Se escucha una música dramática instrumental de fondo, tal vez Hans Zimmer, la pantalla ilumina tu cara y ves una escena que muchos de nosotros sólo tendremos la oportunidad de presenciar en películas o documentales: por una ventana circular se divisa una esfera azul en medio de lo que parece la nada. La Tierra vista desde el espacio. Una nave espacial es algo que pocos de nosotros tendremos la oportunidad de ver en vivo, y viajar en una será casi imposible. Aunque la probabilidad de que mis ojos vean el interior de una estación espacial es casi nula, estoy segura de que ver un coche de los cincuenta o toparme con una fotocopiadora es mucho más probable. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Más de lo que creemos.

Raymond Loewy, nacido en Francia en 1893, es uno de los diseñadores industriales más importantes de la historia y uno de esos nombres legendarios que aparecen en los libros que hojeamos en la universidad. Para un diseñador, o cualquiera que sepa un poco de historia de diseño, el nombre de Loewy significa logos de grandes empresas, objetos de la vida cotidiana, medios de transporte y un sinfín de cosas que han forjado la historia como la conocemos. Pero no necesitamos ser profesionales del diseño para habernos topado con el trabajo del diseñador legendario. En los sesenta era casi imposible, en especial en Estados Unidos, no convivir, de manera diaria, con algún proyecto del llamado “padre del diseño industrial”. Su trabajo se coló en la cotidianidad de miles de personas y permeó la vida de toda una generación, al colaborar con empresas de todo tipo.

La carrera del diseñador francés comenzó en 1929 cuando el fabricante inglés Sigmund Gestetner le pidió que diseñara la carcasa de la Duplicadora Gestetner, algo así como la precursora de las fotocopiadoras de papel que ahora conocemos. Durante 40 años el diseño de Loewy estuvo en miles de oficinas alrededor del mundo y tocó la vida de básicamente cualquier persona que tuviera una copia de papel en la mano. Esta primera incursión de Loewy en el mundo del diseño es una analogía casi perfecta del alcance que su trabajo tendría en un futuro. Igual que millones de hojas de papel pasaron por la Duplicadora Gestetner, miles de ideas pasaron por la cabeza de Loewy antes de llegar a la vida de las personas en forma de botellas de refresco, cigarrillos, coches, electrodomésticos o combustibles.

La obra de Loewy es tan extensa y diversa que parecería que el mismo planeta le quedó chico.

En 1967 Loewy comenzó a colaborar con la NASA, como consultor de habitabilidad. En este tiempo Loewy logró trabajar con los ingenieros de esta institución para que los espacios que habitaban los astronautas fueran, además de funcionales, cómodos y que los astronautas quisieran vivir en ellos.

Loewy trabajó en los proyectos Apollo y Skylab, esta última fue la primera estación espacial de Estados Unidos que estuvo en órbita desde 1973 hasta 1979, y que permitió establecer los primeros estándares de vida para viajes espaciales prolongados. Loewy y su equipo entendían la diferencia que el diseño puede generar en un espacio, y cómo, bien implementado, incidía en la salud y el comportamiento de sus habitantes. Como asesor de la NASA Loewy trabajó en mejorar la privacidad y la convivencia de la tripulación en las estaciones espaciales. Convivir con personas es complicado, pero es más hacerlo en un contenedor metálico que flota por el espacio durante meses. No fue tarea fácil, pero algunas de sus aportaciones más significativas fueron la implementación de la famosa ventana ojo de buey por la que la tripulación pudiera ver la Tierra y cierto mobiliario a bordo de la nave.

Son pocos los diseñadores que pueden decir que su trabajo traspasó los límites de nuestro planeta, y aunque Loewy sin duda fue un diseñador talentoso no fue esto lo que lo llevó a ser uno de los grandes. La persona más talentosa del mundo no llegará a ningún lado sin el esfuerzo necesario.

Al hablar de diseño es común que se toquen temas como el talento, la inspiración y el origen de las ideas, pero la inspiración y el talento son sólo una pequeña parte que lleva a los creativos a realizar su trabajo. Todos podemos tener momentos de inspiración, pero lo que hace que las cosas sucedan son las horas de trabajo que siguen a este momento de inspiración.

Aunque no conocemos la motivación específica detrás de cada una de las ideas de Loewy, es claro que el diseñador era un apasionado de lo que hacía; todos podemos notar cuando algo está hecho con pasión.

Mariana Loaiza es diseñadora industrial y trabaja en Joel Escalona Studio, que se especializa en desarrollo de productos, interiores y dirección creativa. Además de su trabajo como diseñadora Mariana escribe para distintos medios nacionales sobre temas de diseño y cómo estos permean nuestra vida diaria. marianaloaiza.com | Instagram: @mloaizaf