Vincent Van Gogh, Trigal con cuervos, 1890. Colección del Museo Van Gogh de Ámsterdam.
por Pedro David González Martínez
LA FATIGA, EL MAL HUMOR Y LA POCA ENERGÍA, SI SE PROLONGAN POR UN PAR DE AÑOS, PUEDEN SER SÍNTOMAS DE DISTIMIA, UNA ENFERMEDAD MENTAL QUE SUELE CONFUNDIRSE CON OTROS PADECIMIENTOS EMOCIONALES. ES CRUCIAL CONOCER EL CUADRO SINTOMÁTICO Y LAS CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE ESTE TRASTORNO PARA TRATARLO DE MANERA EFICIENTE.
La distimia es un trastorno afectivo crónico que aqueja en promedio entre el 3 y 6% de la población en el mundo.¹ Los pacientes diagnosticados con esta enfermedad relatan que han tenido los síntomas la mayor parte de su vida, de hecho, uno de los principales criterios clínicos para su detección es que el paciente adulto haya vivido de forma continua dos años como mínimo con los síntomas.²
Lo cierto es que los síntomas de este trastorno poseen menor intensidad y gravedad que los de la depresión mayor, que, a diferencia de la distimia, se detecta a las dos semanas de presentar síntomas. Posee afectaciones como problemas del apetito, del deseo sexual, del sueño, agitaciones y en sus casos más graves, intentos de suicidio.³ En este trastorno prevalecen los pensamientos negativos en el sujeto, de baja autoestima, pérdida de energía, tristeza, sarcasmo, pérdida de la concentración y de un malhumor constante.
Encontramos entonces una inestabilidad general que aflige al paciente, el cual, al invertir generalmente la energía en una sola área de su vida, como consecuencia deja de mostrar interés y motivación para satisfacer otros placeres. Además, la presencia del letargo y la fatiga constante juegan en su contra para poder invertir energía en buscar ayuda profesional.
Los expertos concluyen que el origen de esta enfermedad es multifactorial, es decir, podemos encontrar causas biológicas, psicológicas y sociales.4 Desde el punto de vista genético, algunos investigadores sostienen que se han encontrado marcadores hereditarios detonadores de la presencia de trastornos afectivos en ciertos cromosomas, sin embargo, aún no se encuentra el patrón específico para la distimia.
Desde la óptica neurofisiológica encontramos alteraciones y deficiencias en la regulación de los neurotransmisores principalmente de la serotonina, noradrenalina y dopamina. Esto se sostiene gracias a la efectividad del tratamiento de antidepresivos para aliviar y reducir los síntomas de la distimia en gran parte de los pacientes.5
Al hablar de la etiología social encontramos la presencia principalmente de vivencias traumáticas que le pudieron generar estrés crónico principalmente en la niñez. Este tipo de situaciones son las más frecuentes, los expertos mencionan que si el paciente lleva más de cinco años con los síntomas y sin ningún tratamiento farmacológico o psicológico, nos encontraremos con un pobre pronóstico de mejoría significativa.6
La distimia muchas veces no viene sola, encontramos diversas enfermedades adicionales o como llamamos en la clínica: comorbilidades. La más frecuente es la depresión mayor, que exacerba el cuadro completo y empeora el pronóstico. A esta combinación se le conoce como “doble depresión”,7 y viene acompañada por desórdenes de ansiedad, fobias sociales, historial de trastornos afectivos en la familia y abuso de sustancias.
El diagnóstico oportuno es clave para que el profesional pueda ofrecer un tratamiento adecuado. Las dos principales vías de actuación que han demostrado alta efectividad es la combinación entre, por un lado, el tratamiento psiquiátrico a base de antidepresivos y por el otro, la asistencia a un proceso de psicoterapia. Cuando el paciente toma sólo una de estas vías, el pronóstico se vuelve menos efectivo y con altas posibilidades de recaídas futuras.
Desde la mirada psiquiátrica los antidepresivos recomendados son los Inhibidores Selectivos de Serotonina (ISRS) ya que son los que mejor se toleran. El tratamiento hormonal también es opción al recetar por ejemplo dehidroepiandrosterona que mejora y restaura el interés por realizar actividades placenteras, sentirse motivado y con mayor energía.8 Los síntomas pueden mejorar entre un 50 al 70% al tomar los fármacos o las hormonas.
