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EL JUEGO INFINITO DE ESPEJOS DE LOS COLLAGES DE SAMMY SLABBINCK

Sammy Slabbinck, To infinity (Hasta el infinito), 2016. Cortesía de Saatchi Art. 

por Carlos O. Noriega

DESDE LA SELECCIÓN DE RECORTES DE REVISTAS ANTIGUAS, HASTA EL ANHELO DE DESCUBRIR UNA NUEVA REALIDAD, LOS COLLAGES DE ESTE ARTISTA DE LA IMAGEN BUSCAN DESEMBOCAR EN EL MENSAJE QUE CADA ESPECTADOR PUEDE ENCONTRAR EN ELLOS.

Bajo la luz de una lámpara vertical de escritorio, en un estudio pequeño en Bélgica saturado de revistas viejas, libros, películas y discos compactos, aparece Sammy Slabbinck. A sus 40 años está doblado por la cintura, recortando una revista que acaba de adquirir en una tienda de publicaciones antiguas. Ha pasado mucho tiempo perfeccionando la técnica del recorte, del pegado, y ha conseguido afinar su visión, su búsqueda de las imágenes con un estilo específico, una frontera abierta entre dos tiempos, un territorio donde pasado y presente se encuentren.

Busca sin darse cuenta una solución dejándose llevar por lo que experimenta, lo que siente con el fluir de las ideas: un juego o una posible ecuación, acaso un mensaje desconocido, un instante de revelación de una nueva realidad surgida en la formación de sus collages.

Ahora está absorto en las fotografías barnizadas pertenecientes a la cultura popular de la década de los cincuenta y sesenta;¹ siluetas femeninas, escenarios diversos, brechas de campo en blanco y negro, perspectivas planetarias y cascadas, está buscando una unidad, una armonía, una composición, un equilibrio en la imagen² que poco a poco va gestándose en la profundidad de su mente, en una base que quizá le sirve para unir, pegar, ensamblar lo que desea.

Comprueba, balancea, yuxtapone fotografías e ilustraciones –un ojo aquí, un puente colgante allá, unos labios abiertos- que después cristalizará por medio de procesos digitales. Según la orientación que surja, reordenará realidades que luego desarticulará, brotando nuevas posibilidades, generando metáforas visuales que parecen surgidas de momentos oníricos:

El infinito nocturno de una travesía en una embarcación tripulada por el recuerdo de unos marineros aventurados, en su collage To Infinity.

La mirada nostálgica o soberana de una silueta humana apoyada en una ventana abierta ante una ciudad desconocida, en If I Could Make It There.

La odisea venturosa por una montaña a la hora en que el atardecer pareciera haberse congelado en un momento sublime, en High Time.

El paseo de una pareja en blanco y negro alejándose de un sol caleidoscópico con motivos urbanos, galácticos, en Don´t Look Back.

Todo eso evoca, como las reminiscencias de una ensoñación, algo que hubiéramos podido haber vivido: una sensación, algo conocido sutilmente, un secreto, un momento sublime y efímero materializado en collages que nos invitan a reflexionar, a penetrar en el juego, a descifrar la señal, el contemplativo juego de espejos que se multiplica hasta el infinito, en donde la sensualidad, los paisajes, entre otros elementos visuales, se integran con humor, comparados en esa solución de realidades contrapuestas.

¿Acaso es un nuevo surrealismo creado con imágenes de una antigua cultura popular? ¿Una apropiación de estéticas pasadas “para liberar una poética distinta a partir de un efecto de saturación”?³

Porque hay un ensamblaje como resultado de la fusión fotográfica, de realidades objetuales que se materializan a partir de elementos dispares, que se yuxtaponen confabulando códigos nuevos, estilos diferentes, que parecen afirmar “el arte de lo híbrido”.4

De la confrontación de las imágenes surge el nuevo significado, una síntesis, como un científico que labora en un laboratorio experimentando con elementos alternativos –aluminio, nitrógeno, oxígeno, helio-, Sammy Slabbinck ensaya y consigue la solución con las imágenes como si fueran injertos orgánicos, pertenecientes a especies diferentes, que completan un resultado, un éxito, un nuevo organismo, una forma viva de tonalidades cambiantes: sus collages.

Y así, en ese juego de espejos y realidades subjetivas, se materializa la obra, el collage, dejando abierta la invitación para que el espectador descifre su mensaje y, tal vez, recuerde aquella lejana experiencia galáctica, paisajística, ocurrida en un sueño.

1. “Sammy Slabbinck y el collage pop vintage” en Cultura colectiva, en activo el 8 de enero 2018 http://bit.ly/2CVdxFD.
2. Ibídem.
3. Mathilde Ferrer, Grupos, movimientos, tendencias del arte contemporáneo desde 1945 (Buenos Aires: La marca editora, 2010), p. 266.
4. Ibídem, p. 267.

Sammy Slabbinck, Perception (Percepción), 2013. Cortesía de Saatchi Art.  

De la confrontación de las imágenes surge el nuevo significado, una síntesis […]

La obra de Sammy Slabbinck, puede ser adquirida en la galería Saatchi Art. saatchiart.com

1) Sammy Slabbinck, Paint it black (Píntalo negro), 2016. Cortesía de Saatchi Art.  
2) Sammy Slabbinck, Don’t look back (No mires atrás), 2016. Cortesía de Saatchi Art.
3) Sammy Slabbinck, Days Go By (Pasan los días), 2014. Cortesía de Saatchi Art.
4)Sammy Slabbinck, If I could make it there (Si pudiera llegar ahí), 2012. Cortesía de Saatchi Art.
5)Sammy Slabbinck. Cortesía de Saatchi Art.
6)Sammy Slabbinck. Cortesía de Saatchi Art. 

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Carlos O. Noriega es Editor. Director editorial de la revista Capitel de Universidad Humanitas.

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