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PROMESAS DE CERCANÍA: EL LENGUAJE FOTOGRÁFICO DE FLORIA GONZÁLEZ

Floria González, Entrelazamiento de la serie Sobreponer, 2017. Cortesía de la artista. floriagonzalez.com 

por Tania Puente

EN MEDIO DE LOS ESPACIOS DE TENSIÓN ENTRE LOS CUERPOS MUCHAS VECES ESTÁ CONTENIDO EL AMOR POR EL OTRO. EL TRABAJO DE LA FOTÓGRAFA MEXICANA FLORIA GONZÁLEZ NOS INVITA A MIRAR CON DETENIMIENTO EL VACÍO Y LA OSCURIDAD PARA ENCONTRAR UNA FORMA DE MARAVILLARNOS.

En un plano en el que la línea que separa el mar del cielo gris sólo es visible por el espesor efímero y aterciopelado de las olas, una mujer en cuclillas toma entre sus manos las de un niño parado frente a ella. Sólo les queda verse atentamente, puesto que sus cabezas están cubiertas por cascos esféricos transparentes. La barrera física obstaculiza la emisión de las palabras, mas no la profusión del afecto. Su lenguaje corporal se sostiene en una mezcla de amor y miedo, de esperanza y nostalgia. El momento se asemeja a aquello que la escritora argentina Samanta Schweblin definiría como “distancia de rescate”: la cercanía o lejanía que existe entre una madre y su hijo, el trecho a recorrer para alcanzarlo y ponerlo a salvo. Esta distancia es variable y dinámica, depende de la posición en la que se encuentren los cuerpos. El hilo que la constituye se hace más grueso o más delgado, hasta romperse.

Miremos otra imagen: en la penumbra, en medio de un bosque, yace una mujer sobre el suelo arenoso. Una luz cenital dibuja círculos concéntricos alrededor de su cuerpo. Ataviada con una vaporosa túnica blanca y carmín, levanta una mano en un gesto de cercanía hacia su interlocutor: un hombre con una capa negra que levita a menos de un metro de su cuerpo. De nuevo, los cascos; y, también, el hilo. La promesa de la cercanía, dilatada, vibrante se congela en la fotografía y teje un camino de intriga entre el universo de la imagen y quienes la observamos.

Las fotografías Un millón de vidas (2017) y Entrelazamiento (2017) son de la artista y realizadora audiovisual mexicana Floria González (Monterrey, 1980). Además de su trabajo como directora de videoclips para Natalia Lafourcade, Torreblanca y Leonel García, entre otros, en su carrera Floria ha desarrollado un lenguaje visual fotográfico desde los soportes de la construcción de imágenes y los medios digitales.

La fotografía construida consiste en proyectar, planear y poner en escena una situación para después retratarla. Tras esta primera etapa, la imagen puede ser perfeccionada de manera digital. Este método de trabajo le permite a la artista controlar los detalles de la composición visual, así como materializar recuerdos de lugares, acontecimientos o fantasías que habitan en su mente. El resultado se asemeja al camino de la pintura figurativa o representacional, como un ejercicio que le da forma, transforma y compone imágenes narrativas con fragmentos de nuestra memoria e imaginación. Incluso, la artista realiza bocetos pictóricos en los que experimenta con colores, posiciones y paisajes antes de comenzar con la gestión de su set. Por lo tanto, en estas fotografías oníricas no resulta descabellado encontrar elementos disímiles y fantásticos, como características de la tradición renacentista en diálogo con imaginarios del futuro, así como orientalismos y la presencia de animales salvajes fuera de su hábitat.

Además de la complejidad técnica con la que cuenta cada fotografía, hay un relato que tampoco se decanta por la simplicidad. Por el contrario, la producción de Floria es intrincada, tanto narrativa como simbólicamente. Si bien cada escena está recubierta por un halo de misterio y de nocturnidad, hay que observar con atención para no perder de vista lo importante. En los personajes retratados hay una mirada de asombro que no sólo se vincula con el exterior, sino que están en un proceso de metamorfosis interior. Su cambio se congela por un instante, queda capturada la posibilidad. Pero ésta no es una mala señal: en medio de la fantasía que brindan los paisajes, hay un momento de descubrimiento amoroso. Y este amor no sólo es romántico, familiar o maternal; comienza desde la afirmación de la identidad individual. Entre las sombras, con los cascos aislantes, no hay una idea sofocante, sino una pausa, un descanso y una seguridad para romper con los miedos, abrirle paso a la maravilla y emprender la aventura. La oscuridad se plantea como un umbral, un camino hacia la luminosidad, una oportunidad para fundar, una vez más y sin miedo, los afectos más profundos y deseados. 

Floria González, Martina de la serie Sobreponer, 2017. Cortesía de la artista. floriagonzalez.com

Floria González, Navío de la serie Sobreponer, 2017. Cortesía de la artista. floriagonzalez.com

Floria González, Un millón de vidas de la serie Sobreponer, 2017. Cortesía de la artista. floriagonzalez.com

[…] en medio de la fantasía que brindan los paisajes, hay un momento de descubrimiento amoroso.

Floria González, Terror nocturno de la serie Sobreponer, 2017. Cortesía de la artista. floriagonzalez.com

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Tania Puente es curadora e investigadora de arte. Actualmente cursa una Maestría en curaduría en artes visuales en la UNTREF y participa del Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella (2018-2019), Buenos Aires, Argentina. 

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