Trash Riot, Searching for Something (Buscando algo), 2018. Cortesía del artista.
por Rosa María Ramírez de Garay y Vicente Zarco Torres
EN TIEMPOS DE CAMBIO E INCERTIDUMBRE, VALE LA PENA DETENERNOS A EXPERIMENTAR EMOCIONES QUE USUALMENTE TRATAMOS DE EVADIR PARA SACAR VALOR DE LA EXPERIENCIA, CONOCERNOS MEJOR Y EN ÚLTIMA INSTANCIA, IMAGINAR NUEVAS FORMAS DE BIENESTAR EMOCIONAL.
Hemos escuchado por muchos lados que es normal sentirse angustiados en tiempos de la emergencia sanitaria. Al fin y al cabo, la vida cotidiana de millones de personas se ha visto alterada de manera inesperada. De una u otra manera, al quedarse en casa o no, nos estamos enfrentando a un “enemigo invisible” del que se habla por todos lados.
Pero, ¿qué será lo que nos angustia?
Más allá de las respuestas inmediatas, como la pérdida del empleo, la salud o la vida, proponemos pensar lo que representan estos momentos en nuestra vida. Muchos de nosotros teníamos quizás un trabajo al que teníamos seguro y que ahora no lo es, un ingreso que se ha visto modificado, planes de viaje, lugares por visitar, expectativas sobre cómo serían las siguientes semanas y meses. Y de repente, muchos de estos planes se han visto perturbados.
En la consulta psicoanalítica hemos escuchado con frecuencia a nuestros pacientes hacer referencia a la incertidumbre en la que se sienten desde hace semanas. Esta palabra proviene del prefijo in, que hace referencia a la negación de un elemento, y certus, que se refiere a lo cierto, a las certezas. La incertidumbre es, fundamentalmente, la ausencia de certezas, el desconocimiento y la falta de seguridad frente a una situación futura. Seguramente todos sentimos incertidumbre en estos momentos, pero pensemos, ¿cuáles son esas certezas a las que nos aferramos?, ¿serán tan ciertas y seguras como pensamos? Lo que la situación actual pone de relieve es justo la fragilidad de nuestras certezas.
En textos como De guerra y muerte. Temas de actualidad (1915) y El malestar en la cultura (1930), Sigmund Freud habla de la necesidad humana de desmentir la muerte. Ante la constante amenaza e inminencia de ésta, recurrimos como mecanismo de defensa a la desmentida, es decir, nos distanciamos de la idea de nuestra muerte y la de los otros y de que nuestra existencia es finita. Lo sabemos, pero hacemos “como si no” lo supiéramos para poder vivir. ¿Cómo viviríamos si diariamente pensáramos al despertar en la certeza de nuestra propia muerte, y a la vez, en la falta de certezas sobre cuándo llegará? Con una sensación constante de desamparo.
Trash Riot, Learn to Swim (Aprender a nadar), 2016. Cortesía del artista.
Trash Riot, Into the void (Hacia el vacío), 2018. Cortesía del artista.
[La angustia] es esencial en nuestra experiencia porque, por medio de ella, el sujeto puede aprehender algo sobre sí […].
Nuestra rutina, vínculos y pequeñas certezas nos ayudan en este proceso de desmentir la muerte en cierto grado necesario para poder vivir. Pero ¿qué pasa cuando nos enfrentamos ante estas apariciones siempre inesperadas de lo real, ante estos eventos que nos recuerdan la inminencia de la muerte y la fragilidad de nuestras certezas? Neuróticamente: nos angustiamos.
Qué hacer con esa angustia nos hablará de lo más particular del sujeto, porque al final, toda angustia remite al complejo de castración, al ser y hacer en referencia a la castración, y por lo tanto a nuestra historia y a nuestros vínculos más primarios. Algunos reaccionarán de forma maniaca frente a ella, en el hacer y hacer, otros quedarán paralizados por un tiempo, unos más podrán formar una reacción depresiva y el resto no podrá dormir, comer o comerá demasiado. También nos encontraremos con quienes, de manera infantil y regresiva, negarán omnipotentemente la existencia de la enfermedad y la posibilidad de que les ocurra a ellos o a sus seres queridos.
La angustia no debe tratarse como si fuese sólo un afecto negativo del que tenemos que deshacernos lo más pronto posible. Es esencial en nuestra experiencia porque, por medio de ella, el sujeto puede aprehender algo sobre sí, sobre su ser en la vida y su relación con la falta y la castración. La angustia puede llevarnos a articular preguntas sobre nosotros mismos y, con suerte, a buscar un espacio del que nos podamos acompañar en la búsqueda de respuestas. Ahora que la pandemia y sus implicaciones desnudan la fragilidad de nuestras certezas, ¿qué hacemos con ello?, ¿será que podamos hacer algo creativo a partir de la angustia?, ¿será que podamos tener seguridad, sin tener certezas?
Rosa María Ramírez de Garay es Maestra en psicoterapia psicoanalítica y actualmente doctorante en psicología y salud en la UNAM. Se ha dedicado a la clínica con adolescentes y adultos, a la investigación y a la docencia.
Vicente Zarco es psicoanalista y profesor de medio tiempo en el posgrado de psicología de la UNAM, además de corresponsable del grupo Psicoanálisis Extramuros UNAM.