por Angel Rodríguez Hamilton
imágenes de Karl Roberts
De unas décadas para acá, las empresas han tomado conciencia y responsabilidad de algunas prácticas históricas que han sido nocivas, tanto a nivel social como medioambiental. En este sentido resulta inspirador el desarrollo de los criterios ASG para evaluar el desempeño y el impacto de la empresa sobre los ámbitos ambiental, social y de gobernanza.
Primeras reflexiones
Una de las primeras reflexiones documentadas sobre la preocupación del crecimiento demográfico exponencial y su correlación con la insuficiencia de recursos, fue hecha por Thomas Malthus a finales del siglo XVIII, con su “Ensayo sobre el Principio de la Población”. Aunque este texto tuvo entre otros cuestionamientos, limitar su análisis a las capacidades de producción del territorio británico, también promovió el debate sobre uno de los temas más importantes de las últimas décadas.
Pasaron muchos años desde su publicación, pero algunos de los motivos que han reavivado el análisis, son los cambios experimentados en el comercio: si antes eran muchas las fronteras sin explorar, hoy son escasos por no decir nulos los territorios no explorados y explotados. El comercio internacional dejó, desde varios siglos atrás, de estar acotado a la vecindad entre países, pues el avance tecnológico, particularmente en movilidad y comunicación, detonó un desarrollo acelerado de las rutas y socios comerciales, volviendo los mercados globales.
Los procesos de globalización trajeron el incremento comercial de bienes y servicios, que derivó en potenciar la lucha por reducir los costos productivos y aumentar su consumo, muchas veces indiscriminado, dando la idea de un abasto infinito. Este abaratamiento de costos, en paralelo a los incrementos exponenciales de la población, dieron paso a una sobreexplotación de recursos que ha resultado insostenible en el tiempo y que ya ha dado diversos indicios de la debacle de este modelo neoliberal, así como del inminente riesgo de comprometer el medioambiente y el abasto para las generaciones presentes y futuras.
Cambio de paradigma
Por mucho tiempo, las implicaciones económicas contuvieron la necesidad de atender este problema global, pues parte de la herencia del neoliberalismo es anteponer la necesidad de unos pocos sobre el resto. Tuvieron que transcurrir varias décadas para que la sociedad se diera cuenta de esto, más allá de una aproximación teórica o científica. El fenómeno generó que muchas voces hicieran eco de la necesidad de empatizar con las denuncias sobre el deterioro del medioambiente y sus efectos perjudiciales.
Fue así como surgen conceptos como “sustentabilidad”, que abrieron brecha en las discusiones en la materia y plantearon nuevos paradigmas encauzados a la protección medioambiental, que fueron escalando hasta las más altas esferas de la política internacional.¹ El “desarrollo sustentable” fue un término acuñado con la intención de promover un uso racional de recursos, es decir, efectuar un uso responsable de los recursos naturales sin comprometer los de las generaciones futuras.
La observancia de los retos que supone la adopción y difusión de procesos sostenibles que protejan y preserven los recursos naturales, sin olvidar el crecimiento poblacional, las actividades humanas, la resiliencia del ecosistema y la capacidad regenerativa de los recursos naturales, abrió la brecha a nuevas disertaciones que pugnaban por una sostenibilidad en el tiempo en términos de bienestar. Es así como surge la sostenibilidad, dando origen en 1987 a una visión de desarrollo sostenible con el “Informe Brundtland”,² a partir del desarrollo social por medio de la mejora en la educación, salud, cultura, calidad de vida y, sobre todo, hacernos conscientes y responsables del entorno.
[…] un conjunto de principios que permiten evaluar el desempeño de una empresa, tomar decisiones de negocio en función de dichos parámetros, con respecto a consideraciones financieras y de negocio.
Karl Roberts, Let Go of the Blame (Deja ir la culpa), 2020. Cortesía del artista.
Estas acciones deben ser escalables y replicables como buenas prácticas corporativas y es necesario que crezca su adopción e inspire el surgimiento de nuevas mejoras y de nuevos actores que funjan como garantes de su cumplimiento, tanto en el ámbito público como privado.
Karl Roberts, I’m so lost (Estoy tan perdido), 2020. Cortesía del artista.
Karl Roberts, And as Reality Starts to Tear (Y cuando la realidad comienza a desgarrarse), 2022. Cortesía del artista.
Karl Roberts, A Question of Perspective (Una cuestión de perspectiva), 2023. Cortesía del artista.
Karl Roberts, Fleeting (Fugaz), 2020. Cortesía del artista.
Se suma el sector privado…
El desarrollo que alguna vez enarbolaron las organizaciones, particularmente, las empresas, es percibido cada vez más como un catalizador del daño, pues no hay comparación entre las acciones de un individuo con la huella dejada por una empresa. De esta manera, es preciso ser conscientes del impacto reputacional que esto tiene en términos comerciales, aunado a la serie de políticas públicas y tratados internacionales que suscriben la necesidad de cambiar las prácticas nocivas tan arraigadas en las distintas industrias, así como la activa defensa de la sociedad civil organizada. Las empresas se han responsabilizado por sus actividades y han promovido acciones encaminadas a reducir su impacto negativo en el medioambiente y la sociedad.
Estas acciones deben ser escalables y replicables como buenas prácticas corporativas y es necesario que crezca su adopción e inspire el surgimiento de nuevas mejoras y de nuevos actores que funjan como garantes de su cumplimiento, tanto en el ámbito público como privado. De esta manera, nuevas certificaciones y criterios se van abriendo paso entre las empresas, como los criterios / principios ASG, unos de los más notables.
Las siglas ASG, derivan de Ambiental, Social y de Gobernanza (también conocidos como ESG, por sus siglas en inglés): un conjunto de principios que permiten evaluar el desempeño de una empresa, tomar decisiones de negocio en función de dichos parámetros, con respecto a consideraciones financieras y de negocio.
Algunas de las prácticas iniciales más comunes que han adoptado las empresas en materia de cumplimiento y adopción de los principios ASG son: reducir la huella ambiental mediante cambios en sus procesos o recursos tecnológicos, incentivar una conciencia del entorno al interior de las organizaciones, mejorar las condiciones laborales, promover igualdad de oportunidades, incorporar un gobierno corporativo, adoptar un código de ética, transparentar los procesos, crear líneas de denuncia y proteger datos personales, entre otras.
Estamos lejos de contener el daño causado por años de sobreexplotación, mucho menos de revertirlo; pero sólo mediante el esfuerzo conjunto podremos pensar y tener un mundo mejor, inspirando a las generaciones presentes y futuras para cambiar su destino.
Angel Rodríguez Hamilton es licenciado en Relaciones Internacionales, maestro en Administración y especialista en Negocios Internacionales por la UNAM. Tiene una especialidad en Negociaciones Comerciales Internacionales por El Colegio de México y cuenta con estudios de posgrado en Economía por ICHEC Brussels Management School, así como programas de actualización del MIT, Harvard y British Council. Actualmente es Fund Manager de un fondo de Venture Capital basado en México, que invierte en empresas con impacto social.
- Id est. Foros de alto nivel como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), G8, entre otros.
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Gro Harlem Brundtland, Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, Naciones Unidas,1987.