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LA FUERZA DEL INSTINTO Y LA PULSIÓN DE VIDA Y DE MUERTE

Andrés Gamiochipi, Buda Helénico, siglo 4 d.C. / Jubuläums-Passionsspiele, 1934. De la serie Revelaciones, 2018 Cortesía del artista.

por Fernanda Ballesteros

¿QUÉ FUERZA POSEE EL INSTINTO SOBRE NUESTRAS ACCIONES? ¿SOMOS CAPACES DE DOMINAR LA NATURALEZA DE NUESTROS IMPULSOS? ¿DE DÓNDE VIENE LA POTENCIA DE NUESTRAS DECISIONES?

El brazo que alcanza la fruta cuando el estómago siente un vacío y las piernas que corren cuando el fuego toma volumen, ¿son instintos? Hay cirqueros que dibujan con fuego y monjes que ayunan. ¿Y el instinto de supervivencia? El ranking anual supera los 800 mil suicidios en el mundo. ¿Instinto materno? Miles de treintonas deciden no tener hijos. Los instintos son conductas que se repiten en la especie, patos que viajan cada año a un sur donde se reproducen.

¿Qué pasa con el cachorro más inútil de la naturaleza? Freud dijo: “la cría humana carece de los instintos necesarios para sobrevivir”. El bebé usa su fuerza para llegar al otro y chilla con ganas. Según Lacan, la complejidad comienza cuando en vez de aprender a volar a la semana, la cría aprende el “agugutata”, “mamá” o “papá”. El lenguaje lo mete a un enredo del que no va a poder escaparse y en el que el instinto, ya en sí insuficiente, pasa a segundo plano. La angustia de meter la realidad en conceptos lingüísticos que no son suficientes para abarcarla toda deja un vacío en el humano que no es capaz de saciarlo con instintos biológicos.

Cuando nos volvemos seres hablantes el instinto desaparece y nos motivan otras cosas. Los seres hablantes construyen el futuro, los de instinto son conservadores. Aquí es cuando entramos al tema de las pulsiones. El instinto biológico usa la fuerza para buscar un apaciguamiento, una autoconservación de la especie. Lloro para que me den de comer. La pulsión, más psíquica (Freud aseguró que toca hasta el alma) busca la excitación al precio del agotamiento total. Me enamoro del vecino y dejo de comer para enflacar.

¿Qué fuerza te lleva a decidir, a levantarte o a leer? Para cada acción se requiere una fuerza: aunque la motivación sea no hacer nada o no decidir, la fuga también te lleva a algún lado. Freud define estos empujes energéticos como pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Una pulsión saca su fuerza entre lo psíquico y lo somático, entre lo mental y lo corpóreo.

Freud usó los dioses griegos, Eros y Tánatos, para explicar sus pulsiones. Eros da a la humanidad un erotismo completo que no sólo incluye el juego y la sensualidad, sino también el amor y la conexión en la pareja, las ganas de familia, de vida.

Mientras Eros busca el placer, Tánatos, la disgregación, la muerte sin sufrimiento, la ignorancia por el otro. Si cambiamos de lo natural a lo cultural-histórico, encontramos explicaciones en la pulsión de muerte que hacen sufrir al Otro desde un segmento social, desde la destructividad histórica y la opresión del capitalismo.

El humano está tejido entre Eros y Tánatos: no hay movimiento sin quietud, no hay luz sin oscuridad, no hay vida sin muerte. Pero las pulsiones te acercan a una o a la otra. En estos empujes, ¿el instinto muere?

Dicen que un artista escoge los colores por instinto y que la fe es un instinto de creer. Fuerzas inexplicables que llegan en momentos determinados. Pero un artista también necesita educar las tonalidades para crear una obra y el hombre de fe se apoya en una religión o una teoría para vivificar su espiritualidad.

Lacan diría que son impulsos para encontrar respuestas al vacío que albergamos por estar encerrados en una jaula lingüística. Consecuencias del afán del “agugutata” que nos encerraron en teorías que no capturan lo que vivimos. El artista busca en el color respuestas a lo que la palabra no le da y el hombre de fe busca en lo eterno lo que no entiende del presente.

Recordemos la separación lacaniana del goce y el deseo. El goce te lleva a acciones que te satisfacen en el instante y te alejan del Otro: adicciones, compras, el intento de reemplazar inconformidades inmateriales con lo material, pulsiones de muerte. El deseo, para llenar ese mismo vacío, plantea una solución que va más allá del impulso, como el arte y la fe, que tienden, a veces, a ser pulsiones de vida.

El instinto existe, está latente, pero luego, dice Lacan, llega la cultura y modifica las cabezas humanas. La fuerza de la cultura se impone a la fuerza del instinto. A los 22 años, de regreso de un intercambio estudiantil en Italia, vi una pareja joven con dos niños y me gustó tanto lo que vi que quise volver a México con la meta de encontrar marido y reproducirme. Ahora tengo 28 y veo todavía lejano ese momento de sedentarizarme a crear una familia porque aterrizaron otras prioridades. Aun así, a veces, cuando veo un bebé en los brazos de una mamá, me recorre una culebra de envidia de esa identidad de ser madre que luego se me quita cuando me pongo a escribir sin un ente a mi lado pidiéndome leche.

El instinto biológico usa la fuerza para buscar un apaciguamiento, una autoconservación de la especie.

Andrés Gamiochipi, Cabeza Hitita, 900 a.C. / Panteón de París, La Nef. De la serie Revelaciones, 2018. Cortesía del artista.

El instinto existe, está latente, pero luego […] llega la cultura y modifica las cabezas humanas.

Andrés Gamiochipi, Cabeza de Buda, Hinduismo Javanés / Glaciar del Ródano, Lucerna, Suiza. De la serie Revelaciones, 2018. Cortesía del artista.

Andrés Gamiochipi, La Piedad de Miguel Ángel, 1498-1499 / Grutas de Han-sur-Lesse en Rochefort. De la serie Revelaciones, 2018. Cortesía del artista.

Andrés Gamiochipi es un artista visual mexicano que vive y trabaja en la CDMX. Su obra se vale del collage y la pintura para poner en diálogo imágenes de diferentes tiempos y contextos geográfico-culturales al mismo tiempo que se apela a una reflexión sobre nuestra propia humanidad y nuestra manera de pensar el binomio vida/muerte. andresgamiochipi.com

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Fernanda Ballesteros es escritora, pintora y documentalista en temas psicológicos, históricos y sociales.

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