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LA INSPIRACIÓN DEL CAMBIO Y LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL

por José Manuel Aiza Burguete
imágenes de Tugce Diri

Una de las características de la civilización humana es su dinamismo social, político y cultural. En esta medida, la transformación histórica se basa en el pensamiento de mentes inspiradas que empujan al ser humano a nuevos horizontes, entre ellos mejores formas de organización social y política.

Si tomamos un momento y nos detenemos a observar nuestra sociedad actual frente a la de hace un milenio, un siglo o incluso una década, inminentemente viene a nuestra mente una comparación, una serie de diferencias en nuestro estilo de vida producto del cambio social, de la dinámica y la transformación humana. Imaginemos por un instante, que en el último siglo no existiera esa dinámica de cambio, que la humanidad detuviera su anhelo por descubrir, aprender, modificar y alterar su realidad. Suena difícil de pensar y de aceptar, ¿verdad? Justamente porque nuestra capacidad de modificar la realidad es la que nos ha colocado en donde estamos hoy, la historia de la sociedad humana es una historia sobre cambio, trabajo, transformación, innovación e inspiración. 

En este momento resulta pertinente preguntarse: ¿qué nos motiva como sociedad a seguir avanzando? ¿Por qué continuar y no conformarnos con lo obtenido? Empecemos explicando que el presente texto es un brevísimo esbozo sobre la casi “natural” motivación humana al cambio y la inspiración hacia el desarrollo y modificación de su entorno social. El ser humano ha convivido con la necesidad de adaptarse para vivir, entender y poder controlar su entorno. Prácticamente, desde sus inicios, se ha visto obligado a desarrollar nuevos aprendizajes y herramientas para asegurar su existencia y rebasar las crisis.

Charles Darwin nos propuso que la inminente cualidad de las especies dominantes sería su capacidad de adaptación; el sociólogo alemán Niklas Luhmann en su lógica sistémica refería a un elemento de autopoiesis, es decir, los sistemas (sociales en este caso) construyen sus propios elementos autoreproductivos y autoprotectores, con la idea de perdurar en el tiempo. Si bien las respuestas encuentran fuertes e importantes motivaciones en la ya explorada necesidad de sobrevivencia, así como en su diametral extremo de la ambición y la avaricia humana de un ser moderno que ha podido controlar casi a placer su ambiente, considero que el análisis no se agota ahí. Y es que, a lo largo de miles de años de presencia en el planeta, el énfasis humano por la innovación, el avance y el desarrollo parece, lejos de claudicar, incrementarse. Pero ¿de dónde viene esa inspiración? Podríamos abordarlo ahora desde un plano complementario y no sólo de los requerimientos físicos y tangibles para nuestra subsistencia, sino de las necesidades interiores del espíritu, del intelecto, del alma. Es decir, no sólo desde la solución a la crisis, sino como respuesta a la necesidad de creación.

Si bien es cierto que la humanidad ha basado y buscado su desarrollo de gran manera en una serie de ciencias y disciplinas ancladas en la posibilidad de cuantificar y verificar, también resulta verdadero que numerosos elementos no tangibles o difíciles de medir han intervenido y formado parte de nuestro deseo y anhelo de crecimiento e inspiración como sociedad. El poder, el arte, la cultura o la espiritualidad son puntos medulares en el éxito individual y social del ser humano. No en balde una enorme etapa del desarrollo de las ciencias sociales se estructuró en el siglo XIX en lo que W. Dilthey denominó como ciencias humanas y del espíritu. Las concepciones europeas, desde la Grecia antigua, pasando por el renacimiento y las revoluciones del pensamiento, dieron una oportunidad al Verstehen (comprender) sobre el Nomos (regla o ley), a la creatividad sobre el dogma, al renacer humano como ser y la posibilidad de reinterpretar nuestros estilos de vida, de la forma en que pensamos y cómo concebimos la realidad. 

