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Pollock: la pintura en vuelo

La obra del reconocido artista estadounidense Jackson Pollock (1912-1956) es de las más representativas del Expresionismo abstracto. Su estrategia denominada dripping o chorreado es una danza pictórica de tonalidades en libertad.

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Jackson Pollock, Number 7,1952. © The Pollock-Krasner Foundation ARS, NY and DACS, London 2015. © 2015. Copyright de The Metropolitan Museum of Art/Art Resource/Scala, Florence. Cortesía de Tate Liverpool en el marco de la exposición Jackson Pollock: Blind Spots.

Por Eloísa Hernández Viramontes

El nombre Jackson Pollock me remite al concepto de libertad. La pintura con él comenzó a volar… Gotas multicromáticas resbalando de la punta de la brocha o el pincel, atraídas por la gravedad hacia la tela que descansa horizontal sobre el piso. Sensación de libertad como las gotas de lluvia caen de las hojas, despidiéndose de su temporal estancia en los árboles para deslizarse por el aire hasta llegar a tierra.

Eso es lo que imagino cuando contemplo la obra del reconocido artista estadounidense (1912-1956) cuyo trabajo es de los más representativos del Expresionismo abstracto, movimiento artístico de los años cuarenta y cincuenta que también se conoció como la Escuela de Nueva York, y que fue impulsada por el crítico y promotor Clement Greenberg.

La obra de Pollock fue transformándose con el paso del tiempo, y en este espacio me refiero exclusivamente a su trabajo creado entre 1947 y 1952 a partir de su estrategia denominada dripping que significa “chorreado” o “goteado”. Esta consistía en un acto casi performático, una danza pictórica en donde el artista seleccionaba el color y con cubeta en mano remojaba una pequeña brocha, un palo, un cuchillo o un pincel seco, y escurría la pintura (óleo y esmalte) dejándola chorrear sobre el lienzo colocado en el piso de su estudio.

Así, indefinidamente, intercambiaba colores y ríos de pintura nacían creando líneas, curvas, puntos, manchas, formas abstractas que emergían a partir del encuentro fortuito al cruzarse los colores. A través de cada gota, sus obras resultaron en un infinito entramado pictórico de diversas capas de color superpuestas; algunas con colores neutros y otras brillantes y luminosas.

Estas piezas emblemáticas en la historia del arte moderno aluden a la libertad a través de las dos palabras que definen al movimiento artístico en el que se identifica a Pollock: la expresión y la abstracción. Por un lado, la expresividad del artista es fundamental, la libertad en el movimiento de su cuerpo, la soltura en sus gestos, la fluidez incesante que por momentos pareciera hipnótica e inconsciente a través del ir y venir de la pintura y el baile de los pasos del artista sobre el lienzo y su alrededor, provocando la sensación de estar sumergido en la pintura misma. Por estas razones, la obra de Pollock se conoce también como pintura de acción o Action Painting, en donde la presencia del artista es esencial, en el sentido de comunicarse a través del traslado de un lado a otro de la tela, abandonando libremente la idea tradicional de la composición.

Por el otro lado, el artista trabajaba sin normas o reglas que lo llevaran a copiar la naturaleza o aquello que percibimos; su obra no es un retrato, no es una representación o una imitación, es la propia libertad del ser expresándose sin límites, transformando la superficie del lienzo con cada movimiento. Pollock es de gran relevancia en el arte moderno porque hizo pintura trabajando con su propia técnica, llevándola hasta un punto extremo en donde sus paisajes abstractos surgían gracias a la espontaneidad y a la improvisación de sus trazos al “aire libre”; combinación dinámica entre energía y templanza que mostraban al artista como un bailarín que gira, se detiene y vuelve a girar en el escenario, espacio que para Pollock se llamaba lienzo.

La pasión y libertad del expresionista abstracto conllevaron a que sus obras fueran en su mayoría de gran formato (cerca de 3 metros de altura y 6 de ancho). Estas dimensiones permiten al espectador sentir esa libertad y lo invitan a adentrarse en la obra sin reconocer formas definidas, razón por la que sus piezas son tituladas numéricamente para no sugerir a quienes contemplamos su obra que ahí existe la representación de algo específico.

Con Pollock la propia tela también se emancipó de su verticalidad al ser intervenida por la mano del artista desde arriba. Como un surfista pictórico, Pollock practicó el estilo libre, donde no tenía control absoluto de lo que iría emergiendo en sus obras. Su cuerpo era el único en saber cuándo detenerse. Durante el proceso, entraba en una especie de trance automático dejando atrás convencionalismos y tradiciones pictóricas que lo llevaron a sentir la plena libertad al momento de pintar.

De este modo, estas piezas con texturas diversas convirtieron a Jackson Pollock en una figura emblemática del arte moderno porque permitieron a la pintura comenzar a volar con libertad.

Una selección de la obra del expresionista abstracto se presenta actualmente en la exposición Jackson Pollock: Blind Spots en Tate Liverpool, Reino Unido, del 30 de junio al 18 de octubre.

 

Con Pollock la
propia tela también
se emancipó de su
verticalidad...

 

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Hans Namuth, Jackson Pollock, 1950. Cortesía de Center for Creative Photography, University of Arizona. © 1991 Hans Namuth Estate. Cortesía de Tate Liverpool en el marco de la exposición Jackson Pollock: Blind Spots.

 


Eloísa Hernández Viramontes es Maestra en arte moderno y contemporáneo.

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