fbpx

MENSAJE QUE ME REGALÓ UNA VISITA A LA COMUNIDAD MAYA

por Deborah Morales García
fotografías de Ileana Ulloa

Sentada en la entrada de la Universidad apreciaba a mis compañeros preparar todo para ir a la comunidad maya. Por un lado, escuchaba a los del grupo de teatro ensayar su cuento de navidad, mientras otros ponían dulces a la piñata. El cuento de los de teatro hablaba de recibir, pero también de dar. Con este cuento, buscábamos que se pusiera en práctica el primer valor, el de compartir lo que tenemos, una sonrisa, un momento, un logro o un juguete. He aquí una de las cosas en las que consiste el amor.

Al llegar, bajamos la comida, los juguetes y los dulces. Todo eso era importante pero lo era mucho más la solidaridad, el servicio y la sensibilidad. Solidaridad para involucrarnos con las familias y con nuestros compañeros; servicio, al recordar que el momento perfecto lo creamos nosotros mientras nos enfocamos en lo esencial, y, sensibilidad al elegir mirar la vida desde el amor ya que te mantiene conectado con lo que de verdad importa.

Con todo listo dio inicio nuestra posada en la escuela primaria de la comunidad. Los niños salieron al patio, emocionados, escuchaban las indicaciones que se les iba a dar, con los ojos iluminados y la sonrisa de oreja a oreja observaban todo lo que había. De pronto sentí una pequeña mano que me jalaba la playera, volteo y era una niña que daba pequeños saltos: “¿A poco todo eso es para nosotros?” “¡sí!” Con la misma energía iba a preguntarle su nombre pero de la emoción se fue a avisarle a todos sus compañeros que observaran todo lo que habíamos llevado.

Estuve apoyando a mis compañeros a repartir la comida. Fue maravilloso ver cómo entre ellos se apoyan, la protección y el cuidado que existe entre ellos es otra de las lecciones que me llevo. Cuando iniciaron los juegos, el lugar de aprendizaje de pronto se convirtió en un parque de diversión donde las risas predominaban, tanto los niños como las mamás se divertían en las actividades que se habían planeado. Sacamos a ese niño interno que nos acompaña ante todo con una actitud amorosa, generosa y alegre.

Por último, nos despedimos. “¿Y cuándo van a regresar?”, sé que todos aprendemos a relacionarnos, a expresarnos y a percibir el mundo; sé que fuimos a plantar una semilla que puede ir creciendo; sé que la única respuesta es el amor y todos los valores que acompañan esa palabra.

[mpc_divider preset="preset_0" width="30" content_type="icon" content_padding_divider="true" content_padding_top="0" content_padding_right="10" content_padding_bottom="0" content_padding_left="10" content_padding_css="padding-top:0px;padding-right:10px;padding-bottom:0px;padding-left:10px;" icon="eti eti_pencil" icon_color="#687f96" icon_size="24" lines_color="#687f96" lines_weight="2"]

Deborah Morales García es alumna de licenciatura y corresponsal de Capitel en campus Cancún.

Deja un comentario

error: Contenido protegido !!