por Benjamín Ramírez
ROSA PARKS FUE UNA DE LAS FIGURAS MÁS PROMINENTES EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS CIVILES DE LOS ESTADOS UNIDOS. SU INQUEBRANTABLE SENTIDO DE DIGNIDAD Y JUSTICIA SIGUE SIENDO FUENTE DE INSPIRACIÓN Y CONCIENCIA SOCIAL, SIN IMPORTAR EL PAÍS EN EL QUE VIVAMOS.
Para 1955 habían pasado noventa años de la promulgación de la decimotercera enmienda en Estados Unidos, con la que la esclavitud quedaba constitucionalmente abolida, pero en el territorio estadounidense se mantenía un sistema cultural altamente discriminatorio, segregacionista y bien enraizado que regulaba las relaciones en el espacio público y privado entre los afroamericanos y los blancos. Entre las múltiples formas en las que este espíritu se hacía presente, el entorno físico representaba uno de los grandes desafíos, puesto que las bibliotecas, las banquetas, los parques y hasta los autobuses eran lugares necesarios de interacción.
El transporte público era uno de esos sitios complejos y las reglas que existían en Montgomery, Alabama, lugar de residencia de Rosa Parks, eran bastante estrictas. Los diez asientos delanteros estaban reservados para la gente blanca. Si una persona de color quería utilizar este transporte debía subir por el frente, pagarle al chofer, bajar del vehículo y volverse a subir usando la puerta de atrás y colocarse en la parte posterior del autobús, que era la zona designada para ellos. El sistema llegaba a tal punto que, aunque no hubiera ningún blanco en el autobús nadie podía sentarse en los primeros diez lugares, dejando ese espacio “inmaculado” y confinando a todos los ocupantes de color a un sector específico que pocos se atrevían a quebrantar, por miedo a las represalias que podían sufrir. Pero el 1 de diciembre de 1955 hubo una mujer que se atrevió a mostrar públicamente su inconformidad por el trato que sufrían ella y los suyos.
Era una fría tarde en Montgomery y Rosa Parks había salido de su trabajo para tomar el autobús de regreso a casa. Al abordarlo y después de seguir todas las normas, ella notó que había un asiento disponible en la sección para los afroamericanos, justo en la fila de atrás de la zona destinada a los blancos. Una vez que ella se sentó el conductor de la unidad le pidió a las personas de color que estaban en la fila en la que se había sentado Rosa Parks que se pusieran de pie y abandonaran su lugar. El motivo: había una persona blanca de pie en el autobús, y aunque todos habían seguido las reglas del transporte, el conductor podía ampliar la zona exclusiva para blancos si la unidad iba demasiado llena.
Si de por sí el sistema ya era discriminatorio, se le estaba pidiendo a cuatro personas que se pararan y cedieran toda la fila para que sólo un individuo se sentara; todo por su color de piel. Rosa Parks decidió recorrerse a la ventana y no ceder su lugar, para así retar con su impasibilidad a un sistema que solía criminalizar y usar la violencia para disuadir a las personas a no transgredir las normas. Era un gesto bastante riesgoso.
[…] el 1 de diciembre de 1955 hubo una mujer que se atrevió a mostrar públicamente su inconformidad por el trato que sufrían ella y los suyos.
Ilustración de Rosa Parks en el boicot al sistema de autobuses de Montgomery, Alabama, Estados Unidos, circa 1955. Harlin Design / Shutterstock.com.
Al notar que Rosa Parks no se movería, el chofer llamó a la policía que la arrestó y acusó de provocar disturbios al orden público. Lo que las autoridades no esperaban es que éste sería el pretexto que los afroamericanos necesitaban para organizarse y poner a prueba a gran escala la resistencia pacífica y la doctrina de la no violencia en contra del sistema de autobuses de la ciudad. Esa noche de diciembre se imprimieron 35 mil panfletos que enarbolaban la consigna Don’t ride the bus y de boca en boca se fue esparciendo la idea de que ningún miembro de la comunidad afrodescendiente tomara el transporte público, con el objetivo de llevar a la bancarrota a la red de transportes ante la baja afluencia de personas.
A este acontecimiento se le llamó “El boicot de autobuses de Montgomery” y representó un esfuerzo titánico en el que las personas solían caminar unos 16 kilómetros al día para poder ir a la escuela o atender a sus trabajos sin importar las inclemencias del tiempo y el cansancio que ello implicara. La gente había llegado a su límite y estaba dispuesta a resistir la fatiga y las incomodidades ante la mirada atónita de los pobladores de Montgomery que veían cómo pasaban las semanas y los meses y la gente seguía con su tenaz caminata que se alimentaba de los sueños de justicia e igualdad fundamentados en el símbolo de la persistencia de una mujer que no estaba dispuesta a ceder su lugar.
Finalmente, después de 381 días de infatigable oposición el sistema de transportes tuvo que ceder. En Montgomery se daba el primer triunfo de la causa afroamericana y los autobuses se convirtieron en el primer espacio libre de segregación racial. Gracias a la obstinación de una población inspirada en Rosa Parks, se demostró que en ocasiones, para sacudir al mundo es necesario acudir al poder de la inmutabilidad.
Benjamín Ramírez Zamudio es un historiador, catedrático del Instituto Thomas Jefferson y estudiante de maestría en la Universidad Iberoamericana, que se ha especializado en la Historia de la Edad Media y en los cambios de configuración del tiempo durante los siglos XIX y XX.