HABITANDO BURBUJAS: CÓMO LOS ALGORITMOS MOLDEAN NUESTRA PERCEPCIÓN

por Fernanda Aguirre
imágenes de Sebastian Errazuriz

Hoy, nuestros consumos y diálogos en línea están afectados por un sesgo algorítmico que nos da acceso solo a contenidos que se alinean con nuestra forma de ver el mundo. Con la expansión de la inteligencia artificial, estas burbujas se han vuelto aún más densas dado que la información ya no es solo personalizada, también se anticipa a nuestros intereses y limita el diálogo entre perspectivas distintas. Para romper este ciclo, es clave desarrollar un pensamiento crítico y adoptar estrategias conscientes de consumo digital.

Este ciclo de retroalimentación constante termina creando un espejo digital que refleja únicamente lo que ya creemos.

Todas las imágenes: Sebastian Errazuriz, AI Maze (Laberinto de IA), 2023. Cortesía de Sebastian ErraZuriz Studio.

Una noche de invierno, en una cena entre amigos, alguien contaba que le intrigaba mucho saber de qué hablaban las personas que tenían ideologías políticas totalmente contrarias a las suyas. Para resolver esto, creó una cuenta señuelo en cierta red social con el fin de participar en nuevas conversaciones.

La anécdota nos pareció disparatada y solo dio lugar a un par de comentarios sobre su creatividad. Sin embargo, esta historia encubre un componente importante en el funcionamiento de internet: consumimos y dialogamos principalmente con contenidos que se alinean con nuestra forma de ver el mundo. Tanto así que, para mi amiga, no fue suficiente querer acceder a perspectivas diferentes a la suya; era necesario hacer algo más para poder “engañar” al algoritmo.

¿Pero qué tan sesgada es realmente la información que consumimos? Tomemos como ejemplo a Google, cuyo motor de búsqueda controla hoy en día casi 90% de las búsquedas en internet. Sus resultados podrían parecer neutros y objetivos si los comparamos con el contenido de redes sociales. No obstante, se ven influenciados por factores tan básicos como el idioma y el país de búsqueda.

Esto significa que las mismas palabras clave generan resultados radicalmente distintos en todo el mundo según quién y dónde se realice la búsqueda. Si reflexionamos sobre todas las veces que hemos recurrido a Google para consultar información y cómo esta ha servido para moldear nuestras opiniones, resulta inquietante considerar cómo estos filtros iniciales ya están moldeando nuestra percepción del mundo.

Sin embargo, estos filtros lingüísticos y geográficos son apenas la punta del iceberg. La verdadera personalización ocurre cuando los algoritmos incorporan nuestro historial de navegación, preferencias, interacciones previas y múltiples datos personales. Dicho de otra manera, con toda esta información, los algoritmos ofrecen resultados hechos a nuestra medida. Este fenómeno, conocido como “burbujas de filtro”, se manifiesta cada vez que interactuamos con motores de búsqueda y redes sociales.

[…] las mismas palabras clave generan resultados radicalmente distintos en todo el mundo según quién y dónde se realice la búsqueda.

La evolución de estos sistemas ha sido exponencial gracias a la IA, que ha transformado lo que comenzó como simples algoritmos de filtrado en sofisticadas herramientas predictivas. Estos sistemas ya no solo organizan contenido existente, anticipan qué información nos resultará relevante, atractiva o persuasiva, para crear experiencias digitales completamente personalizadas.

¿Qué riesgos implica consumir exclusivamente información que se alinea con nuestras ideas y creencias preexistentes? Estos algoritmos están fragmentando el mundo digital en territorios informativos aislados, cuyas fronteras invisibles están delimitadas por aspectos geográficos, lingüísticos, culturales y políticos que determinan el tipo de información a la que cada usuario puede acceder.

Dicho todo esto, ¿cómo podríamos aminorar la influencia de estos algoritmos? Es crucial adoptar estrategias conscientes (alternar entre buscadores, eliminar periódicamente nuestro historial de navegación o usar extensiones que bloquean rastreadores para debilitar la personalización de datos). Otra práctica es diversificar nuestras fuentes de información: consultar medios internacionales, explorar plataformas independientes, buscar perspectivas contrarias aunque pueda ser incómodo y, sobre todo, cuestionar aquello que consumimos. Hay que desafiar los patrones de consumo digitales, aunque eso implique perder la comodidad de un feed predecible.

Los algoritmos no solo predicen nuestros gustos, sino que terminan moldeando nuestra visión del mundo: refuerzan nuestras opiniones, preocupaciones e ilusiones con cada interacción que tenemos. Esta dinámica limita nuestra exposición a una diversidad de puntos de vista y, por tanto, se crean las condiciones ideales para que la polarización emerja, puesto que grupos diversos raramente dialogan entre sí. Este ciclo de retroalimentación constante termina creando un espejo digital que refleja únicamente lo que ya creemos.

Estos sistemas son tan eficaces que aquella amiga que intentó romper su burbuja informativa para confrontar sus opiniones, terminó entrenando al algoritmo y comenzó a recibir recomendaciones cada vez más alineadas con sus verdaderas preferencias, revelando la tenacidad con la que los algoritmos trabajan para mantenernos en entornos digitales cómodos pero limitados.

En otras palabras, digamos que ella volvió a su burbuja. 

Es crucial adoptar estrategias conscientes [y] diversificar nuestras fuentes de información […].

Fernanda Aguirre Ruíz es una periodista de datos. Su trabajo combina el análisis de información con el periodismo, logrando contar historias respaldadas por datos. Actualmente forma parte de The Examination, donde investiga temas relacionados con la salud global.

Sebastian Errazuriz es uno de los diseñadores más prolíficos de su generación, reconocido por desarrollar un método científico para optimizar el proceso creativo. Sus instalaciones se han presentado en espacios como Times Square, el New Museum de Nueva York y el Estadio Nacional de Chile, y sus obras forman parte de colecciones permanentes en museos de todo el mundo. AI Maze es una instalación monumental inmersiva que funciona como un espacio de encuentro y reflexión en medio de la desconexión que generan los algoritmos, convirtiéndose en una metáfora de su complejidad y su impacto en nuestra comunicación. Al fusionar arte y tecnología, invita a imaginar y prepararnos para las repercusiones de la inteligencia artificial, promoviendo el diálogo, la conciencia colectiva y la recuperación de valores esenciales en una era digital polarizada. www.sebastian.studio | Instagram @SebastianStudio