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EL DERECHO A LA MOTIVACIÓN INTRÍNSECA

por Elisa Navarro Chinchilla
imágenes de Blanca Aguayo

EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS SE HA POPULARIZADO LA IDEA DE QUE LA MOTIVACIÓN INTRÍNSECA ES LO QUE DEBEMOS BUSCAR, TANTO EN LA ESCUELA COMO EN EL TRABAJO. A DIFERENCIA DE LA MOTIVACIÓN EXTRÍNSECA, EN LA QUE SE LLEVA A CABO UNA TAREA POR UNA RECOMPENSA EXTERNA —DINERO, CALIFICACIONES O RECONOCIMIENTO SOCIAL—, LA MOTIVACIÓN INTRÍNSECA APUESTA POR EL DESEO. ANTE ESTO, ES PERTINENTE PREGUNTARNOS CÓMO SERÁ POSIBLE DESPERTARLA EN LA INFANCIA Y CÓMO SE POSICIONA EL MODELO EDUCATIVO ANTE ESTE DESAFÍO.

Hoy, buscar niños interesados y apasionados por lo que están aprendiendo es la meta de planes y programas. Asimismo, las empresas buscan que los empleados trabajen por gusto. 

El gran ejemplo es la cultura Google, que muchas empresas buscan reproducir. Esta compañía aparece hasta arriba en las listas de los mejores empleadores del mundo. Lo mismo piensa Elon Musk: “Si amas lo que haces, realmente no se siente como trabajo”. Aunque en Google sí utilizan muchas motivaciones extrínsecas en forma de servicios y prestaciones (comida orgánica, albercas, gimnasios, masajes, cortes de pelo, cabinas para siestas, estaciones de juego, lavanderías, espacio para mascotas, entre otras), todo es “gratis”, con la idea de que empleados felices son productivos. También han detectado la efectividad de las motivaciones intrínsecas y para lograr entusiasmar a sus empleados les ofrecen libertad para seleccionar sus tareas. Los empleados pueden elegir 20% de los proyectos en los que se involucran. Por otra parte, fomentan mucho la creatividad, alguien relajado que acaba de recibir un masaje y jugar ping pong es más propenso a ser creativo.

Si reproducimos estas últimas ideas en el espacio escolar, podemos encontrar las propuestas pedagógicas que aparecen en varios de los planes y programas actuales: aprendizajes basados en proyectos cuyos temas los eligen los niños. Con la idea de que los alumnos sean quienes guíen su aprendizaje y los docentes los acompañen, se busca generar en los niños una motivación intrínseca; en otras palabras, que aprendan cosas que les sean relevantes. Esta aproximación además genera una relación emocional con lo que se aprende y fortalece la prevalencia y el esfuerzo por aprender. La idea también se extiende a los docentes y a la escuela misma, pues cada vez se otorga más autonomía curricular a las escuelas para que desarrollen los programas conforme al contexto e intereses de la comunidad local. 

Y aunque la idea de buscar motivación intrínseca a partir de los intereses de los alumnos suena lógica y positiva, hay un pequeño problema: ¿cuáles son esos intereses y de dónde provienen? Si pensamos en temas que podrían generar interés en algunos niños o adolescentes, podríamos pensar en modelos de ropa para perros; aprender algún paso de Tik Tok; videos de niños cayendo de una patineta; alguna receta de un postre con helado y plátano, entre otros ejemplos. Un buen docente podría lograr mucho si retomara estos intereses: la historia de la danza; la anatomía de los músculos; la genealogía de los perros; gravedad y ángulos de caídas; medidas y pesos para recetas. Sin embargo, no todos los docentes encuentran cómo integrar este tipo de intereses y a muchos les falta creatividad para extender aprendizajes de un tema que podría parecer muy simple. 

