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LA TRILOGÍA LEHMAN DESDE EL NATIONAL THEATRE DE LONDRES PROYECTADA EN EL LUNARIO DEL AUDITORIO NACIONAL

LA TRILOGÍA LEHMAN DESDE EL NATIONAL THEATRE DE LONDRES PROYECTADA EN EL LUNARIO DEL AUDITORIO NACIONAL

por Carlos O. Noriega

LA TRILOGÍA LEHMAN, OBRA DIRIGIDA POR SAM MENDES, SE PROYECTÓ EN EL LUNARIO DEL AUDITORIO NACIONAL CON LA INTENCIÓN DE MOSTRAR UNA EPOPEYA SOBRE EL SUEÑO AMERICANO CON TECNOLOGÍA INNOVADORA.

La trilogía Lehman, dirigida por Sam Mendes (American Beauty, The Ferryman), se presentó en el Lunario del Auditorio Nacional, como parte de la nueva temporada de proyecciones del National Theatre de Londres y de los diez años de alianza con el Lunario.

Las pantallas reprodujeron un inmenso cubo de cristal en el escenario y, procedente de Bavaria, el inmigrante Henry Lehman (Simon Russell Beale, NT Live: La tragedia de Ricardo II) desembarcó en Nueva York buscando el sueño americano y todo estaba a punto de cambiar. Después llegaron sus hermanos Emanuel (Ben Miles, Black Mirror) y Mayer (Adam Godley, Breaking Bad) para emprender un negocio familiar que les cambiaría la suerte. Buscaban un nombre, y entre los hermanos, silenciosamente, repetían: “Era la última noche de Januká al encender la octava vela y todo estaba a punto de cambiar”.

Resultan atractivos los diálogos de La trilogía Lehman, marcados por reiteraciones poéticas que extraen lo más sutil del lenguaje. Son complejos, contundentes y cargados de imágenes. Sumergen al espectador en una experiencia sonora y sensorial.

Era 1844 en Alabama. Los Lehman habían creado un negocio de algodón y todo estaba a punto de cambiar: un tremendo incendio devoró las cosechas del estado. Solicitaron un préstamo económico y se volvieron banqueros para apoyar el desarrollo local, con la intención de apuntar a las élites financieras de Nueva York.

Establecidos en Nueva York, accedieron a las altas esferas económicas. Contra el horizonte, el banco Lehman, se perfilaba como la aventura de un equilibrista que caminaba entre rascacielos y la Bolsa de Nueva York.

Era una época de expansión, de futuro realizable, para toda la nación y todo estaba a punto de cambiar. El equilibrista Solomon Paprinsky volaba por el aire, ante la mirada atónita de los ciudadanos.

Henry falleció a causa de la fiebre amarilla y el gigantesco cubo de cristal rotó algunos años dejando a los otros hermanos Lehman a cargo de la empresa.

El cubo de cristal, diseñado por Es Devlin (Beyoncé, U2) es una estructura tecnológica innovadora; cada giro muestra un tiempo y espacio distintos, que, acompañado de las proyecciones del escenario, resulta un sistema fascinante.

“Ligero, hábil, perfecto.
Solomon Paprinsky.
Es un milagro:
Camina por el aire”.

Dividida en tres actos, La trilogía Lehman se despliega en instantáneas escénicas, activadas con los giros de la escenografía. 163 años construyen la trama, el cubo de cristal permite transiciones de tiempo y espacio. Las escenas fluyen como las pinceladas de una tragicomedia.

Aparecen los hijos Lehman: Philip, Herbert y Bobby caracterizados por los mismos actores, que dirigen el banco en tiempos distintos.

Bobby Lehman soñaba que capitaneaba una embarcación en un mar embravecido. Era un sueño recurrente y todo estaba a punto de cambiar.

“Solomon Paprinsky cayó del alambre
el 24 de octubre de 1927”.

La trilogía Lehman es una novela en verso escrita por Stefano Massini. La adaptación para el National Theatre es de Ben Power. Además de la espléndida dirección de Sam Mendes, las caracterizaciones son impresionantes: tres actores encarnan todos los personajes. Otras representaciones requirieron hasta 20 actores. Por esa razón es importante resaltar la maestría actoral de esta versión.

“Era una mañana ordinaria
Y era el fin del mundo”.

Sucedieron 163 años de historia de Lehman con sus activos financieros, sus inversiones en firme de renta fija, cuando todo comenzó a cambiar. Colapsó el 15 de septiembre de 2008, cuando se arrastró la economía internacional ante la mayor crisis financiera.

Al término de la obra, de noche, los rascacielos de Reforma me arrojan una extraña sensación de claridad: La fe como engranaje económico se marca magistralmente en La trilogía Lehman del National Theatre, proyectada en el Lunario del Auditorio Nacional. 

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