[…] la presencia del letargo y la fatiga constante juegan en su contra para poder invertir energía en buscar ayuda profesional.
Vincent Van Gogh, The Flowering Orchard (El huerto floreciente), 1888. Vía The Metropolitan Museum of Art. The Mr. and Mrs. Henry Ittleson Jr. Purchase Fund, 1956.
Vincent Van Gogh, Cypresses (Cipreses), 1889. Vía The Metropolitan Museum of Art. Rogers Fund, 1949.
[…] el origen de esta enfermedad es multifactorial, es decir, podemos encontrar causas biológicas, psicológicas y sociales.
A pesar de que existen diversas corrientes psicoterapéuticas que tratan distimia, como la interpersonal y la psicoanalítica, en particular la cognitiva-conductual ha evidenciado avances significativos en pacientes. Este modelo proporciona estrategias efectivas para hacer frente a los pensamientos distorsionados y creencias irracionales. La recomendación es invertir entre 14 y 18 sesiones para observar cambios positivos en el estado de ánimo y en la adaptación general de los pacientes a su mundo.9
Las estrategias utilizadas en el modelo cognitivo-conductual van encaminadas a tratar de forma activa todos los síntomas de la distimia. Se utilizan técnicas como la psicoeducación, el entrenamiento de respiración y la relajación muscular, la reestructuración cognitiva, el entrenamiento en resolución de problemas, entre otros, que le permiten al paciente conocer a fondo la naturaleza de su padecimiento, identificar sus sensaciones o emociones, confrontarlos con sus pensamientos dogmáticos y lograr el aprendizaje de nuevas estrategias conductuales.
BIBLIOGRAFÍA
Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V). Madrid: Médica Panamericana, 2014.
Carro, Cristina y Sanz, Rubén. “Intervención cognitivo conductual en un caso de distimia con componentes de ansiedad de evaluación de un caso clínico” en Revista de casos clínicos en Salud mental (2015).
Jimenez, Miriam E., et al. “La distimia en el contexto clínico” en Revista Colombiana de Psiquiatría vol. 42, núm. 2 (2013).
Spanemberg, Lucas y Juruena, Mario F. “Dysthymia: historical/ nosological characteristics and its relationship with major depressive disorder” en Revista de Psiquiatria do Rio Grande do Sul vol. 26, núm. 3 (2004).
Vincent Van Gogh, Reminiscence of Mauve (Reminiscencia de un Malva), 1888. Colección del Kröller-Müller Museum. Vía The Yorck Project (2002).
Pedro David González Martínez es Licenciado en psicología con especialidad en psicología clínica por la Universidad Anáhuac y Maestro en psicología por la Universidad Tecnológica de México. Ejerce como psicoterapeuta en clínica privada, es docente en Universidad Humanitas y director en HR en el sector financiero.
1. Lucas Spanemberg y Mario F. Juruena, “Dysthymia: historical/nosological characteristics and its relationship with major depressive disorder” en Revista de Psiquiatria do Rio.
2. Asociación Estadounidense de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V) (Madrid: Médica Panamericana, 2014), p. 69.
3. Miriam E. Jimenez et al., “La distimia en el contexto clínico” en Revista Colombiana de Psiquiatría vol. 42, núm. 2 (2013), pp. 212-218.
4. Lucas Spanemberg y Mario F. Juruena “Dysthymia: historical/nosological characteristics and its relationship with major depressive disorder” op. cit.
5. Miriam E. Jimenez et al., “La distimia en el contexto clínico” op. cit.
6. Lucas Spanemberg y Mario F. Juruena “Dysthymia: historical/nosological characteristics and its relationship with major depressive disorder” op. cit.
7. Ibídem.
8. Miriam E. Jimenez et al., “La distimia en el contexto clínico” op. cit.
9. Cristina Carro y Rubén Sanz, “Intervención cognitivo conductual en un caso de distimia con componentes de ansiedad de evaluación de un caso clínico” en Revista de casos clínicos en Salud mental (2015), pp. 43-59.