[…] ¿qué nos motiva como sociedad a seguir avanzando? ¿Por qué continuar y no conformarnos con lo obtenido?

Tugce Diri, Tile Series #1 (Serie Azulejos #1), 2024. Cortesía de la artista y Anna Laudel.

Tugce Diri, Tile Series #2 (Serie Azulejos #2), 2024, Cortesía de la artista y Anna Laudel.

El camino está profundamente marcado por el esfuerzo, el trabajo y el ímpetu de grandes mentes revolucionarias, que van desde el idealismo, el liberalismo, la dialéctica o la hermenéutica, hasta el anarquismo o el nihilismo, mentes inspiradoras que cuestionan lo establecido y sugieren nuevos modelos o paradigmas, parafraseando por ejemplo a las revoluciones de pensamiento de las que hablaba Thomas Kuhn. La creación y reformulación de alternativas al orden social, también demuestran un legítimo elemento humano a considerar, la autorrealización. Maslow confeccionó una jerarquización aplicable a las necesidades humanas, en forma de pirámide que contemplaba la importancia de una serie de elementos que no podían omitirse si es que buscábamos un balance y sobre todo la autorrealización personal. Entonces la inspiración no es sólo un elemento emergente en nosotros, es primario como seres, es un camino de autorrealización individual y, por consiguiente, social. En otras palabras, es una motivación esencial humana.

Sin embargo, se vuelve igualmente válido preguntarse ¿algún día tendrá fin? ¿Está destinado el ser humano a encontrar un límite en su impulso por desarrollarse en cualquier ámbito? Me parece que la respuesta, aunque determinista, es no. Quizá porque una de las grandes características de la civilización humana es su dinámica social, su carácter no estático, su crecimiento y modificación.

La búsqueda casi innata de nuevas y mejores formas de organización, de convivencia, orden, innovación o confort, aplicadas a cualquier disciplina del quehacer social es algo propio de nuestra naturaleza, ya sea para crear o incluso para enmendar la destrucción realizada. Nuestro anhelo por generar transformaciones, cambios y modificar el entorno presente y futuro es sin duda una de las distinciones que tenemos como especie. Acompañada justamente de esta imperante inquietud por la neomanía y el desarrollo de lo novedoso está la historia humana: la esencia misma de la humanidad, la creación y la motivación fundada en el poder de la inspiración. 

Tugce Diri, Artisanal Iteration - Tile Series #3 (Iteración artesanal - Serie Azulejos #3), 2024. Cortesía de la artista y Anna Laudel.

[…] la historia de la sociedad humana es una historia sobre cambio, trabajo, transformación, innovación e inspiración.

Tugce Diri, Artisanal Iteration Series Fire Brick (Serie Iteración artesanal - ladrillo), 2023. Cortesía de la artista y Anna Laudel.

Tugce Diri, Artisanal Iteration Series Peach Pink (Serie Iteración artesanal - rosa melocotón), 2023. Cortesía de la artista y Anna Laudel.

José Manuel Aiza Burguete es licenciado en Ciencia Política y Administración Pública por la UNAM, maestro en Ciencias Sociales y doctor en Administración Pública. Es profesor de Universidad Humanitas y de la FESC en la UNAM, asesor y analista en temas electorales, capacitador y colaborador en partidos políticos, así como especialista en campañas y comunicación política.

Tugce Diri es una artista turca que vive y trabaja en Estambul. Su obra parte de las artes tradicionales de su región para explorar su realidad vital, sus experiencias y la geografía que habita a partir del arte. Al trabajar con la meticulosidad, la paciencia y la atención al detalle, rastrea conceptos como la memoria, la historia y la tradición transformadas en el presente. Diri sugiere caminos para imaginar mundos nuevos y comunes en los que todos tenemos un lugar. La galería Anna Laudel representa su obra. www.annalaudel.gallery | Instagram @annalaudel.gallery y @tugcediri

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