Muchas veces el problema va más allá de tratar de extender aprendizajes a intereses que podrían parecer superficiales. ¿De qué manera podemos ampliar los referentes y de qué depende que haya niños con un mayor número de intereses? Pensar que los niños son curiosos por naturaleza es falso, porque gran parte de la curiosidad se despierta mediante la estimulación. Hay niños que, tristemente, crecen en ambientes de una estimulación pobre, no se les expone a diferentes ambientes o nunca se les estimula con preguntas, cuentos, juguetes o texturas. Por otro lado, tenemos a niños muy privilegiados, con padres que tuvieron la oportunidad de buscar en cada etapa nuevos retos para sus hijos y que ellos, como adultos, tienen intereses en muchas áreas. ¿Por qué un niño llega a preguntarse qué comen los gusanos, qué hay dentro del cerebro o cómo hablan las personas del otro lado del mundo? No es algo que aparece con la edad y en cualquier contexto, esta posibilidad de interesarse por el entorno proviene de la estimulación y de las referencias a las que están expuestos. 

Blanca Aguayo, ¡De cuando los sábados eran días mucho más largos!, 2022. Cortesía de la artista.

[…] se busca generar en los niños una motivación intrínseca; en otras palabras, que aprendan cosas que les sean relevantes.

Blanca Aguayo, ¡Que luego todo son prisas!, 2022. Cortesía de la artista.

Blanca Aguayo, A cada día su propio afán, 2022. Cortesía de la artista.

Blanca Aguayo, ¡Sorpresa!, 2022. Cortesía de la artista.

[…] esta posibilidad de interesarse por el entorno proviene de la estimulación y de las referencias a las que están expuestos.

Pero todos los niños tienen derecho a la educación y esta estimulación no sólo debe provenir del entorno familiar. Es tarea de las escuelas provocar en los niños curiosidad por su entorno. Sin embargo, en esto, muchas de las escuelas fallan. Al buscar que los niños cumplan con los planes y programas, les transmiten los contenidos lo más rápido posible y la idea de basarse en el interés de los niños sólo queda en papel. Muchos docentes tampoco se sienten estimulados, ni curiosos por temas que vayan más allá de sus conocimientos ya establecidos. Los docentes no saben cómo incrementar los retos de forma gradual y difícilmente pueden contagiar motivación intrínseca. 

Actualmente hay mucha literatura sobre lo perjudicial que ha sido enfocar la educación en motivaciones extrínsecas, como evaluaciones, competitividad, ranking entre estudiantes, escuelas y países. Sin embargo, el niño “de diez” sigue siendo el más felicitado y las boletas de calificaciones siguen siendo lo más esperado por los padres de familia. Una de las razones es que es mucho más medible la motivación extrínseca que la intrínseca. Pero debemos redoblar esfuerzos para tratar de buscar que el principal esfuerzo de los niños no sea ganarle a sus compañeros. Las escuelas tienen la gran tarea de lograr que los niños amplíen su abanico de intereses. Aunque faltaría mucho por decir sobre cómo hacerlo, es preciso retar a los niños a lograr cada vez más; mostrarles referencias nuevas y hacerlo en modos o formatos con los que estén familiarizados: comics, animaciones, videos, música, y, hacer que aquello que estudien les sea relevante y se conecte con el mundo fuera del entorno escolar. 

Si pensamos por qué muchos niños sí quieren ir a la escuela, encontramos una gran motivación: para estar con sus amigos. Y esto es realmente uno de los aspectos más valiosos, el aprendizaje socioemocional a partir del contacto social. Los niños aprenden a fortalecer sus vínculos afectivos, ejercitan acuerdos, dialogan y resuelven conflictos. Busquemos que quieran seguir yendo todos los días a la escuela y se reduzca así la deserción escolar.   

Blanca Aguayo es una creadora originaria de Córdoba, España, aficionada y enamorada del collage. Es autodidacta y su trabajo artístico está inspirado en la papelería tradicional y familiar en la que labora. Sus collages analógicos presentan escenas bellas e inocentes que transmiten la potencia de la creatividad y la conexión con los demás para generar conocimiento. www.papeleriavinci.com | Instagram @blancaator

Elisa Navarro Chinchilla es desarrolladora de videojuegos y tecnología educativa. Fundadora de Gargamel Estudio, Maestra en pedagogía por el Instituto de Educación de UCL del Reino Unido, animadora por Eunoia School y Licenciada en literatura por la Universidad Iberoamericana. www.gargamel-estudio.com

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