por José Gerardo de la Vega Meneses
imágenes de William Geisler
En el vasto escenario de la economía global, la contabilidad emerge como una disciplina noble, una sinfonía precisa que entrelaza la coherencia con el profesionalismo, la responsabilidad social con la transparencia, y la objetividad con la ética.
La contabilidad ha sido el pilar sobre el cual se erige la confianza en los mercados y la sociedad. Su esencia radica en la coherencia, entendida como la capacidad de mantener una secuencia armónica de registros financieros que reflejen fielmente la realidad económica de las organizaciones. Este acto de equilibrio requiere no sólo de destreza técnica, sino de un compromiso inquebrantable con el profesionalismo.
El profesionalismo en la contabilidad trasciende la mera ejecución de tareas; implica una dedicación ferviente a los principios éticos y a la excelencia en el servicio. En él, la coherencia se convierte en el latido del corazón de cada acción contable, al asegurar que cada paso dado esté alineado con los más altos criterios de integridad y compromiso con la verdad.
La contabilidad no es sólo una disciplina técnica; es un servicio a la sociedad en su conjunto. Detrás de cada número, de cada estado financiero, se esconde una historia de crecimiento, de inversión, de generación de valor. En este servicio la coherencia se transforma en un acto de responsabilidad social, en el compromiso de brindar información clara, precisa y comprensible que permita a los diferentes actores económicos tomar decisiones informadas y contribuir al bienestar colectivo.
La transparencia en la emisión de información es el escudo que protege la confianza en los mercados, el compromiso de abrir las puertas de las organizaciones y permitir que la luz de la verdad ilumine cada rincón. En la transparencia la coherencia se erige como el faro que guía este camino hacia la claridad, asegurando que cada dato sea consistente, veraz y relevante, sin máscaras ni velos que distorsionen la realidad.
La objetividad y la imparcialidad son los guardianes de la integridad en la contabilidad, la promesa de no dejarse seducir por intereses personales o agendas ocultas, y de mantener una visión imparcial y equilibrada en cada análisis y evaluación. La coherencia se presenta como el ancla que mantiene firme el rumbo en medio de las corrientes turbulentas de la subjetividad, dando lugar a que cada juicio y cada decisión estén fundamentados en la búsqueda de la verdad y la justicia.
Pero más allá de los números y las reglas, la contabilidad es una manifestación de valores éticos que dan forma a su esencia. La integridad, la honestidad, el respeto y la responsabilidad son los pilares de su estructura. En este contexto, la coherencia se convierte en el tejido que une estos valores, en la fuerza que impulsa cada acción hacia un propósito más elevado: el bien común y la construcción de un mundo financiero más justo y equitativo.
William Geisler, Verde Array (Matriz Verde), 2021. Cortesía del artista.
La coherencia se presenta como el ancla que mantiene firme el rumbo en medio de las corrientes turbulentas de la subjetividad, dando lugar a que cada juicio y cada decisión estén fundamentados en la búsqueda de la verdad y la justicia.
William Geisler, Re-currency (Re-currencia), 2023. Cortesía del artista.
William Geisler, Things we are blind to (Cosas a las que somos ciegos), 2017. Cortesía del artista. Okano.
La contabilidad es un arte que demanda tanto habilidad técnica como integridad ética, la coherencia se convierte en la inspiración que dirige cada paso, así como en la cadencia que define el ritmo de esta sinfonía perpetua.
La coherencia en la contabilidad no es sólo una cuestión de meticulosidad técnica, sino de integridad moral y sentido de propósito. Es el compromiso inquebrantable de mantener la armonía entre los registros financieros y los valores éticos que guían cada acción. En esta intersección la responsabilidad social del contador se manifiesta con mayor claridad, con un liderazgo virtuoso que ilumina el camino hacia un mundo financiero más justo y equitativo.
El contador, en su rol de guardián de la verdad financiera, es responsable de velar por la transparencia y la exactitud de la información que presenta. Esta transparencia no sólo alimenta la confianza en los mercados, también promueve la equidad y la justicia social al permitir que todas las partes interesadas tengan acceso a datos veraces y relevantes. Mediante esta coherencia en la emisión de información, el contador se convierte en un agente de cambio y contribuye a fortalecer las bases para construir la sociedad.
La responsabilidad social del contador va más allá de la simple presentación de información financiera. Implica un compromiso activo con el bienestar de la comunidad. Desde el apoyo a iniciativas de desarrollo local hasta la promoción de prácticas sostenibles, el contador tiene el poder de ser un agente de cambio positivo. En la responsabilidad social del contador la coherencia se erige como el puente que conecta la profesión contable con su impacto en el mundo.
En un panorama marcado por la incertidumbre y la volatilidad, la sociedad necesita contadores que sean rocas de estabilidad y confianza. La coherencia se convierte así en el escudo que protege la integridad de la profesión contable, en el sello distintivo que separa la excelencia del conformismo.
La contabilidad es un arte que demanda tanto habilidad técnica como integridad ética, la coherencia se convierte en la inspiración que dirige cada paso, así como en la cadencia que define el ritmo de esta sinfonía perpetua. Es imperativo que el profesional de la contaduría reconozca que la coherencia además de ser una virtud es también una herramienta poderosa capaz de influir en el mundo, dado que moldea la percepción y la confianza del público inversionista.
William Geisler, Do Not Enter (No entrar), 2017. Cortesía del artista.
William Geisler, Whirled Bank (Banco girado), 2023. Cortesía del artista.
José Gerardo de la Vega Meneses es catedrático de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.