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VIDAS EJEMPLARES: MALALA. LA HISTORIA DE UN LIDERAZGO ACCIDENTAL

Sarah Tate, Malala, 2018. Cortesía de Brit + Co.

por Mariana Hernández

LA CORTA BIOGRAFÍA DE ESTA JOVEN PAKISTANÍ NOS ENSEÑA QUE PARA SER UNA LÍDER LO ÚNICO QUE HACE FALTA ES VALOR Y CONVICCIÓN, LO DEMÁS, VENDRÁ SOLO.

Malala Yousafzai se ha convertido en un referente popular si pretendemos hablar de los derechos de la mujer en los países islámicos. Encabezar la lista de personas más visibles en la lucha contra cualquier sistema requiere de fuerza y valor, y es que, en ciertas ocasiones, se ha pensado que, a falta de líderes, las luchas desisten, aunque esto no sea real.

Entre guerras, intervenciones y ocupaciones, las tensiones en los países islámicos se han complejizado con el paso de los años y han arrastrado a sus pobladores en las dinámicas de los grupos radicales que han ganado poder y territorio poco a poco. Mingora, en el valle del Swat, en Pakistán, conocida por sus cielos azules y aguas cristalinas, fue el escenario en el que Malala Yousafzai creció y pasó sus primeros años de vida. Nacida en 1997, pocos años antes de que los talibanes pakistaníes, conocidos por sus ideales radicales, ocuparan los pequeños territorios del país.

Las tradiciones locales indicaban que una mujer debía seguir ciertas reglas y ejercer un papel menor al de un hombre ante la sociedad. Resulta curioso y al mismo tiempo evidente que fuera su padre, Ziauddin Yousafzai, quien decidiera otorgarle un papel de mayor importancia familiar tratándola como solía tratarse a un hombre. El nombre de Malala no fue aleatorio y pareciera que una carga mística lo rodea, pues es el nombre de una de las grandes heroínas del siglo XIX de la tradición pushtan (Pakistán-Afganistán), a la que pertenece la familia Yousafzai.

La falta de oportunidades, derechos y trato digno han segregado a las mujeres de la región. Si bien el panorama se ha oscurecido con el paso de los años, sobre todo desde que los talibanes se establecieron, la tradición tampoco ayudaba al panorama femenino del lugar. Aunque la posibilidad de que las mujeres pakistaníes estudiaran era factible a lo largo del siglo XX, los talibanes decidieron que las mujeres debían únicamente instruirse en el Corán y vetaron cualquier otro tipo de actividad educativa.

El padre de Malala se encontraba a cargo de una pequeña escuela y gracias a eso obtuvo contacto con la BBC por medio del corresponsal Abdul Hai Kakar, quien, al no encontrar la información necesaria para hablar sobre lo que sucedía en los poblados tomados por los talibanes, ofreció espacios para un blog en el que las fuentes de información en algunas escuelas pudieran hablar sobre lo que sucedía en la región. En un principio se pensó que una de las niñas que asistía a la escuela llevara el blog, pero después de una serie de enfrentamientos, Malala se convirtió, por accidente y bajo un seudónimo, en la encargada.

El nombre de Malala no fue aleatorio y pareciera que una carga mística lo rodea, pues es el nombre de una de las grandes heroínas del siglo XIX […].

Cuando se descubrió su identidad, se siguieron sus pasos, pues comenzaron a publicarse extractos de sus escritos en 2009 en los periódicos locales hasta que ella, sus pensamientos y desacuerdos, quedaron completamente expuestos. En 2012 ya se reconocía a Malala en el ámbito internacional como un personaje de importancia por su lucha. En ese año, mientras ella continuaba estudiando de manera casi ilegal, los talibanes atentaron contra ella al dispararle mientras iba en el transporte público con dos compañeras; su cuerpo lastimado fue trasladado a Inglaterra en donde terminó por recuperarse.

A partir de este momento, su nombre crecería exponencialmente, apoyada por personajes reconocidos de la historia contemporánea, pues su caso fue sonado y replicado en todo el mundo. No pasó mucho tiempo para que la joven comenzara a trabajar en defensa del derecho a la educación para las niñas a nivel internacional volviéndola una de las personalidades más importantes a favor de la educación. Visitó otros lugares del mundo que padecían problemas similares, pues la falta de trato digno a las mujeres es un mal frecuente en todo el planeta. Fue así como, sin pensarlo o incluso desearlo, terminó siendo la persona más joven en ganar el Premio Nobel de la Paz, en 2014. El nombre Malala evoca a dos acepciones: tristeza y valentía; dos palabras que podrían transmitir significados distintos, sin embargo, la combinación de ambas lleva a la resistencia y al liderazgo. Si bien es cierto que tenemos el libre albedrío para optar por nuestras luchas, individuales y colectivas, no podemos negar que las decisiones que tomamos para ejercerlas están íntimamente vinculadas a nuestro contexto, mismo que no sabemos hacia dónde nos llevará. 

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Bibliografía

Guggenheim, Davis. Él me llamó Malala. Reino Unido: Participant Media - Image Nation, 2015.

Yousafzai, Malala. Yo soy Malala. Madrid: Alianza Editorial, 2015. Extracto en
https://bit.ly/2WMP4cg, consultado por última ocasión el 25 de octubre de 2109.

Sarah Tate es una ilustradora, diseñadora y muralista que vive en Nashville. Su trabajo se inspira en la naturaleza y el tiempo que pasa en ella. sarahliztate.cargo.site

Brit + Co es una empresa de medios que tiene el objetivo de generar contenidos que inspiran, educan y entretienen a mujeres reales con un espíritu creativo. brit.co

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Mariana Hernández Blanca estudió historia en la Universidad Iberoamericana, trabajó seis años en la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH y por ahora se encuentra estudiando la Maestría en historia del arte en la UNAM.

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