Martin Haake, Migration (Migración), 2016. Cortesía del artista.
por Juan Austreberto de la Cruz Zamudio
PARA ALCANZAR EL ÉXITO, PRIMERO HAY QUE DEFINIR EL CONCEPTO POR MEDIO DEL LENGUAJE. UNA VEZ ACLARADA LA DEFINICIÓN NOTAREMOS QUE ÉSTE IMPLICA UN PROCESO Y QUE, MÁS QUE CLAVES, EXISTEN ACTITUDES DE VIDA QUE DÍA A DÍA NOS LLEVARÁN A ÉL.
Siempre he pensado que la mayor parte de las situaciones que se nos revelan las canalizamos por medio del lenguaje. Desde pequeños comenzamos a comunicarnos y aprendemos definiciones nominales, pero conforme crecemos asimilamos conceptos que son apreciaciones de la vida diaria vista desde una perspectiva particular. Comprendemos la palabra amor, amistad, cariño, libertad y experimentamos cómo vivir en sociedad, conforme a cánones propios, pero respetando las reglas mínimas de convivencia. Para los abogados, el lenguaje representa casi todo, ya que, mediante palabras que formulan conceptos, es la forma en que se comunican en los juzgados.
Con el tiempo la experiencia hace su parte ya que comenzamos a tener un ojo clínico para saber si una sentencia será favorable o no a nuestros intereses. Lo primero que aprendemos del lenguaje son las definiciones ostensibles, aquellas que no requieren de mayor explicación ya que por sí solas lo hacen, verbigracia, decir que la puerta está cerrada implica que los que presenciemos lo narrado contestemos afirmando o negando la aserción. El problema surge cuando estamos en presencia de palabras que no pueden ser definidas, entonces se presenta un inconveniente que se denomina acción-producto, ya que requerimos de una perífrasis para arribar a la explicación de la palabra. Me gusta la cocina implica un problema de indefinición ya que por un lado se expresa que me gusta cocinar (acción) y, por otro, que me agrada comer de diversas especialidades culinarias (producto).
El éxito implica una situación de acción-producto, ya que muchos trabajamos para alcanzarlo, ésa sería la acción, pero quizá mucha gente lo percibe por los bienes que alguien logra tener, es decir lo cosificamos: si traemos vestimenta de una marca famosa estamos in, si utilizamos fragancias caras somos trendy, pero si no tenemos el último teléfono celular estaremos out.
El éxito se califica como una acción-proceso, ya que implica una constancia y un producto. El primero implica lo segundo: si soy exitoso puedo adquirir cosas, pero ésa será elección de cada uno. Sin embargo, adquirir productos no me hace exitoso, el orden de los factores sí altera el producto. Para mi forma de pensar el verdadero éxito es aquel que implica un proceso y enunciaré los elementos que tienen las personas a las que llamamos exitosas.
Cuando escuchamos hablar de gente como Bill Gates, Barack Obama o Marie Curie por nombrar algunos, cada uno en sus distintos contextos, inmediatamente viene a nosotros la coincidencia de que se trata de personajes exitosos y nos preguntamos, ¿cuáles son los elementos de su éxito? El primero es la persistencia, ya que los exitosos no cejaron en su intento para arribar a una meta. Decía Thomas Jefferson: “he encontrado que cuanto más trabajo, más suerte parece que tengo”, otro de los elementos es el sacrificio, ya que quizá renunciaron a la comodidad o lo que se conoce como zona de confort para alcanzar al objetivo; John Rockefeller, un conspicuo millonario norteamericano, refería: “no tengas miedo de renunciar a lo bueno para ir por lo grandioso”.
Martin Haake, Swap Meet (Trueque), 2015. Cortesía del artista.
Martin Haake, Fredericus Rex, 2014. Cortesía del artista.
Para los abogados el lenguaje lo es casi todo, ya que la forma en que se comunican en juzgados es a través de las palabras que formulan conceptos.
El tercer elemento es la dedicación que implica trabajar todos los días en un punto definido y no dar tregua, como decía Thomas Alva Edison: “no he fracasado, he encontrado mil formas que no funcionan”. Tener buenos hábitos es fundamental y va de la mano con la disciplina, ya que cuando se quiere tener éxito hay que alimentarse bien, descansar de manera óptima, ejercitarse para tener una buena condición física, evitar los desvelos que involucran cansancio y menguan nuestras capacidades.
Se dice que el éxito es la superación de muchos fracasos, por eso hay que ser fuerte en el aspecto mental y físico para tener resiliencia y superar los obstáculos que se enfrentan cuando se busca una meta. Esa resiliencia evita caer, ser engreído cuando a uno le va bien y darse cuenta de la vulnerabilidad del ser humano. Bill Gates expresaba: “es importante celebrar el éxito, pero es más importante aprender bien de los fracasos”. El fracaso lleva al conocimiento de uno mismo, enseña a querernos, a tener una alta autoestima.
La preparación es fundamental para pavimentar el camino al éxito, el que estudia, lee, escucha, charla, expone y está abierto a la crítica es alguien que se encontrará con mayores herramientas que los obstinados, como decía Colin Powell: “no hay fórmulas secretas para el éxito. Es el resultado de tu preparación, trabajo duro y aprender de los errores”.
En conclusión, el éxito es un proceso, no es la acumulación de bienes; es proponerse un objetivo y hasta que se alcanza, puede uno decir que ya cumplió. Lo demás vendrá por añadidura. Cuando era niño leí un cuento de un joven que quería ser sabio y fue a ver al sabio de la región, cuando le preguntó cuánto tiempo llevaba ser sabio, éste le contestó: cinco años. El niño gritó: ¡cinco años! Y el sabio respondió de nuevo: diez años. El niño profirió de nueva cuenta alzando aún más la voz: ¿por qué tanto tiempo? El sabio contestó: quince años. A medida que el niño preguntaba más, el sabio aumentaba más el tiempo, la razón: para el éxito hay que ser pacientes, sólo pacientes. Cuando uno conoce y sabe qué hacer, podremos decir que se ha llegado al éxito.
Juan Austreberto de la Cruz Zamudio es Doctor en derecho y Maestro en derecho fiscal por la Universidad Autónoma de Querétaro. Licenciado en derecho por el Centro de Estudios Superiores de Tapachula. Profesor en el bloque fiscal de la Maestría en derecho fiscal y corporativo en Universidad Humanitas.