por José Luis Ferretis Marín
imágenes de Guda Koster
SEGÚN LA PERSPECTIVA ESTRUCTURALISTA, EL DESEO ES EL PUNTO DE PARTIDA DEL SUJETO, AQUELLO CUYA BASE DA CABIDA A DIVERSOS ACTOS Y CUYO SIGNIFICADO SIEMPRE SERÁ PARCIAL. PROFUNDIZAR EN EL TEMA NOS AYUDARÁ A COMPRENDER MEJOR NUESTRO ACTUAR CON RESPECTO A LA HERENCIA QUE NOS ACOMPAÑA.
¿Alguna vez has sentido que tus actos fueron más allá de lo que creías o querías? La historia de la humanidad está llena de diversas explicaciones ante los sucesos de la vida y la motivación humana, sobre aquello que nos influye. Espíritus, deidades, demonios, karma, destino, la vida; una gran cantidad de entidades y constructos que reciben la atribución de modificar el curso de la existencia y que inciden en nuestros actos, sobrepasando nuestra cognición y voluntad, para llegar a un punto que resulta inesperado, y a su vez, añorado, como si llegar a dicho momento fuese parte de una antigua promesa olvidada.
“La criatura humana no es algo cristalizado, una esencia definitiva, sino un proceso, algo que deviene; si el relato dice que ha sido creado por la divinidad, también afirma que el hombre es socio de la creación y, por ende, participa de su propia fabricación y mejoramiento [o a la inversa]”.¹
Pero, ¿quién puede decir “ésta es mi voluntad y nadie está influyendo en mí?” La realidad es que será basto el número de individuos que, sin duda, podrían contestar que con ellos sí aplica dicho argumento, que sus decisiones son propias y carecen de influencia ajena. Sin embargo, la experiencia analítica ha evidenciado en reiteradas ocasiones que es imposible concebir un sujeto original o autónomo, y no sólo eso, conforme se indaga en sus motivaciones y en el pasado, esta ilusión de libertad individual se va disipando, cuando se encuentran múltiples coincidencias con aquello que antecede al susodicho.
Desde la perspectiva del estructuralismo se parte de la imposibilidad de una autonomía, ya que existe una estructura que precede al sujeto y cuya existencia da pauta a lo que será la constitución futura. Si bien no se piensa en un determinismo para el psiquismo (así como para ninguna entidad), resulta innegable el impulso que experimenta el sujeto para volver a retomar aquello que le fue legado. Es más, ni siquiera aquel que se jacte de poseer una identidad independiente al pasado logra poseer al cercano, ya que ello conllevaría negar el punto de partida de la travesía en la vida, derivando consecuentemente en un bucle que sólo implicaría la creación de un negativo de dicha herencia. Precisamente, es la herencia el punto de inicio para el rasgo unario: es tanto aquello que nos une a los demás, como aquello que nos separa. Establecer una dif-herencia solamente se lograría reconociendo y tomando como referencia a la otredad, y uno siempre es precedido por alguna otredad.
Existen diversas expresiones y formulaciones que evidencian la imposibilidad de la unicidad desprendida de la otredad. Según el estructuralismo, la Banda de Moebius, por ejemplo, es una figura topológica que remite a la ilusión de un dualismo entre interior y exterior, entre un lado y otro, pero cuando se recorre la figura se evidencia que dichos límites son falsos. Lo mismo ocurre con el sujeto, todo intento por mostrarse soberano de su ser es una ilusión frágil, que si se aborda de manera delicada evidenciará la presencia de un legado ajeno y propio, que puede resultar tan enigmático como familiar, en más de un sentido.
“[…] desde el millón de años que hace que la especie humana está ahí no ha dejado de ser necrófaga. Tal es la última palabra de lo que Freud articula, bajo el nombre de identificación primaria, de la primera especie de identificación —el hombre no ha dejado en absoluto de comerse a sus muertos”.²
Derivado de lo previamente comentado, resultaría inocente suponer que haya acto alguno que sea independiente del legado de la otredad. Es el deseo el punto de partida y la razón de la vida. El sujeto se conforma necesariamente de manera antropofágica, por ende, toda decisión que pareciese autónoma y libre de influencia, es simplemente la manifestación del deseo. Así que, tanto el pasado, como el “otro” pasado, influirán el camino de todo sujeto, muchas veces sin que éste se dé cuenta, pero con señas veladas de su vigencia.
Según el estructuralismo, la Banda de Moebius […] es una figura topológica que remite a la ilusión de un dualismo entre interior y exterior […] pero cuando se recorre la figura se evidencia que dichos límites son falsos.
Guda Koster, Red with white dots (Rojo con lunares blancos), 2012. Cortesía de la artista.
Guda Koster, Just married (Recién casados), 2016. Cortesía de la artista.
[…] resultaría inocente suponer que haya acto alguno que sea independiente del legado de la otredad.
Guda Koster, Living in a box (Viviendo en una caja), 2015. Cortesía de la artista.
Guda Koster, Polka dot (Lunar), 2014. Cortesía de la artista.
Bibliografía
Sperling, Diana. La difherencia: sobre filiación y avatares de la ley en Occidente, Argentina: Mino y Dávila, 2018.
Lacan, Jacques. El mito individual del neurótico, Argentina: Paidós, 1953.
Lacan, Jacques. El seminario de Jacques Lacan: La transferencia, Argentina: Paidós, 1961.
José Luis Ferretis Marín es Maestro en psicoanálisis por dimensión psicoanalítica y Licenciado en psicología por la UNAM, docente de psicología en Universidad Humanitas campus CDMX y psicólogo clínico en el IMSS.
1. Diana Sperling, La difherencia: sobre filiación y avatares de la ley en Occidente (Argentina: Mino y Dávila, 2018), p. 246.
2. Jacques Lacan, El seminario de Jacques Lacan: La transferencia (Argentina: Paidós, 1961), p. 418.
Imagen de entrada: Guda Koster, tHUIS, 2016. Cortesía de la artista.