por Emmanuel Viveros Beltrán
imágenes de Daniel Allen Cohen
Las alternativas para tratar casos de adicción son variadas, y su efectividad, en gran medida, puede estar determinada por el contexto y la personalidad de cada individuo. En este artículo se explora la técnica de las excepciones, desarrollada por el terapeuta estadounidense Steve de Shazer, en la que propone quitar el foco a la adicción y centrarse en todo aquello que el sujeto sí puede controlar.
La adicción en México: Un problema de salud pública
La OMS define la adicción como una “enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación”. Hasta 2023 según los datos proporcionados por la Secretaría de Salud, en México 35.6 millones de personas viven los estragos que conlleva esta enfermedad. Esta cifra parece haber crecido en los últimos años, situación que convierte a las adicciones en un problema de salud pública.
El límite del enfoque tradicional en el tratamiento de adicciones
Desde siempre el tratamiento de esta enfermedad ha estado en manos de programas terapéuticos (grupos de AA, comunidades terapéuticas, entre otros) basados principalmente en la experiencia, es decir, creados por personas que han sobrevivido a la adicción y que, a partir de pilares como el encierro, la violencia y la culpa, han creado una alternativa de sanación para esta enfermedad.
Actualmente los ritmos de vida tan elevados han hecho que el consumo de sustancias sea una alternativa ante los niveles de estrés. Los llamados “adictos funcionales”, un término acuñado por los programas antes señalados, hacen referencia a personas que, a pesar de ser adictos, no pierden la funcionalidad en sus labores cotidianas. Por esta razón, el internamiento no es una opción.
Esto los lleva a buscar otras alternativas para atender su enfermedad. Cabe aclarar que, aunque la adicción no les quita funcionalidad, el daño orgánico es una realidad, por eso, la terapia psicológica es una opción viable para atender estas problemáticas. Uno de los principales retos a los que se enfrentan los psicólogos en el trabajo psicoterapéutico en casos de adicción es no poder separar al sujeto de la droga (objetivo principal del internamiento). Aunque la labor es difícil, existen un sinfín de herramientas terapéuticas efectivas, incluso ante la dificultad que este tipo de intervenciones presenta.
Una de estas herramientas es poder crear un vínculo fuerte con el paciente basado en dos conceptos clave: respeto y confianza. Si bien debe darse en todos los casos que implique una relación paciente–terapeuta en la adicción toma mayor relevancia, ya que el trabajo psicoterapéutico se debe basar en dos conceptos, el amor y el reconocimiento, los dos principales pilares que un adicto pierde: el amor de los suyos (se vuelven personas difíciles de amar) y el reconocimiento como personas gratas en el sistema familiar.


El trabajo del psicólogo en todo este proceso será el de acompañar las resignificaciones que el sujeto haga, basando sus intervenciones en la esperanza del cambio proyectada por él, reconociendo en todo momento sus avances […] desde la introspección […].

[…] descubrir que su voluntad está en la sanación […] y no en el uso de la droga, le otorga la posibilidad de eliminar la culpa que siente por consumir y generar […] un sentimiento de control.
¿Qué es la técnica de las excepciones de Steve de Shazer?
¿Pero qué puedo reconocer en un adicto? La respuesta la vamos a encontrar en una de las técnicas más funcionales de la terapia familiar sistémica: las excepciones. Esta técnica propuesta por Steve de Shazer, principal teórico de la escuela centrada en soluciones de la TFS, establece como premisa que “no todos los problemas suceden siempre, en todo momento, sino que siempre aparecen excepciones” entendiendo que una excepción es algo que sucede en lugar del problema.
Cuando hacemos referencia a un adicto “funcional” su funcionalidad se utiliza como una excepción, es decir, contrario a las intervenciones comunes, no nos centramos en el consumo sino, en lo que hace cuando no consume.
Cómo aplicar la técnica de las excepciones en adicciones
Esta resulta una herramienta clave para el objetivo de la terapia porque al quitar el enfoque en la adicción (lo que el sujeto no puede controlar) nos centramos en lo que sí puede hacer, posicionando al sujeto en una situación proactiva en su tratamiento, rompiendo el paradigma de los programas tradicionales que ven al sujeto como alguien pasivo en su función y determinándolo a sólo escuchar lo que otros pueden decirle sobre su problema y olvidando por completo la importancia de la experiencia particular.
Esta posición proactiva lleva al sujeto a entender que la enfermedad que sufre ha provocado que vea el consumo como una necesidad creada por su organismo y no como una decisión de hacerlo. De esta forma descubrir que su voluntad está en la sanación (por eso decidió tomar la terapia) y no en el uso de la droga, le otorga la posibilidad de eliminar la culpa que siente por consumir y generar (aunque sea mínimo) un sentimiento de control.
Rompiendo el "discurso saturado" de la adicción
Esta nueva posición que el sujeto tiene lo obliga a replantear el discurso saturado, para poder lograr un discurso alternativo más funcional, lo que hará que el consumo pase a un segundo término, esto provocado por el reconocimiento ahora consciente de lo que ha logrado y sobre todo de lo que podría lograr una vez que éste desaparezca.
El rol del psicólogo como acompañante
El trabajo del psicólogo en todo este proceso será el de acompañar las resignificaciones que el sujeto haga, basando sus intervenciones en la esperanza del cambio proyectada por él, reconociendo en todo momento sus avances, pero no desde la motivación sino desde la introspección, utilizando preguntas de control, proyectivas o hipotéticas en las que el sujeto pueda reconocer lo logrado en el proceso. Esta acción sumada al reconocimiento, provocará que la seguridad del sujeto aumente y pueda cimentar las bases para iniciar la reconstrucción de su autoestima.
Redefinir la rehabilitación y la recaída
En conclusión, el internamiento hace más “fácil” el proceso de rehabilitación, sin embargo, es sólo un recurso, no la base de la recuperación. Entender y aceptar serán las directrices que marquen el proceso y lleven al sujeto a una autocomprensión de su acción, eliminando el discurso saturado que mantiene todo el círculo vicioso de la adicción. Con eso disminuye la posibilidad de una recaída, pero si sucede, puede redefinirse y ser motivo de crecimiento y no de humillación como ocurre en los procesos terapéuticos tradicionales.


Todas las imágenes: Daniel Allen Cohen, Periodic Table of Drugs (Tabla periódica de drogas), 2019. Cortesía del artista.
Jose Emmanuel Viveros Beltrán es psicólogo egresado de la Universidad Enrique Díaz de León, cuenta con una especialidad en Terapia Familiar Sistémica y es egresado de la maestría en Psicoterapia con Enfoque Psicoanalítico por Universidad Humanitas Campus Guadalajara. Actualmente es director clínico de UBUNTU Clínica de Rehabilitación de Adicciones, capacitador de cursos sobre psicología y está certificado como capacitador por la SEP. Forma parte del cuerpo docente de Universidad Humanitas Campus Guadalajara y brinda acompañamiento psicológico en consultoría privada.























