia de este trabajo se potenció con la pandemia y con la transformación de las formas en que consumimos e interactuamos con la cultura a través de medios digitales. Por ello, en retrospectiva, creo que fue un trabajo muy necesario para la divulgación del patrimonio cultural de México en medios digitales.
Más adelante, me incorporé al gobierno canadiense, en una posición híbrida, con un componente de industrias creativas y otro de diplomacia cultural. Así llegué a mi puesto actual.
¿Qué funciones y responsabilidades desarrolla en su cargo como delegado comercial y oficial de asuntos culturales de la Embajada de Canadá en México?
Mi posición es híbrida: mitad comisionado comercial y mitad diplomacia cultural. Esto quiere decir que la mitad del tiempo lo dedico a promover el comercio y la inversión de las industrias creativas, y la otra mitad a trabajar con organizaciones culturales en México para fomentar las relaciones culturales entre creadores de Canadá y de este país.
¿Qué cualidades y conocimientos considera que lo llevaron a esta oportunidad laboral?
Creo que una parte tiene que ver con el trabajo que he desarrollado en las industrias creativas digitales, pero también con la sensibilidad con respecto a los contextos de diversidad, principalmente hablando de pueblos indígenas, tanto en México como en Canadá.
El 80% de las iniciativas de diplomacia cultural que desarrollamos tienen que ver con pueblos indígenas o con crear mejores conversaciones entre artistas de pueblos indígenas de México con pueblos indígenas de Canadá. Esta labor tiene sus peculiaridades, pero me parece que mi experiencia me ha ayudado para saber cómo hacerlo de manera respetuosa, sin apropiación y sabiendo cuál es mi lugar al no pertenecer a dichas comunidades.
Me entusiasma mucho descubrir los diálogos entre pueblos indígenas de Canadá y México, aunque son historias diferentes hay caminos paralelos que se están recorriendo, principalmente en la profesionalización de las industrias creativas.
Por último, creo que también me ha ayudado tener cierta experiencia en el sector internacional. Estos tres elementos se conjugaron para facilitar mi trabajo.
¿Nos puede compartir alguna reflexión sobre las similitudes y diferencias que encuentra en el desarrollo de las industrias creativas y la cultura en México y Canadá?
La similitud que encuentro es que ambos países tenemos a Estados Unidos en medio y buscamos destacar nuestra cultura ante la hegemonía estadounidense.
Sin embargo, a diferencia de México, en Canadá han sido muy determinantes a la hora de crear sistemas de protección de propiedad intelectual en el marco de los tratados de libre comercio. En México se intentó hacer en 1994 cuando se firmó el TLC y luego también en las renegociaciones de 2020, pero sin éxito dado que era mucho lo que estaba en juego.
También tenemos circunstancias diferentes; la penetración de México en Estados Unidos no necesariamente pasa por los grandes tratados sino por el territorio y los procesos de hibridación de los grupos migratorios.
¿Cuál le parece que es el vínculo entre las relaciones culturales internacionales y el concepto de naturaleza, tema central de esta edición?
Trabajando con los pueblos indígenas no podemos disociar la cultura de la naturaleza, es parte de una totalidad. Si vamos a hablar de cultura o arte, la naturaleza siempre está implicada de manera transversal.
Creo que una conversación relevante, tanto en Canadá como en México, tiene que ver con la idea de que para restablecer el equilibrio medioambiental y crear soluciones para el cambio climático, no se puede avanzar sin las comunidades indígenas que han sido guardianas de la naturaleza y que por milenios mantuvieron sabiamente ese equilibrio.
Buena parte de las políticas públicas de Canadá se están alimentando de las culturas y conocimientos tradicionales para manejar recursos o implementar estrategias a fin de mitigar el cambio climático.
[…] para restablecer el equilibrio medioambiental y crear soluciones para el cambio climático, no se puede avanzar sin las comunidades indígenas que han sido guardianas de la naturaleza y que por milenios mantuvieron sabiamente ese equilibrio.
[…] la cultura no es un accesorio […] sino que está al centro de las relaciones políticas entre los países y […] tiene un potencial económico enorme.
¿Qué proyectos está desarrollando con los pueblos indígenas canadienses y de México y qué complejidades implica esto?
En este momento desarrollamos dos proyectos: uno es de intercambios curatoriales indígenas, un proyecto de la Galería Nacional de Canadá que toma en cuenta que en el país hay una generación consolidada de curadores indígenas de arte contemporáneo y varias galerías de este rubro. También, desde los ochenta existen sellos discográficos dirigidos y creados por indígenas. Esta profesionalización artística aún no ha llegado a México en términos de producción, distribución y creación de audiencias.
Gracias a la iniciativa de IMCINE, el otro proyecto es organizar residencias para creadores audiovisuales en San Cristóbal de las Casas, para formar a las nuevas generaciones de cineastas indígenas, principalmente de ficción. Esto, a partir de que en Canadá ya están muy consolidados los géneros y subgéneros de ficción indígena en el cine, por ejemplo, la utopía o la distopía apocalíptica indígena, que es accesible no sólo en cine, también en videojuegos o experiencias de realidad virtual.
En México, según los especialistas, los contenidos cinematográficos indígenas se han centrado casi exclusivamente en el documental y al mismo tiempo falta crear audiencias para los mismos. En este sentido estamos muy entusiasmados de traer mentores canadienses, traer la historia del cine de ficción indígena de los sesenta hasta ahora y presentarlo a esta nueva generación de creadores.
El desarrollo de proyectos como estos es complejo. Tienes que facilitar el diálogo, ayudar a poner la mesa para que se rompa el hielo y entender que los tiempos de las comunidades son diferentes. Nuestra labor se centra en propiciar el terreno que permita a los participantes ser sujetos y no objetos culturales, instaurar los diálogos y tratar de darles seguimiento para que se generen redes de intercambio.
¿Qué reflexiones tiene sobre el estatus de la relación entre México y Canadá y cuáles son sus propuestas para fortalecerla?
En términos de intercambio cultural, educativo y de diplomacia del conocimiento está en un gran momento, me atrevo a decir que en uno de los más positivos.
Para mí es importante demostrar que la cultura no es un accesorio que viste con una exposición o una visita, sino que está al centro de las relaciones políticas entre los países y que, por otro lado, tiene un potencial económico enorme.
Si pensamos como región a México, Canadá y Estados Unidos y, en nuevas industrias como los videojuegos, el cine o el desarrollo tecnológico enfocado en entretenimiento, creo que estamos en el momento más importante.
Desde su disciplina de trabajo, ¿qué consejo podría compartir con los estudiantes de Universidad Humanitas para su desarrollo profesional en este contexto?
Diría que poner la parte humanística en el centro, como lo dice el nombre de la Universidad. Esta orientación no siempre está en el centro de las conversaciones, ni en la mente de los empleadores o de las empresas, pero, aunque te seduzca una carrera mucho más técnica, puedo decir que la formación humanista es lo que me ha permitido llegar a donde estoy. Les aconsejo nunca perder eso.
¡Muchas gracias!
Andrea Bravo Echenique es coordinadora editorial de Capitel de Universidad Humanitas.