artista y autora: Sheila Hammond

El que yo pinte se lo debo a mi mamá, quien se dio cuenta que, a mis ocho años, tenía facilidad para la pintura. Me llevó a tomar clases con un excelente maestro neoyorkino, Arthur Krohnengold, que en dos años me enseñó las diferentes técnicas: la que más me apasionó fue la de gises sobre terciopelo. Esta técnica fue un reto para mí ya que con sólo dos colores (blanco y negro) pude plasmar facciones, tonalidades, expresiones y sentimientos. La textura del terciopelo refleja la suavidad de un rostro. Es un material muy noble.

¿Por qué pinto rostros? Los ojos para mí son muy importantes, mi propósito es darle vida a mis cuadros y eso lo logro al capturar su mirada.