por Giselle Vidal
imágenes de Mary Chamberlain
CON EL IMPULSO DE LA PANDEMIA, LA CIUDAD DE NUEVA YORK VIO LA CONSOLIDACIÓN DE LOS JARDINES COMUNITARIOS COMO ESPACIOS EMPÁTICOS Y SENSIBLES A LAS NECESIDADES DE LOS RESIDENTES. ESTE ESQUEMA, ADAPTADO A LA REALIDAD DE NUESTRO PAÍS, SIN DUDA PUEDE RESULTAR MUY ENRIQUECEDOR PARA MEJORAR LA VIDA DE LAS PERSONAS CON MENOS RECURSOS.
¿Qué?
En 2020, los jardines comunitarios se convirtieron en la fuente alimentaria de cientos de personas que enfrentaban inseguridad alimentaria y contaminación en Nueva York. Voluntarios de toda la ciudad donaron vegetales frescos que cultivaban las personas que no tenían dinero suficiente. También implementaron espacios de composta para reducir la contaminación ambiental producida por los desperdicios orgánicos.
Mary Chamberlain, Two Red Chairs (Dos sillas rojas), 2018. Cortesía de Saatchi Art.
¿Dónde?
En Nueva York es posible encontrar diversos lotes dedicados a un jardín comunitario. Algunos de estos jardines, como el Sunnyside Community Garden o el Liz Christy Garden cuentan con 50 años o más de existencia. Otros, como el jardín temporal de la calle 45 en Queens, surgieron en la pandemia como una respuesta al desempleo, la pobreza y la contaminación.
Históricamente, estos jardines fueron la respuesta de los habitantes a la necesidad de espacios para entenderse con la naturaleza, cultivar comida fresca y convivir con familiares y amigos. Aunque actualmente hay más de 450 jardines a lo largo de la ciudad, en la década de 1990 estuvieron en peligro de desaparecer cuando los funcionarios públicos intentaron subastar lotes baldíos a inversionistas privados para ganar dinero.
Lograron sobrevivir gracias al apoyo de ONG que apoyaron con la compra de la tierra, y también con el apoyo de dueños privados que prestan sus terrenos en desuso a la comunidad. Muchos de los voluntarios de estos jardines siguen peleando la batalla por la propiedad de la tierra en la que se encuentran. Una de las soluciones propuestas es que la ciudad conceda la propiedad a corporaciones sin fines de lucro que las administren a largo plazo. Conforme pasan los años, las comunidades que los mantienen siguen demostrando que con trabajo en equipo y voluntad es posible resolver los grandes problemas urbanos con pequeños esfuerzos.
Mary Chamberlain, Old Friends (Viejas amigas), 2020. Cortesía de Saatchi Art.
¿Cómo?
De acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente, la Ciudad de México, por ejemplo, cuenta con cerca de 67,311,573.8 m2 de áreas verdes distribuidas a lo largo de sus 16 alcaldías.¹ Estas áreas verdes van desde camellones y alamedas hasta parques y terrenos baldíos. Dichos espacios son perfectos para plantar un jardín comunitario. Los dueños de los terrenos pueden prestarlos a la comunidad para dicho uso. También es posible adoptar un área verde de la ciudad mediante el programa Reto Verde² de la SEDEMA. Otra alternativa más sencilla es plantar hierbas, frutas y vegetales en macetas dentro de las casas y compartirlas entre los vecinos. Darles un uso a los espacios desiertos de la ciudad puede ayudar a unir a las personas en proyectos conjuntos, generar alimento de forma sustentable y reducir la contaminación orgánica. Además, el contacto con la naturaleza es un buen aliado para cuidar la salud mental.
Mary Chamberlain, Community Garden (Jardin comunitario), 2017. Cortesía de Saatchi Art.
Giselle Vidal es Licenciada en comunicación por la UNAM. Algunos de sus trabajos han sido publicados en la revista ¿Cómo ves? y Ciencia UNAM.
1. Secretaría del Medio Ambiente, “Inventario de Áreas Verdes” en SEDEMA CDMX, https://bit.ly/3niYwSy (verificado el 7 de junio de 2022).
2. Ver https://bit.ly/2Wy0a7b.