En las últimas décadas la humanidad se ha caracterizado por tener un desarrollo exponencial, producto de la evolución tecnológica que se ha traducido en la necesidad de adaptación ante los cambios vertiginosos de la revolución científica, el expansionismo económico y la cada vez mayor necesidad del intercambio comercial y económico. Este desmedido “progreso” ha provocado la destrucción y sobreexplotación del medioambiente, así como el desplazamiento y la extinción de diversas especies y qué decir del cambio climático que padecemos. A las generaciones anteriores se nos enseñó que los recursos naturales eran inagotables y que los daños causados eran una mera utopía, pero tristemente se ha traducido en una profunda crisis caracterizada por la escasez de recursos, así como la contaminación del medio en el que interactuamos. Esta preocupación ha provocado el surgimiento y fortalecimiento de la conciencia social de nuevas generaciones respecto del daño que se está haciendo y al impacto que sufrirán en las siguientes décadas. 

Ante esta situación alarmante, con el afán de cuantificar el impacto económico por parte de las empresas al medioambiente y tratar de aminorarlo con una visión sostenible, se ha tratado de contar con diferentes herramientas que nos permitan tomar decisiones adecuadas mediante la obtención de cifras y con esto invertir en nuevas tecnologías para aminorar dicho impacto. De ahí el surgimiento de la Contabilidad Ambiental.

La Contabilidad Ambiental, también conocida como Contabilidad Ecológica, es una disciplina reciente encaminada a evaluar y cuantificar el impacto ambiental de las empresas y así poder satisfacer las necesidades de los usuarios que requieren información para tomar decisiones responsables en términos de gestión ambiental y sostenibilidad. La incorporación de dicha información en los estados financieros refleja un amplio espectro de inversión y oportunidad para las entidades.

La contabilidad tradicional no da seguimiento y registro de los costos asociados al deterioro que causa la huella de carbono, por ejemplo. Ante este reto, surge la Contabilidad Verde, un término acuñado por el economista Peter Wood en 1981, que exponía un balance ecológico, es decir, información fuera de términos monetarios. Desde el punto de vista contable, se analiza el impacto medioambiental para entender la relación entre la contabilidad, el desarrollo y el medioambiente. Así, se podrá contar con información que permita la sostenibilidad de la actividad financiera, al considerar el impacto que recibe la naturaleza y con esto, lograr el equilibrio necesario.

Esa falta de información “ecológica” y su desinterés por conocerla ha conllevado un impacto mayormente negativo en el ambiente. Contablemente, los cómputos ambientales nos dan información de la aportación de los recursos naturales, así como el desgaste y agotamiento de estos. De tal manera, se cumple el objetivo primario de la contabilidad: proporcionar información para la toma de decisiones y buscar un crecimiento sostenido, pero ahora desde el punto de vista ambiental, no sólo financiero. Stepien & Doktus,¹ dos exponentes reconocidos en temas de sostenibilidad y responsabilidad social empresarial,  llevan la Contabilidad Medioambiental más allá de sólo conocer la información ambiental, sino que plantean alternativas posibles para evaluar su sostenibilidad. La Contabilidad Ambiental tiene su registro contable, cumple el principio de la partida doble, es decir, deber-haber o cargo-abono.² Se compone de una cuenta “ecológica” y de una cuenta contable convencional “adaptada”; la cuenta contable “adaptada” se utiliza para registrar los costos y beneficios asociados con la adaptación al cambio climático mientras que la cuenta “ecológica” realiza el registro en su equivalente pero en términos físicos, como kilowatts, entre otros.

El empresario promedio en México, prefiere ignorar el impacto ambiental y en algunos casos desdeñan el tema. Tradicionalmente se cree que este tipo de actividades son un gasto no redituable y no una inversión. Esta visión empresarial es compartida por muchas personas en el resto del mundo, sin embargo, y gracias a la aportación de personas como Greta Thunberg, se han logrado romper paradigmas de esta visión a corto plazo.

Contablemente, los cómputos ambientales nos dan información de la aportación de los recursos naturales, así como el desgaste y agotamiento de estos.

Una ONG que ha impulsado la Contabilidad Medioambiental es World Wildlife Fund (WWF), la cual está dedicada a la conservación de la naturaleza y la biodiversidad, y ha trabajado activamente para promover prácticas empresariales sostenibles y responsables.³ A esto se han agregado empresas como Lego, que en 2018 presentó la primera colección fabricada en polietileno, un plástico que mantiene los estándares de seguridad y es más fácil de reciclar. Así, prescinde del petróleo y lo sustituye por la caña de azúcar, la materia base con la que a partir de 2030 se fabricarán todas las colecciones de la compañía danesa. 

Se puede concluir que la contabilidad sigue cumpliendo con su papel primordial de informar pero continúa el reto de permitirle cuantificar el impacto para alcanzar el desarrollo sostenible; puede auxiliar que las entidades obtengan ingresos al ayudar al medioambiente, impulsando acciones necesarias para mitigar el daño causado.  

Bibliografía

IMCP. “Contabilidad Ambiental en México” en Revista Contaduría Pública (agosto de 2019). https://bit.ly/3J0XyWS (verificado el 11 de abril de 2023). 

“Cómo la Contabilidad Medioambiental puede impulsar la sostenibilidad empresarial” en Forbes (septiembre de 2019).