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DEVOLVIÉNDOLE EL TEMPO A LA TIERRA

Todas las imágenes: Clare Celeste, Biodiversity (Biodiversidad), 2020. Fotografías de Patricia Schichl. Cortesía de la artista.

por Lorena Villanueva-Almanza

ANTE UNA RELACIÓN CON EL MEDIO AMBIENTE MARCADA POR EL DESEQUILIBRIO, CIENTÍFICOS Y AMBIENTALISTAS HACEN UN LLAMADO PARA CONCILIAR CIENCIA, TECNOLOGÍA Y CONOCIMIENTO TRADICIONAL EN UN ESFUERZO POR LOGRAR QUE LA HUMANIDAD DEVUELVA “EL CONTROL” A LA NATURALEZA.

Hablar de armonía en el estudio académico de la ecología no es común; quizás es mejor hablar de equilibrio dinámico. Los ambientalistas son los que usan la armonía porque aquello que suena bien casi seguramente será armonioso. En la música, la armonía se refiere a la consonancia de notas. Dicho de otra manera, son sonidos que, percibidos de manera simultánea, son agradables al oído. Pero para lograr esa consonancia, es casi indispensable ejercer control sobre las notas.

El símil de la armonía podría funcionar si consideramos a los organismos como notas que conviven agradablemente. Una reflexión más seria nos haría preguntar ¿agradable para quién? Y si para conseguir ese nivel de convivencia hace falta hacer uso del control, ¿quién lo ejerce y para qué? La respuesta a ambas preguntas nos mira desde el otro lado del espejo.

Entre algunos naturalistas europeos existía la creencia de que el medio silvestre debía ser controlado para el beneficio del ser humano. En 1847 Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, escribía sobre el Nuevo Mundo:

La tra[n]spiración de tantos vegetales comprimidos unos contra otros, no produce más que exhalaciones húmedas y mal sanas: la naturaleza, escondida bajo sus viejos vestidos, nunca mostró nuevas galas en aquellas tristes regiones; no habiendo sido acariciada ni cultivada por el hombre, nunca había abierto su seno benéfico, y nunca la tierra había visto su superficie dorada con las ricas espigas que forman nuestra opulencia y su fecundidad.¹

El estado actual de nuestro planeta evidencia que Buffon se equivocaba: nuestro control de la naturaleza ha sido desastroso. La pandemia actual nos obliga a replantear nuestra necesidad de control a fin de satisfacer nuestras crecientes necesidades.

Sería ingenuo asegurar que únicamente cambios individuales de consumo nos salvarán de la catástrofe ecológica. Por otra parte, igualmente reprochable sería lamentarse desde la comodidad de la inacción. ¿Qué hacer?

Claro, primero habría que hacer el sacrificio de consumir menos. Pero si vamos a consumir, entonces habrá que hacerlo mejor. Tomemos como ejemplo el mezcal.

El aumento en la demanda de mezcal ha generado una problemática ambiental y social en las comunidades donde se cultiva agave. Esto se debe, en parte, a la degradación del suelo, destrucción de la selva baja caducifolia y pérdida de soberanía alimentaria entre quienes lo cultivan. Sin embargo, el colectivo MILPA A.C., integrado por productores e investigadores, promueve el aprovechamiento integral del maguey utilizando principios agroforestales. El objetivo es cultivar sin usar pesticidas ni agroquímicos, no sólo por nuestra salud, sino por la del suelo.

Principios similares pueden ser aplicados a otros cultivos. Nuestro país podría presumir de su diversidad de plantas comestibles, incluido el maíz capaz de fijar nitrógeno —uno de los nutrientes más importantes para las plantas— por sí mismo. Pero como muchas veces antes: nadie es profeta en su tierra.

Y con las plantas vienen quienes mejor las conocen: los agricultores. En un estudio se encontró que la agricultura campesina tiene el potencial de alimentar a 54.7 millones de personas en México, 43% de los habitantes en nuestro país.

La inversión y uso de la ciencia y la tecnología, así como la revalorización del conocimiento tradicional, son fundamentales para conocer los recursos que existen en nuestro país. Sólo así se podrán diseñar programas de manejo que fortalezcan la seguridad alimentaria de todos a la vez que recuperamos la salud de nuestros ecosistemas.

Si algo debimos haber aprendido desde Buffon es que hemos “acariciado” demasiado la tierra. Nos encontramos frente a un cambio de paradigma: uno donde seamos capaces de ceder el control. 

La inversión y uso de la ciencia y la tecnología, así como la revalorización del conocimiento tradicional, son fundamentales para conocer los recursos que existen en nuestro país.

[…] habría que hacer el sacrificio de consumir menos. Pero si vamos a consumir, entonces habrá que hacerlo mejor.

Clare Celeste es una artista de collage e instalación que vive y trabaja en Berlín. Ha vivido en Brasil, Estados Unidos, Italia, Honduras y Argentina, y su experiencia en esos países le ha permitido asimilar diferentes culturas y entornos que en su obra se transforman en texturas y detalles exuberantes para crear composiciones únicas a partir de miles de impresiones. El trabajo de Celeste rinde homenaje a la abundancia y belleza de la naturaleza. www.clareceleste.com | Instagram @clarecelesteart

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Lorena Villanueva-Almanza es Doctora en biología de la plantas por la Universidad de California en Riverside donde se enfocó en el estudio de palmas del género Washingtonia en el sur de California y la Península de Baja California. Actualmente es becaria del programa de periodismo científico de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y colaboradora del periódico The Indianapolis Star. Twitter @lorevial.

1. Obras completas de Buffon, tomo V. Historia natural de los cuadrúpedos, tomo segundo, Madrid, 1847, p. 389. Disponible en Hathi Trust Digital Library: . (Consultado el 12 de enero del 2021)

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