Probablemente sepas que el pegamento escolar más utilizado, el herbicida más popular o los famosos Post-it, fueron resultado de accidentes. Pero más allá del destino y la buena fortuna, múltiples organizaciones incorporan la curiosidad como elemento clave en su camino hacia la innovación.

Justamente este elemento es el combustible que nos conduce a descubrir al mundo, a experimentar y aprender, mediante prueba y error; sin la curiosidad, sería prácticamente imposible generar nuestra propia experiencia. 

Las generaciones actuales poco saben del estilo de liderazgo que predominaba en las organizaciones en las décadas de los setenta y ochenta, cuando se daba dirección casi absoluta sobre la forma de atender un mercado, la comunicación estaba centralizada prácticamente en los productos y servicios y la voz del cliente no tenía el protagonismo que hoy todos conocemos y apreciamos. 

En la búsqueda de nuevas maneras de incrementar la competitividad y lograr detonar la diferenciación para merecer la preferencia de los clientes, la innovación juega un rol preponderante con base en una chispa que inicia el fuego de la creatividad: la curiosidad. 

LA CULTURA DE LA INNOVACIÓN Y SUS BENEFICIOS
Pareciera que actualmente hay una generación de colaboradores mucho más audaces a la hora de incorporar la innovación a los procesos de solución de problemas, crear proyectos y descubrir caminos para responder a la veloz evolución del entorno, sin embargo, no puedo dejar de reconocer que los líderes de las organizaciones también han evolucionado y tienen una visión más amplia de las exigencias de los mercados. Esto ha permitido una mayor apertura en procesos colaborativos. Incorporar la experimentación e innovar con base en la curiosidad con un enfoque metodológico permite reducir la improvisación para suplirla con un sistema y así incrementar las probabilidades de éxito. Aquí se gesta la cultura con una visión diferente y cuya repetición, evaluación y ajuste, se constituye como un círculo virtuoso.

Para que estos procesos se puedan vincular de manera más natural con el día a día, es fundamental encontrar los beneficios que potencialmente se observarán como resultado de estos ajustes que lucen tácticos pero que guardan un peso estratégico muy relevante. El primero de ellos es el enganche de los colaboradores pues toca un aspecto emocional, incrementando el sentido de pertenencia. Saberse escuchado, entender que nuestras ideas pueden dar origen a soluciones creativas y verse como parte de un engranaje, es un beneficio colateral de la incorporación de la curiosidad en los procesos de innovación. 

El segundo factor benéfico es la resolución de problemas de alto impacto a un costo moderado. Es claro que en diferentes etapas de los negocios nos viene bien una óptica externa en esfuerzos puntuales encabezados por consultores o expertos que tienen una visión más fresca debido a que no trabajan en las compañías pero, privilegiar la pericia interna paga muy bien pues se conocen esfuerzos preliminares que quizá no llegaron a buen puerto.

Un último factor dentro de esta lista de aspectos positivos de la innovación impulsada por la curiosidad, es la retención de talento. El concepto de salario emocional está asociado con el reconocimiento, la pertenencia, lo que va más allá de lo material y este tipo de estrategias permiten seleccionar personas para apostar por su desarrollo, pues sus conocimientos sobre la industria, el mercado y su propia función deben ampliarse en paralelo a la visión estratégica.